Un amigo muy querido explica que los seres humanos al igual que las arañas vamos tejiendo una fina red de relaciones que nos dan soporte y permiten interactuar en la vida. Señala –con gran precisión– que si a una teñaraña le quitas un punto de apoyo de su intrincada red, toda la estructura se desequilibra.
En el caso de las arañas, el arácnido se moviliza de inmediato ante la crisis y acude presuroso a repararla. A menos de que sea insalvable la estructura, la araña deberá empezar de cero pero si lo puede reparar lo hará con magistral rapidez. La telaraña es su hogar, su vida, su forma de alimentarse y darle sustento a los suyos.
Los humanos tenemos también nuestra propia red y determinadas personas son nuestro punto de apoyo. En las situaciones críticas que tenemos que enfrentar en la vida afortunadamente contamos con esas personas clave. No es fácil para muchos recuperar el tejido dañado y en cierta forma le podemos equiparar a nuestra propia capacidad de recuperar el equilibrio. A esa facultad le llamamos: Resiliencia. Varía de persona a persona y es una capacidad de volver a un sano equilibrio.
Sin embargo, existen otro tipo de telarañas que poseemos. Son las telarañas de la mente. A diferencia de las anteriores, las telarañas mentales son los aspectos negativos que vamos acumulando y tejiendo en nuestra cabeza. Se nos inculcan algunas de éstas telarañas desde pequeños y lo más lamentable es que muchas telarañas son las que construimos nosotros mismos con nuestros propios miedos, fobias, percepciones erróneas, prejuicios y un sin fin de elemntos negativos.
Las telarañas mentales nublan nuestra capacidad de razonar, comprender y armonizar con los otros. Nos violentan a la menor provocación ydestruyen las relaciones que fuimos construyendo con mucho esfuerzo.
La única forma de limpiar nuestro habitáculo craneano es a partir de tomar conciencia del problema que hemos tejido y hacer un serio proceso de autocrítica, de trabajo interior y desempolvar todos esos elementos basura que hemos acumulado a lo largo del tiempo, por gusto, por necesidad o porque se nos impusieron.
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