Escuela de Humildad

Muchas veces asociamos la palabra humildad con voto de pobreza y vivir en un ambiente marginal.

Es un mal uso del concepto ya que la humildad proviene de la etimología de humus (tierra) que se deriva después en el vocablo latino Humilitas.

En realidad, el término originalmente se utilizaba para describir la virtud de una persona que tiene sus pies sobre la tierra. Que no se siente superior a los demás como sería el caso de un “Magistrado” que es la persona que está más allá del estrado. Un simple humano terrenal.

La persona que tiene la virtud de conocer su misión en la vida y de respetar a los demás es aquel ser que no se siente superior ni inferior sino igual a los otros y de ahí su respeto. Los que pregonan tolerancia en su mismo vocablo nos están diciendo que “soportan” al diferente, lo “aguantan” pero que ellos no son iguales. Por eso, critico el nombre—no la misión ni visión—, de los museos y seminarios donde se habla de tolerancia.

Ser humilde es una virtud que o bien se te enseña en el hogar (lo idóneo) o te lo inculcan en la escuela o en los centros de religión. Sin embargo, sólo cada persona puede aprender a ser humilde.

Recientemente criticaron al papa Francisco porque separó bruscamente su mano de una feligrés y mostró una actitud de rechazo. Le han dado múltiples interpretaciones pero este personaje ha demostrado en su diario desempeño ser humilde,. El que seas humilde no quiere decir que seas dejado o que permitas el abuso de otros.

Un día un amigo mío me criticó porque yo me disponía a cursar una Maestría.

Me dijo: “¡Para que vas a estudiar de nuevo! Ya estás viejo. Además ya has sido catedrático muchos años e inclusive fuiste coordinador de un subsistema!”

Yo simplemente le respondí que iba a cursar una maestría pero que en realidad era un curso de humildad. Y le expliqué que después de ser profesor, calificar y cuestionar alumnos o ser jefe en una oficina, a veces uno pierde el piso (humus) y requiere uno reprogramarse como alumno, obediente, hacer tareas, estudiar y ponerse nervioso en los exámenes, eso es volver a entender la importancia de ser humilde.

Hemos oído que a veces se dice que la vida es una escuela y que hemos venido a “aprender” y concuerdo con el concepto. Sobre todo lo que vamos aprendiendo a lo largo de la vida, acumulamos infinidad de conocimientos y habilidades, algunos buenos y otros, en ocasiones adquirimos mañas y malas prácticas, pero en síntesis estamos en la vida como si estuviésemos en la “Escuela de Humildad. Hay la famosa fase de origen griego que dice: Sólo sé que no sé nada. Y es cierto.

En Octubre se está organizando un Congreso sobre “Opciones y Dignidad al Final de la Vida” que organiza DMD (Derecho a Morir con Dignidad A.C.). Para muchos de nosotros nos resulta desconocida DMD sin embargo realizan una labor altruista de la mayor envergadura. Crean conciencia sobre el final de la vida.

Me resulta de suma trascendencia dicho evento que reunirá a los más destacados pensadores y estudiosos del tema porque resulta que en la vida aprendemos de todo pero lo único que difícilmente aprendemos es hacer que nuestro final sea una transición digna, no lastimera ni lastimando a otros, no inflingiéndonos un mayor dolor al final de nuestra existencia,.

¡Sí!, al fin de cursos que le llamamos vida debemos reflexionar y aprovechar todo lo que hemos vivido y aprendido para poder transitar amorosamente, elegir nuestra mejor opción y graduarnos en una escuela que nunca decidimos inscribirnos pero que finalmente hemos cursado y disfrutado enormemente: La vida.

Recuerda que hasta para terminar la vida debemos ser humildes.