No dejo de asombrarme al ver que los teléfonos inteligentes han venido a cambiar la conducta humana en cuestión de unos años. La inmediatez en la comunicación que ahora se obtiene a través del uso celular es sorprendente. Anteriormente tenías que esperar llegar a casa, pedir un teléfono prestado o utilizar el teléfono de la vía pública para poder comunicarte. Esa espera, servía para pensar. En el trayecto a la oficina o a la casa, aprovechabas para tener una cita contigo mismo y definir lo que pensabas comunicar, discutir, argumentar o callar. Evidentemente dabas tiempo a que del cerebro reptiliano –que reacciona instintivamente rápido–, dejáras pasar el tiempo necesario para llegar a usar el cerebro racional, a la materia gris que te permite el análisis, la reflexión y en síntesis el razonamiento. de esa manera «pensabas» todo antes de hacerlo.
Con la llegada de los dispositivos móviles se ha roto la relación emocional de las personas como antes la conocíamos. El amor en todas sus variantes se ha visto vulnerado. Los padres se comunican con sus hijos a través del teléfono celular. Los novios se textean más de lo que se hablan o acarician. Los niños se aburren si no traen dispositivos con qué jugar. Los adolescentes no hablan, están «clavados» virtualmente en las pantallas. Se llegan a ver horrendos casos de familias enteras, sentadas en el restaurante en un paseo dominical y todos, pero absolutamente todos los miembros de la familia están con sus dispositivios, ensimismados sin poner atención ni departir con los demás.
En los cines, en medio de la peícula o en las iglesias o templos, sacan sus celulares y están texteando. Pero el grado más crítico que he llegado a ver es a una pareja de enamorados que abrazados, besándose, ambos, están a la vez texteando con sus respectivos celulares. ¿A quién textean? ¿Con quién se están comunicando cuando están precisamente con su pareja amorosa?
Se están reportando casos de personas que se mandan un mensaje para coordinarse y cada quien en su domicilio o en el lugar en que se encuentren, se enlazan vía el dispositivo móvil y se transmiten imágenes en vivo mientras practican el «onanismo». No debemos olvidar tampoco la epidemia de buscar pareja por medio de las redes digitales y/o utilizar las aplicaciones para buscar a personas en un área cercana para contactar, conocerlas y empezar un «romance» fugaz pero instantáneo. Ni el robo de identidad y el incremento de actos delincuenciales o secuestros con la ayuda de la telefonía móvil Uno de los objetos más deseados en los asaltos actualmente es el robo de los teléfonos celulares.
En la escuela leíamos el «Scientific American», una revista de divulgación científica que ya en septiembre de 1979 anunciaba que pronto habría tres innovaciones tecnológicas: Los teléfonos móviles, la fibra óptica y las estaciones espaciales georbitales. En menos de que parpadeáramos ya en la década de los ochenta se empezaron a usar los primeros celulares que parecían «tabiques» de lo pesados y voluminosos que eran. Los modelos de teléfonos inteligentes y sus aplicaciones están variando con una frecuencia que no nos permite conocer todos sus atributos y menos sus aplicaciones. Después de algunas investigaciones mercadotécnicas podemos concluir que hay cinco tipos de usuarios de los teléfonos imóviles:
- «Torres de control» : Generalmente mujeres de 35 años en adelante que utilizan los teléfonos móviles para poder controlar la información de dónde están sus hijos, esposos o padres. Usan el teléfono móvil para hablar no para textear ni navegar en la red. La primer llamada en el día es con su madre para preguntarle si ya se tomó la medicina. Con el celular las mujeres celan al marido, los maridos espían a sus mujeres y los padres supervisan a los hijos y a las empleadas domésticas si es que las tienen. Lo que yo llamo «Torre de control» obedece a que el uso del aparato se usa para rastrear las naves emocionales solamente.
- «Pericos»: Pueden ser indistintamente hombres o mujeres de 30 años en adelante, sin ninguna cultura digital. Usan el teléfono celular para estar hablando continuamente, sin mucho que decir pero es usado con mayor profusión. Los vemos en todas partes, desesperadamente hablando cualquier asunto. No textean ni navegan. Ocasionalmente mandan «memes» de bendiciones, asuntos políticos o desgracias que les pasan a otros. Creen en los noticieros de televisión, gustan de los deportes –especialmente el fut-bol– y los domingos usan «pants» para creer que hacen deporte.Los jefes andan rastreando a los empleados. Los acosadores hostigan a sus víctimas con llamadas en la madriugada. Manejan el auto y a la vez hablan por teléfono.
- «Hibridos»: Son personas que ya combinan el texteo con ciertas llamadas. Predomina el textear. Las edades son desde los 25 años hasta los 65 años. Usan las redes sociales, sobretodo las mujeres. Se meten al facebook a cada rato y la campanita de los mensajes de «Whats app» está continuamente sonando. Usan las aplicaciones para ubicar calles o mapas (con sus GÜEYS), asimismo escuchan música. Son «memeros» es decir, mandan memes desde los más cursis hasta los filosóficos. Manejan y textean.
- «Nerds»: Raramente hablan por teléfono. Todo es a base de textos. Navegan, buscan, googlean, ven You tube, whats appean, son desde los 12 años hasta los 50 años, aunque destacan los llamados «millenials». Ambos sexos. Tienen gran habilidad para textear con los dedos pulgares y padecen enfermedades del tunel del carpio por el abuso de la digitalización. Asimismo han perdido su capacidad auditiva rápidamente porque usan audífonos a grandes volúmenes. Les encantan blogs o páginas de contenidos especialmente en You tube. Son fanáticos de los «memes» y viralizan los mensajes.
«Matrix»: Son fanáticos de las redes. Viven en el mundo virtual. No hablan. Conocen todas las aplicaciones. Hackean. Espían. Se meten a las redes sociales de los demás y sus vínculos son siempre a través de mensajes, memes, correos o cualquier aplicación digital. Usan periscope, escuchan música en spotify, conocen todos los vericuetos del You tube, googlean, usan Vimeo y llegan a desarrollar sus propias aplicaciones.
Si consideramos que la mayor parte del comportamiento humano es a base de reacciones emocionales y si estamos alterando las formas habituales de expresión y comunicación amorosa que teníamos los seres humanos, podemos aventurarnos a sospechar que el amor en los tiempos del celular pronto tenderá a «objetivizarse» confirtiendo los sentimientos en simples textos de TQM (Te quiero mucho» o TX (Te extraño) o el uso de emoticones (gráficos prefabricados disponibles en tu teléfono) para compartir tus emociones.
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