No es un tema relevante…

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Cursaba el segundo año de la licenciatura en Comunicación y había decidido emprender –tempranamente–, la redacción de mi tesis profesional. En ese entonces no existía Amazon ni Internet pero me las ingenié para conseguir los mejores libros que existían en el planeta sobre el tema.  Entusiasmado me puse a elaborar fichas documentales, textos y todo aquello que sustentara mi argumentación. Compartía mi inquietud con mis compañeros más cercanos. Un buen día al inicio del semestre, llegó un nuevo condiscípulo. Era mucho mayor de edad pero de forma sencilla casi humilde se sentó en un pupitre junto a mí.

–¿Cómo te llamas? ¿Apenas ingresaste a la carrera? ¿Pero por qué empiezas una licenciatura a tu edad?—fueron algunas de las interrogantes con las que le bombardeaba.

De forma sencilla me respondió que era sacerdote jesuita, que venía llegando del Vaticano, que era Doctorado en Filosofía y letras pero que como había colaborado en Radio Vaticano y el L´Osservatore Romano le había interesado estudiar comunicación.

Su nombre: Javier.

Se hizo amigo de la pandilla de estudiantes que formábamos –los que nos considerábamos marginales–, pues no pretendíamos ostentarnos como “intelectuales” ni “sabelotodos” como los compañeros más “snobs” de la generación.  Los viernes le invitábamos y se iba a comer con nosotros al jardín de la casa de un compañero donde realizábamos una “Ostionada” donde degustábamos un enorme costal de ostiones en su concha que previamente comprábamos en el mercado de La Viga y los combinábamos con cerveza y otros mariscos.  Ya al atardecer, lo regresaba en mi auto a la residencia donde vivía.

Le conté mi frustración, cuando después de muchas jornadas de antesala y siempre plantándome en mis citas, el Maestro Jara finalmente me había recibido. Parco en su trato, le mostré el ante-proyecto y el legajo de papeles que llevaba ya escritos. Apenas si les dio un vistazo y me dijo:

–La contaminación no es un tema relevante para México.

Cerró mi folder, devolviéndome los papeles y me despachó.

Foto sinembargo.com
Foto sinembargo.com

 

Javier escuchaba pacientemente mis quejas y así transcurrieron dos semestres más.

Al inicio de cursos, esa mañana el rumor de que habían cambiado Director de la carrera se esparció por los corredores. Estaba yo sentado en el anfiteatro del salón de clases iniciando una sesión cuando de pronto entró la secretaria de la dirección y pidiendo permiso al profesor preguntó por mí. Pensé que algo terrible estaría pasando para que me llamaran a la dirección de la escuela. La acompañé bastante nervioso y al entrar a la oficina me dijo que pasara al privado del Director que ya me estaba esperando.

Con gran sorpresa descubrí a Javier Martínez.

–¿Javier? ¡No me digas que eres el nuevo director de la licenciatura!—exclamé con incredulidad.

Asintió y nos pusimos a platicar.

Había transcurrido año y medio cursando la licenciatura como discípulo encubierto para evaluar maestros, programa de estudios, conflictos y oportunidades para mejorar la licenciatura.  Me explicó que había un terrible cuello de botella que impedía que los egresados –al terminar sus materias–, se recibieran rápidamente por más que intentaran presentar sus respectivas tesis, los rechazaban.  Esto obedecía a que los reglamentos de la Universidad exigían que el claustro de profesores contaran con al menos una licenciatura. Una sutil mafia controlaba el claustro.

Me comentó que ya había consultado con el Rector y que había conseguido autorización para que yo impartiera algunas materias y además conformara un taller de elaboración de tesis para agilizar la recepción de los más de 90 egresados ansiosos por titularse.  Ofreció ser mi director de tesis para que al término de mi licenciatura me recibiera rápidamente. Acordamos otro tema de titulación, que también estaba de moda sobre programas de Identidad Corporativa.

Todo mi material sobre ecología y contaminación se lo doné a un compañero que finalmente se tituló con ése tema.

Hoy en Cancún, reunidos los expertos de la COP 13 declaran que “Están en juego la vida y el futuro de la humanidad”…todo por un tema que no era relevante para el profesor Jara: La contaminación ambiental.

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Tajamar, Cancún, Quintana Roo, México

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