Cómo encontré a Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez ha muerto. Todos los medios se desbordan en notas e informaciones sobre el fallecimiento del premio nóbel de literatura.

A sus 87 años era lógico que corriera el riesgo de morir y en efecto, fue crónica de una muerte anunciada. No solo porque salió del Instituto Nacional de la Nutrición (hospital) para «recuperarse» en su casa. Noble decisión de sus médicos a sabiendas de que le quedaban pocos días de vida. Me imagino que existen miles de artículos mucho más interesantes que el mío para referirse al autor. Sin embargo, he querido contarles cómo fue que le descubrí y lo que me aconteció cuando me atrapó.

Tendría yo escasos 12 años. Era una tarde de viernes como a eso de las 3 de la tarde, justo después de haber terminado de comer. Mis padres solían irse a dormir siesta y esa tarde yo no tenía tareas escolares que hacer. Subí al segundo piso de la casa y precisamente en el vestíbulo estaban las paredes cubiertas de tablones donde mi padre apilaba sus libros. Era la biblioteca de la casa. Todavía recuerdo como fui recorriendo los lomos de los libros alineados buscando algún título o tema que me interesara.

Mi padre era un hombre muy culto y sus gustos  de lectura eran de los más variados. Súbitamente me detuve en un libro que tenía un error tipográfico /o eso creía yo) puesto que mostraba una letra «E» invertida. Me dije a mi mismo: «Se equivocaron». Saqué el libro del estante, y vi que la portada tenía el mismo error: Cien años de Soledad por Gabriel García Márquez, con la última E de la palabra Soledad, invertida.

CIEN AÑOS 1

Era blanco y tenía como motyivos del decorado varias de esas estampas con pegamento que se usaban para rotular los cuadernos escolares.

Portada diseñada por Vicente Rojo *

Pasé la página y vi que se lo dedicaba a Jomi García Ascot y  a María Luisa Ekio**

Inicié la lectura de la novela. Algo insólito en mi. Leí sin interrupción hasta la hora de merendar. Regresé a mi habitación y pasé la noche en vela leyendo. Desayuné y continué la lectura. Comí y seguí. Ya para la noche del segundo día, la fiebre me consumía. Estaba atrapado en la selva de Macondo. Amaneció el domingo en un lecho sudoroso, febril, agotado concluí las 350 páginas de la edición de Editorial Sudamericana. Cerré el libro y descubrí el realismo mágico en todo su esplendor.

Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez es el único libro que me ha causado fiebre en mi vida.  Es el primer autor latinoamericano que leí y que me abrió las puertas para descubrir el «boom» literario de América la sojuzgada, América la nuestra, la de los siempre encadenados países por los imperios.

También confirmé que la narrativa de Gabo (Gabriel García Márquez)  se asemejaba alas interminables narraciones que mi padre nos hizo a lo largo de los múltiples viajes por todo México. El realismo mágico era la forma de ser de nuestros pueblos, eran las historias de nuestras gentes, eran la sangre que nutría nuestras venas.

Gracias Gabriel García Márquez.

Juan Okie

*Muchos años después tendría en mis manos un cuadro de Vicente Rojo y sabría de la importante trayectoria del artista plástico español refugiado en México tras la cruel dictadura del asesino católico Francisco Franco.

** También pasaron varios lustros antes de que supiera la parte no tan difundida del quehacer de Gabo en la industria publicitaria. Para subsistir en México, con la ayuda de Jomi, Gabriel Barcía Márquez redactó textos para anuncios publicitarios en JWalter Thompson y MCCann Erickson Stanton.

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