México es un país muy rico.
Quizás por poseer tanta riqueza es poco apreciada la creatividad.
En otros lares la creatividad es enaltecida y bien pagada. Tenemos ejemplos que sobran. Sin embargo, en México hay tanta creatividad que se le menosprecia, se le regatea y se mal paga.
Llevo varios años insistiendo en que se legisle y regule el patrimonio intangible de México. Vienen las Carolinas Herreras, los fabricantes de bolsos, corbatas y moda a fusilarse los diseños del arte popular mexicano. No se diga de los alebrijes y de las festividades de muertos que han sido jugosamente capitalizadas por Disney y demás productores de cine o tv.
Hoy me despierto con la noticia que un juez le ha otorgado a una empresa extranjera propiedad del venezolano Carlos Dorado los derechos para comercializar con el nombre, la imagen de Frida Kahlo aplicada en muñecas tipo Barbie, bolsas, ropa y tazas. Se llama plagio o robo o piratería o saqueo. Hace na década alguna empresa china registró a la Virgen de Guadalupe.
Frida es ampliamente conocida en todo el mundo y resulta ahora ser una franquicia muy jugosa para estos mercaderes que sin ser creativos abusan de la riqueza creativa de México.
Algún día habré de narrarles mi primer contacto con la obra pictórica de Diego Rivera y Frida Kahlo cuando apenas tenía yo seis años pero que indudablemente me impresionó el poder ver sus óleos de cerca y escuchar las anécdotas de estos dos personajes que confieso: nunca he admirado.
Crear es una cualidad que poseemos todos los seres humanos. Como se los explicaba a mis alumnos: Todos somos potencialmente creativos, lo importante es adquirir el oficio de ejercitar la creatividad, de hacer que lo lógico sea ilógico, que lo común se convierta en extraordinario y que el producto de ese esfuerzo pueda llegar a ser memorable, recordado o apreciado.
La creatividad es el bien más gratuito que podemos generar pero en nuestro país es el bien menos preciado. Con extremada facilidad piensan que una foto, un video, un dibujo o una pintura puede ser usada sin compensar al artista. Los músicos y los artistas plásticos los ven como personas que se merecen vivir en la pobreza y en la angustia. Los actores que no son famosos o los cantantes que no tienen el aparato mercadotécnico para ocupar los lugares estelares los ven disminuidos como poca cosa.
“Se casó con un violinista…cuando tenía tantos pretendientes con dinero”. “Es un pintor muerto de hambre”. “Esa idea ya la teníamos en la empresa desde hace tiempo”.
Regatear a quien escribe, compone, dibuja, diseña, pinta, teje o esculpe, es parte de un deporte de quien compra. “¿En cuánto me lo va a dejar?”, “La verdad, lo que escribió no vale lo que me quería cobrar”, “Ni que cantara tan bien como para querer cobrar como los famosos”, etc.
Periódicamente escuchamos las escandalosas subastas en Sotheby´s o Christie´s de las piezas arqueológicas de arte mesoamericano que fueron saqueadas de nuestros países y que alcanzan elevadas cifras como premio a los rateros que sustrajeron patrimonio de una nación.
La riqueza cultural y artística de nuestro país debe ser redimensionada y se deben crear estrictas leyes nacionales e internacionales para detener el persistente atraco. Debe haber castigo no solo a las casas de subasta, a los coleccionistas o a las firmas que roban los diseños sino penalizar a los países que consientan dicha forma de robo. Disney se robó las historias de Winnie the Pooh, Pinocho, la Bella Durmiente y tantas historias más sin retribuir a sus autores o a sus herederos regalía alguna.
Vemos con qué saña han perseguido y encarcelado a Julian Assange y por el otro lado vemos a los coleccionistas y a poderosas casas de moda disfrutar del robo de la creatividad.
Debemos transformar esa mentalidad de menospreciar la creatividad y darle su auténtico lugar como el bien más preciado que los seres humanos podemos generar.
Foto de Guillermo Kahlo, internet Wikipedia.
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