Todos los que fuimos alguna vez niños tuvimos pesadillas. En ocasiones las pesadillas fueron de mayor intensidad y se les denominan terrores nocturnos.
Es natural tener pesadillas en la infancia y a medida que maduramos vamos superando la recurrencia de las pesadillas.
En el proceso de experimentar una pesadilla, el niño se mueve en la cama, gimotea, habla, dormid e inclusive de pronto se sienta en a cama y abre los ojos. Tarda algunos segundos en darse cuenta en dónde está y de reconocer a las personas.
Se pueden dar pesadillas durante varios días y a veces coincide con el mismo horario.
El terror nocturno es una experiencia mucho muy fuerte y generalmente el niño despierta pidiendo ayuda a sus padres.
“Papá…tengo miedo”. “Mamá…ven rápido, tengo miedo”. Estas son algunas de las frases con as que el niño está pidiendo auxilio, el ser abrazado, calmado y posteriormente acompañado hasta que recupere el sueño.
Los teóricos del psicoanálisis tratan de explicar las pesadillas, interpretarlas y las refieren como conflictos emocionales no resueltos.
Los adultos llegamos a tener pesadillas. Lo manifestamos como un mal sueño y generalmente despertamos con una sensación de angustia.
Cuando los terrores nocturnos infantiles son muy recurrentes, los padres deben buscar a un profesional para que mediante terapia ayude a sus hijos.
¿Por qué tenemos miedos en nuestros propios sueños? ¿Es acaso un resultado del inconsciente que nos aflora como una forma de tratar de expresar lo que traemos como preocupación?
Los miedos frecuentemente son inducidos por otros y en otras ocasiones son adquiridos por nosotros mismos.
Visto desde el punto de vista mercadotécnico el miedo es uno de los mejores elementos para persuadir y vender un producto, servicio o idea. Suena fuerte y lo es.
Los seguros de vida se venden porque durante décadas se nos ha infundido el miedo de sentirnos desprotegidos o más bien dicho de dejar desprotegidos a nuestros seres más queridos. Yo siempre he pensado que en lugar de llamarse seguro de vida deberíamos llamarlo “seguro de muerte” porque es una forma de indemnización económica que dejaremos a quienes les asignemos nuestra póliza.
La salud se ha convertido en un gran negocio y el venderte un seguro de gastos médicos es una forma de venderte por miedo. En la realidad el seguro viene a garantizar no el que seas bien atendido sino que el hospital y los prestadores de servicio de salud aseguren que les pagarás todo lo que supuestamente gastes durante tu enfermedad. Pero esos seguros se vuelven una pesadilla para los médicos, pacientes y familiares porque difícilmente pagarán a tiempo y en el monto devengado. Saldrán con la letra chiquita y las famosas cantidades de deducibles, primas y demás jergoniza que utilizan para terminar pagando menos y a destiempo. No se diga que las sorpresas surgirán y dirán la famosa frase: “eso no estaba cubierto por su seguro”.
A medida que la persona envejece, el pagar sus seguros de gastos médicos se convierten en las verdaderas pesadillas de la edad adulta.
En la teoría cuántica, las teorías de cuerdas y hasta en los planos paralelos de las civilizaciones antiguas como la Maya, se argumenta que vivimos en distintas dimensiones. Normalmente vivimos en 3 dimensiones y con el factor tiempo tenemos una cuarta dimensión. La teoría cuántica dice que existen 11 dimensiones y los Mayas decían que eran 13 niveles.
¿Por qué soñamos? ¿Por qué tenemos pesadillas? ¿Acaso los sueños y las pesadillas son vivencias en otras dimensiones a las que tenemos acceso durante los ciclos del sueño?
Esas interrogantes no las podemos responder, pero de seguro podemos recordar esas extrañas sensaciones que tuvimos de niños cuando despertábamos agitados, angustiados y sudorosos clamando por el auxilio de nuestros padres porque habíamos regresado del plano dimensional donde la pesadilla se vivió como algo real.
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