Vida y lo que sigue.

La alegría que causa el nacimiento de un niño es una emoción universal. De ahí que la navidad,  –independientemente que se profese una religión—, ha resultado ser un motivo icónico de las celebraciones al final del año.

Es muy hermoso ver los distintos nacimientos, las ilustraciones y el pequeño niño en un pesebre.

Al igual que esta fiesta decembrina, en cada hogar donde llega un recién nacido se vuelca la familia en prepararle una cuna, una habitación (cuando se puede) y rodearle de mimos y obsequios. Se está celebrando una nueva vida.

Sin embargo, la mayoría de nosotros no comprendemos lo que es la vida.La vida es una permanente transformación que incluye la muerte misma. Hablar de morir espanta a la mayoría y nos rehusamos a platicarlo o discutirlo con los que diariamente convivimos.  Pero la muerte debemos entenderla como una fase más de la vida, es la aparentemente última transformación que percibimos conscientemente. Nadie puede asegurar sobre lo que sigue después de esa transformación pero la ciencia misma nos ha develado que toda energía se transforma.

 

A medida que envejecemos y nuestro metabolismo va perdiendo inmunidad y degradando muchos de los maravillosos dones que recibimos al nacer y crecer, empezamos a disminuir nuestras capacidades sin saber aceptar que así como te dieron una oportunidad para estudiar o trabajar, la vida te ofreció una oportunidad para vivirla.

2020 es un año atípico pero debemos aceptar lo importante que ha sido el darnos la oportunidad de haberlo vivido. Muchas de las personas que me rodean se quejan amargamente de estos meses por el cambio de la forma en que vivíamos, otros más se quejan de gobiernos y autoridades, demasiados dan juicios críticos, noticias falsas, supersticiones recicladas… en fin, se lamentan de estar vivos bajo estas circunstancias.

Es doloroso el sufrimiento mental y físico que se ha padecido, las irreparables y súbitas muertes de tantos seres humanos, la enfermedad y sus secuelas en otros tantos. Todo esto es innegable, pero…

¿Cuáles son las principales lecciones que debemos reflexionar sobre éste internado virtual al que fuimos sometidos?

  1. Somos finitos: es decir, estamos aquí por un periodo corto de existencia en el planeta.
  2. Somos frágiles: podemos gozar de salud un día y otro no.
  3. Debemos aceptar que somos mortales, que la transformación por la que continuamente vamos viviendo llegará un momento en que nos habremos de transformar en energía. ¿Cuál o cómo? Eso no lo sabremos, pero de que estamos siempre a un paso de morir es lo que nos debe de estimular para vivir con intensidad.
  4. Aprendimos a entender el silencio, la soledad, aceptar la carencia de abrazos, a trabajar o estudiar a distancia y descubrimos nuestra inmensa necesidad de convivir con los otros.

Así, que debemos estar muy agradecidos con el 2020 porque nos permitió vivir a ser humanos, a prepararnos para un renacimiento y a estar conscientes que estamos en la ESCUELA DE LA VIDA.

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