Uno de los grandes misterios que tienen que descubrir las neurociencias es el tiempo.
Todos creemos que sabemos que es el tiempo y lo medimos con relojes, con referentes como el día y la noche, lo estructuramos en agendas y calendarios.
Pero… ¿Qué es el tiempo?
Los especialistas dicen que nosotros confundimos tiempo con temporizar. Temporizar es acomodar los espacios cronotrópicos (que es la conexión entre espacio y las relaciones temporales que se asimilan en un proceso)
o sea los lapsos entre un punto inicial y el punto final que se recorre para poderlo comprender. La temporización es algo que inventamos los humanos para que mentalmente estemos cómodos y podamos medirlo. Es como un pasatiempo mental.
Los primeros temporizadores fueron los llamados relojes de arena o los relojes de sol. Ahora si vemos la temporización desde el proceso fisiológico o metabólico es el transcurso que todo organismo recorre desde su nacimiento hasta su muerte. También el universo tiene sus medidas de temporización en función a lo que los astrónomos denominan años luz.
Lo interesante es cómo percibimos el tiempo. Por ejemplo, cuando tenemos un accidente vemos todo el proceso en cámara lenta. Es un momento que emocionalmente nos lastima y sentimos que duró mucho “tiempo”. En cambio, cuando tenemos un momento agradable, placentero, sentimos que el tiempo se nos fue muy rápido, de forma acelerada y nos quejamos de que se nos fue “muy rápido el tiempo”. Eso puede ser en un viaje de vacaciones o en una fiesta o un encuentro con el ser amado. ¡Se te va rápido el tiempo!
El ritmo y paso del tiempo en nuestro cerebro va en función a los estímulos que percibimos. Un examen se nos hace largo. Una espera de que nazca un bebé se nos hace eterno. Pero el cumpleaños de cada año cada vez va más rápido. Como podemos ver es relativo el tiempo y lo doloroso en nuestras emociones alarga el tiempo así como lo agradable lo acorta.
El cerebro tiene entonces la habilidad de condensar el tiempo y para poder predecirlo requerimos de información, misma que se logra a través de las conexiones neuronales.
Todo es impreciso en materia de tiempo.
“Te estuve esperando mucho tiempo”, dice una persona y le responde la otra: “Pero si no fue mucho, me retrasé escasamente cinco minutos…¡No exageres!”.
Creemos a través de nuestro cerebro que vemos todo y dominamos cada acontecimiento, pero no es así. Lo que nos ayuda a darle integración es la percepción. Es juntar pedacitos de sucesos e integrarlos en una secuencia. Son como los fotogramas de una película que al unirlos y gracias a que nuestros ojos perciben con una deficiencia que se llama “percepción retiniana” logramos darle animación. Es el origen también del cine animado. El cerebro no refleja la realidad podemos decir que la compone, la organiza para darnos la sensación de realidad.
Hoy en día, que vivimos con tantos estímulos, no podemos muchas veces darnos cuenta de todo; entonces nuestras neuronas ahorran energía y prefieren que penemos en aquello que es lo que más nos interesa. Es decir, nos dota de atención selectiva. Solo recordamos lo relevante.
El cerebro es un sistema que combina experiencias, conocimientos y emociones, es un sistema dinámico y complejo por eso no es fácil entendernos y entender a los otros. Así el cerebro utiliza los temporizadores para darnos una fácil comprensión de lo que es el tiempo y eso es lo que nos sirve para organizarnos.
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