Libros sin escribir

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Narrar historias es inherente al ser humano evolucionado, es decir al Homo sapiens sapiens.  Desde los tiempos más remotos, guareciéndose de las inclemencias del ambiente y protegidos en sus cuevas, chozas o palafitos, los humanos se reunían en torno de la fogata y narraban sus historias. Los que habían salido a recolectar alimentos, los carroñeros que recogían fragmentos de animales muertos que les quitaban a otros depredadores, los ancianos que relataban historias de tiempos pasados y las mujeres que narraban las gracias de sus pequeños niños o de las incidencias domésticas.

La tradición oral fue siendo el medio de comunicación más utilizado hasta años recientes por los seres humanos.  Si todos los relatos de nuestras familias y de nuestros ancestros se pudieran publicar en libros, cubriríamos de seguro varias capas del planeta tierra con esos libros.  Son incontables las anédotas que se construyen entre las personas y sus familias o compañeros de trabajo, amigos, conocidos, etc.  Podemos imaginarnos todos esos relatos como “libros sin escribir” pero que queramoslo o no, han dado forma a nuestras civilizaciones y culturas.

El linaje de nuestras familias, las rivalidades históricas, los chismes e intrigas, por siglos se han ido acumulando y se seguirán acumulando para construir la más grande de las bibliotecas virtuales. La biblioteca de la memoria humana.

Sin embargo, un fenómeno por demás interesante está sucediendo en la humanidad y es que con el advenimiento de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, los estudios más recientes nos enseñan que los humanos estamos dejando de reunirnos para contarnos historias.

Las personas se sientan alrededor de la mesa, se saludan y lentamente empiezan a usar sus dispositivos móviles para desconectarse de la reunión.  En las oficinas, se textea más y se navega por internet que en lugar de convivir con sus jefes, subalternos, etc.  Las familias mismas dejan de compartir muchas vivencias por enfrascarse en el envío de memes, textos y twite.  El más patético ejemplo lo vemos hoy con los gobernantes que en lugar de dar conferencias de prensa o discursos, mandan twits y discuten las leyes o los juicios en las redes.

La comunicación verbal y las tradiciones orales deben rescatarse ante la pérdida de actividades comunitarias que le daban sentido a la familia, clan o sociedad.La palabra hogar proviene de la hoguera o fuego que calentaba a las personas que en torno a ella, compartían los alimentos y las historias que generaron los miles de millones de libros sin escribir..

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