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Octubre: Mes dedicado a la prevención de cáncer de mama

SIMBOLO CANCER MAMA

 

 

 

 

 

 

 

Ya se está convirtiendo en un una tradición el dedicarle el Mes de Octubre a la detección oportuna del cáncer de mama. En México, por el Cáncer de mama, entre 12 y 14 mujeres mueren diariamente… casi 5,000 mujeres al año.  Es la 2ª causa de muerte en la población femenina entre los 30 y 58 años, en nuestro país (México).  Para salvar vidas debemos erradicar el miedo, la desinformación y desesperanza.  Es posible detectar el cáncer a tiempo a través de la autoexploración de senos, visita anual al médico y realizar una mastografía a partir de los 40 años. Te invitamos a unirte a LA CAMPAÑA de detección oportuna del cáncer de mama Y AYUDEMOS A SALVAR VIDAS.

Recuerda: El miedo y el desconocimiento son más mortales que el cáncer de mama.

Visita nuestros videos: http://youtu.be/TlnzmCfh_To.

Lenguaje oral en México

En los procesos comunicativos de los mexicanos se le da un gran valor emocional al lenguaje hablado. Las palabras, su entonación, el manejo dual del sentido, el volumen y énfasis de lo que se dice cobra una relevancia prioritaria en las relaciones humanas. Si nos remontamos a la historia de nuestro país encontraremos que los pueblos mesoamericanos se basaban en una cultura oral y pictórico ideográfica.

Cuando se pierde la noción de la realidad

Leyendo, escuchando o viendo las noticias en los últimos días, un calosfrío empezó a recorrer mi cuerpo. Era sorprendente ver cómo los políticos y millones de personas perdemos la noción de la realidad. Les pongo algunos ejemplos:

Putín decide que Rusia se anexe a su territorio  Crimea. Los demás gobiernos dan gritos y sombrerazos. Prometen bloqueos económicos y rpresalias contra Rusia.

En un bello estado de la república mexicana, el gobierno mexicano asuzaa unos civiles para que convertidos en «autodefensas» se dediquen a perseguir y matar a los llamados «Caballeros templarios», con la anuencia del Ejército y Marina,. Estos llamados autodefensas parecían cabras de monte pertrechados con armas de grueso calibre persiguiendo a los enemigos ante un ejército impávido. Para luego anunciar que habrá un desarme y a un grupo de estos «defensores del pueblo»los convierten en Guardias Rurales y los enseñan a marchar. A los que no se unen, los comienzan a acusar de crímenes y asesinatos.

Más de 200 niñas nigerianas son secuestradas y convertidas al Islam y se anuncia que habrán de ser esclavizadas en pleno Siglo XXI. Los países más esclavistas históricamente hablando, dan gritos y sombrerazos.

¿Qué acaso no vemos la realidad? ¿Hemos perdido la noción de ella?

 

Cómo encontré a Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez ha muerto. Todos los medios se desbordan en notas e informaciones sobre el fallecimiento del premio nóbel de literatura.

A sus 87 años era lógico que corriera el riesgo de morir y en efecto, fue crónica de una muerte anunciada. No solo porque salió del Instituto Nacional de la Nutrición (hospital) para «recuperarse» en su casa. Noble decisión de sus médicos a sabiendas de que le quedaban pocos días de vida. Me imagino que existen miles de artículos mucho más interesantes que el mío para referirse al autor. Sin embargo, he querido contarles cómo fue que le descubrí y lo que me aconteció cuando me atrapó.

Tendría yo escasos 12 años. Era una tarde de viernes como a eso de las 3 de la tarde, justo después de haber terminado de comer. Mis padres solían irse a dormir siesta y esa tarde yo no tenía tareas escolares que hacer. Subí al segundo piso de la casa y precisamente en el vestíbulo estaban las paredes cubiertas de tablones donde mi padre apilaba sus libros. Era la biblioteca de la casa. Todavía recuerdo como fui recorriendo los lomos de los libros alineados buscando algún título o tema que me interesara.

Mi padre era un hombre muy culto y sus gustos  de lectura eran de los más variados. Súbitamente me detuve en un libro que tenía un error tipográfico /o eso creía yo) puesto que mostraba una letra «E» invertida. Me dije a mi mismo: «Se equivocaron». Saqué el libro del estante, y vi que la portada tenía el mismo error: Cien años de Soledad por Gabriel García Márquez, con la última E de la palabra Soledad, invertida.

CIEN AÑOS 1

Era blanco y tenía como motyivos del decorado varias de esas estampas con pegamento que se usaban para rotular los cuadernos escolares.

Portada diseñada por Vicente Rojo *

Pasé la página y vi que se lo dedicaba a Jomi García Ascot y  a María Luisa Ekio**

Inicié la lectura de la novela. Algo insólito en mi. Leí sin interrupción hasta la hora de merendar. Regresé a mi habitación y pasé la noche en vela leyendo. Desayuné y continué la lectura. Comí y seguí. Ya para la noche del segundo día, la fiebre me consumía. Estaba atrapado en la selva de Macondo. Amaneció el domingo en un lecho sudoroso, febril, agotado concluí las 350 páginas de la edición de Editorial Sudamericana. Cerré el libro y descubrí el realismo mágico en todo su esplendor.

Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez es el único libro que me ha causado fiebre en mi vida.  Es el primer autor latinoamericano que leí y que me abrió las puertas para descubrir el «boom» literario de América la sojuzgada, América la nuestra, la de los siempre encadenados países por los imperios.

También confirmé que la narrativa de Gabo (Gabriel García Márquez)  se asemejaba alas interminables narraciones que mi padre nos hizo a lo largo de los múltiples viajes por todo México. El realismo mágico era la forma de ser de nuestros pueblos, eran las historias de nuestras gentes, eran la sangre que nutría nuestras venas.

Gracias Gabriel García Márquez.

Juan Okie

*Muchos años después tendría en mis manos un cuadro de Vicente Rojo y sabría de la importante trayectoria del artista plástico español refugiado en México tras la cruel dictadura del asesino católico Francisco Franco.

** También pasaron varios lustros antes de que supiera la parte no tan difundida del quehacer de Gabo en la industria publicitaria. Para subsistir en México, con la ayuda de Jomi, Gabriel Barcía Márquez redactó textos para anuncios publicitarios en JWalter Thompson y MCCann Erickson Stanton.

Premio Nobel de Literatura a Alice Munro

alice+munroLa escritora canadiense Alice Munro sorpresivamente ha sido designada Premio Nobel de Literatura 2013. ¿Por qué sorpresivamente? Porque es una talentosa escritora de cuentos y normalmente se les otorgan los premios a Novelistas, Ensayistas y Poetas. es digno de elogiarse este nombramiento.

Para mi:

«Los cuentos son el hilo invisible que une nuestras mentes para despertarnos desde niños, el poder de la imaginación».

Juan Okie

«La embajadora de las Marionetas»

Mireya Cueto Foto de Jesús Villaseca La Jornada

 

 

 

 

 

Mireya Cueto foto de Jesús Villaseca

Artículo de Carlos Paul    Periódico La Jornada
Sábado 27 de abril de 2013, p. 5

La dramaturga Mireya Cueto falleció a la edad de 91 años, a causa de un derrame cerebral, la mañana de ayer en la ciudad de México.

Por su incansable labor en el teatro de títeres recibió múltiples reeconocimientos.

Hace unos meses, con hablar pausado, en charla con La Jornada reconoció que se interesó mucho por el sufismo, por la filosofía sufi. “Me gusta mucho por la manera en cómo manejan la información”. Asimismo, reiteró su preocupación de por cómo hoy día se manipula a los niños y se les da poca libertad creativa.

“Lo que me choca es que a los niños no les dan la libertad de ser creativos. Porque les dicen cómo hacer las cosas. El problema son los adultos. Obligan a los pequeños y no los dejan en libertad.”

Como creadora de numerosos personajes, la maestra Mireya  Cueto recordó a uno de sus más memorables, Rudín, y cómo es que le dio fisonomía. “Una vez estaba tratando de modelar su nariz, con un cartoncito, pero en eso que me acuerdo que me comí un mango y de ahí salió la idea; le puse de nariz el hueso de un mango”.

En la plática, la artista recordó la obra Cuentos islámicos, y al personaje del sultán y al jorobado. “Por mis manos pasaron muchos títeres. Empecé a hacerlos como a los 15 años. Mi mamá me los encarcaba. Me tocaba los más latoso, me tocaba siempre las pelucas y las barbas, los tocados. Las cosas más difíciles me las encargaba a mí, porque tenía mucha paciencia y facilidad manual”.

De ahí, comentó, siempre me interesó que las obras siempre fueran bien pensadas y bien hechas, que tuvieran un mensaje para los niños. “Los maestros de las escuelas eran horribles, porque no entendían a los niños, no los dejaban decir lo que pensaban. La cuestión, en realidad, es que los niños sí tienen libertad, nada más no hay que quitársela”.

A los pequeños, para no quitarles su libertad, “hay que escucharlos, escucharlos siempre, pues llegan a decir cosas muy inteligentes”, consideró Cueto.

Entre los distintos recuerdos que acudían a su mente, narró que “a Salvador Novo le decíamos Salvador Nabo”. Una vez, evocó la maestra, un niño le preguntó al otro: ‘oye, ¿cómo los mueven?’, refiriéndose a los títeres. Y alcancé a oír que el otro le respondía: ‘ay tú, pos por electricidad.

“La televisión la odio y nunca la vi”, añadió tajante. “Los niños siempre ven televisión porque no les queda de otra. Ahí los padres los dejan, porque se tienen que ir a trabajar, qué le van hacer”.

Mireya Cueto es autora de Apuntes sobre la experiencia artística, libro en cual reflexiona sobre el quehacer teatral del arte de los títeres. “Lo que cuenta en este oficio es la experiencia. Hay que respetar, reiteró, lo que piensan los niños. Siempre defendí la inteligencia y la sensibilidad”.

“La creación y la pedagogía son dos cosas muy importantes y siempre van juntas”, destacó.

Fue difícil que se reconociera el trabajo del arte de los títeres, apuntó la maestra. “Había un cierto desprecio terrible”.

Entre los montajes “que más me gustan está el que trata sobre San Juan de la Cruz, María Egipciaca y el de Quetzalcóatl. Estudié mucho a San Juan de la Cruz y leí como ocho veces El Quijote; era mi libro de cabecera”.

Mireya Cueto fue reconocida como la gran embajadora de México en el arte de títeres y por impulsar el desarrollo de programas de radio y televisión para niños.

Narradora y dramaturga, Mireya Cueto nació en la ciudad de México el 3 de febrero de 1922. Estudió la licenciatura en historia moderna y contemporánea en la UNAM. Fundó el teatro de títeres y actores Tinglado, se dedicó a la investigación, producción y dirección en este ámbito.

Fue colaboradora del teatro guiñol del INBA y guionista de programas infantiles de radio y televisión; integrante de Unima; Premio Rosete Aranda del Museo Nacional del Títere en Tlaxcala, fue distinguida con la medalla Mi vida en el teatro por el Centro Mexicano ITI/Unesco/Unima.

En 1981 realizó y dirigió No rebuznaron en balde, con textos de El Quijote y Cuentos islámicos. Becaria del Sistema Nacional de Creadores de Arte en varias ocasiones; realizó algunas obras en teatro de sombras, entre ellas La leyenda de los soles y Perséfone.

A finales de 1998 participó en el homenaje a Silvestre Revueltas, con la presentación de la obra de teatro guiñol El renacuajo paseador. Figuró en la lista de honor de IBBY México 1982 por El traje del rey. Premio de Literatura Infantil Juan de la Cabada 1978 por Viajes de Ozomatli y Don Armadillo.

Mediante su cuenta de Twitter, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) emitió sus condolencias por el lamentable fallecimiento de la dramaturga, quien en febrero de 2012 recibió la medalla Bellas Artes en reconocimiento a su trayectoria de más de 70 años dedicados al teatro.

En aquel momento, Alejandra Peña, subdirectora de Patrimonio Artístico del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), reconoció a Cueto como una destacada figura quien ha contribuido enormemente al conocimiento de la investigación y difusión de la literatura infantil y del teatro guiñol.

También a través de sus respectivas cuentas de Twitter han expresado condolencias la Coordinación Nacional de Literatura del INBA y la Compañía Nacional de Teatro, que publicó: “La @CNteatromx lamenta el fallecimiento de la dramaturga y titiritera mexicana Mireya Cueto”.

La radiodifusora de la Secretaría de Educación Pública escribió: “Radio Educación lamenta profundamente el fallecimiento de la dramaturga y marionetista mexicana Mireya Cueto. Descanse en paz”.

Desde 2001, la Coordinación de Desarrollo Cultural Infantil del CNCA, Alas y Raíces a los Niños, creó el Festival Nacional de Títeres Mireya Cueto.

Escribió Un cuento de papel, El traje del rey, Viajes de Ozomatli y Don Armadillo, La cucarachita Mandinga y el Ratón Pérez, El hombre que no podía volar, Cantos y Cuentos y El cuento más antiguo.

Maestra de generaciones de titiriteros, Mireya Cueto deja un enorme legado creativo, técnico y ético en el que se amalgaman la pedagogía, la sensibilidad, la inteligencia y el comportamiento del creador escénico, del cómo dirigirse a los niños. “Hay que ser congruente con lo que uno hace creativa y pedagógicamente”, decía.

El cuerpo de la dramaturga fue velado en los servicios funerarios del Issste, ubicados en avenida San Fernando, al sur de la ciudad.

Una mirada a Alejo Carpentier

Alejo Carpentier: Conclusiones
Alejo Carpentier es un literato que no puede circunscribirse dentro de un grupo o una generación narrativa específica dado que rebasa los paradigmas establecidos. Es un autor permanentemente en re-invención que logra crear un estilo propio y que será determinante para influir en la narrativa universal, sobrepasando su influencia natural en el cosmos literario del siglo XX.
1. Germinal
No en vano Alejo Carpentier escribió un maravilloso cuento: Viaje a la semilla. La germinación es un proceso natural no solo del reino vegetal sino en el reino animal, la fecundación inicia un proceso de desarrollo que habrá de gestar la estructura morfológica que tiene la potencialidad de crecer hasta madurar, reproducirse y morir. La primer novela de Alejo Carpentier sienta las bases, más bien, siembra las semillas de lo que habría de germinar y madurar como lo REAL MARAVILLOSO.
Ecué-yamba- O es la obra germinal de Carpentier que impregna el olor del sudor tropical y nos sumerge en el universo negro del caribe. Ese inicio –rechazado y auto-censurado por el propio Carpentier – desarrolla una narrativa con vocablos locales y expresividad de los negros habitantes de las islas donde los frijoles se comen con arroz*, se juntan, conviven, sazonan pero son dos universos diferentes.
*Arroz con Gri. En Cuba.
En el periodo germinal de Alejo Carpentier su obra se inserta en un contexto literario y cultural afro-caribeño. Aún no llega a dominar el horizonte latinoamericano. Carpentier abomina la literatura costumbrista o folklorista. De ahí que desarrolla una capacidad de sumergirnos en el inframundo del bohío, un entorno propicio para los marginados, los obscuros, los olvidados por las castas superiores. Su infancia queda marcada a través de la convivencia con el ghetto caribeño.Su culta parentalidad y su vida trashumante le permitirá posteriormente alcanzar la universalidad que lo ubicará como uno de los grandes literatos universales.
Esta semilla inicial aporta las bases de lo “real maravilloso”. El autor tendrá un don que le permitirá internar a sus lectores en un mundo tan real que se siente, se saborea, se suda y se huele. El realismo que sobrecoge y se convierte en maravilloso. La exhuberancia narrativa es barroca y va a la par de las descripciones con lo intrincado del lenguaje que el Autor usa.
2. La búsqueda de raíces
En elnprólogo de El reino de este mundo, Alejo Carpentier hace una clara definición de lo que será la manera de pensar y escribir. Sin embargo, a lo largo de su obra tendremos como una constante su necesidad de búsqueda . El objetivo de su búsqueda será precisamente ubicar su identidad. Se debate en tres mundos: el caribeño latinoamericano, el francés y el ideológico (Madre rusa, el socialismo y su inserción en la revolución cubana. El mundo europeo, real y tangible pero por el otro lado el mundo caribeño que es maravillosamente exuberante.El tercero podría ser, el mundo del socialismo con el que se vio inmerso y comprometido, con un dejo de su herencia rusa..Esta toma de posición nos revela que hay una necesidad de sentirse latinoamericano, de distinguirse del escritor europeo pero que no deja de conservar el clasicismo de su educación. En especial, el “academicismo” francés.
Carpentier es un precursor del re-descubrimiento de las Américas, de recobrar la identidad cuya experiencia temprana influye en recuperar el orgullo hispanoamericano.
En su ensayo Paz Soldán reafirma esta necesidad de crear la identidad americana (no en el sentido norteamericano) sino hispanoamericano, pero crítica en cierta forma, el rechazo caprichoso de Alejo a quienes forjaron sus antecedentes literarios.
La opresión que Carpentier deja entrever del rigor europeo, tanto francés como ruso, y el contraste con la libertad “campechana” del Caribe, lo empuja a tratar de deslindarse.
Hasta cierto punto podríamos decir que Carpentier tuvo una etapa adolescente que se rebela en contra del autoritarismo paternal de la Francia, incluyendo del surrealismo imperante.
Su gusto por las lecturas medioevales incidirán en mucho de su obra, ya que sus relatos poseen esas características de las novelas de caballería y sus momentos épicos. Los personajes irán cambiando de escenarios, en cierta forma parecidos a los Cuentos de Canterbury, Bocaccio o del Ingenioso Caballero Don Quijote, en una búsqueda por encontrar un “santo grial”, producto de la imaginación. Tropicaliza este tipo de narrativa y lo sitúa en el Caribe. No hay realidad más verdadera que aquella que puede uno construir con el afán de maravillarse.
El caribe y en especial su contacto con el ambiente afro-cubano repercuten vitalmente en Alejo Carpentier. Su rechazo al “surrealismo” europeo lo empuja a sentirse más identificado con el mundo americano que no deja de ser surrealista.
3. El encuentro con su propio estilo
Alejo Carpentier necesitaba definir su estilo. La búsqueda iniciada en Ecué-Yamba-O y que tanto le provocaba conflicto, llega a consolidarse como una obra madura en El
. Sin embargo debemos estar conscientes de que en el principio del Siglo XX había una tendencia “intelectual” de definirse y establecer sus escuelas o corrientes literarias. Así vimos cómo se dieron el dadaísmo, el cubismo, el estridentísmo y sobre todo, el surrealismo. Alejo Carpentier tenía la opción de crear su propio estilo o bien adherirse a una corriente con la que se identificase más.
Esta toma de posición la realiza Alejo Carpentier a través de El reino de este mundo y en donde finalmente crea su definición de “Lo real maravilloso” con la espléndida narración de esta novela como ejemplo.

Formado con el rigor europeo e imbuido en la atmósfera intelectual francesa, Alejo necesita “justificarse”, explicar en cierta forma el qué y el por qué de su novela. De ahí que vamos a ver en su misma historia de El reino, cómo se entretejen los dos mundos, el europeo y el antillano. Las pautas nos las indica en su prólogo y lo despliega con todo su esplendor creativo a través de cada línea.
Carpentier logra innovar la narrativa histórica en El Reino de este mundo y la transforma en una excusa para viajar por los sucesos de una forma maravillosa. No toma a los personajes de la historia verdadera, pero construye su novela con los «íconos» representativos de cualquier historia que sería real en ese territorio caribeño.
Carpentier ilumina el cosmos haitiano, Carpentier no posee la arrogancia de otros autores de hacer alarde de que su obra es un acto fundacional de la corriente literaria que está gestando.
En “El Reino de este mundo”, como bien dice el título mismo, sus personajes son terrenales, son reales, son de éste mundo.

Carpentier logra consolidar un estilo único, crea el mundo de “lo real maravilloso” que germina en sus vivencias tanto cubanas como haitianas, (Haití especialmente fue una inspiración mucho más vivencial y maravillosa por los elementos mágicos, rituales y musicales que descubrió durante su estancia en la isla), y el otro mundo, el de la Sorbona, la Academia Francesa y el mundo de elite intelectual europeo. Alejo no trastoca los valores aprendidos en Francia, sino que aporta elementos para interpretar lo que habrá de narrarnos. Dosifica su pensamiento critico imbuido del socialismo pero sin caer en el realismo socialista.

De su gran conocimiento del realismo y romanticismo del siglo anterior y su posterior inserción – fugaz- en el surrealismo, Carpentier evidentemente hereda directamente mucho de su manera de entender el arte. pero como adolescente rebelde, niega sus orígenes y los critica como una forma de reafirmar su identidad. Evita la construcción surrealista en su narrativa, por lo que existe una cronología, fechas exactas, episodios bien conectados unos con otros precisamente para evitar la manía surrealista que le repugna, y que en el prólogo ya la había señalado como inconexa, efectista, sorpresivamente engañosa y mecanicista. Es agudo, sarcástico y cruel al describir la decadencia. En pocas palabras, con su estilo propio la lectura nos envuelve y nos hace estar dentro de la historia y vivirla.
Para Carpentier existe la posibilidad de mostrarnos dos o más tipos de reinos, por una parte el mundo real que al observarse nos maravilla y es a través de esa fe que podemos cruzar el umbral y descubrir lo maravilloso que nos ofrece la realidad. Nos plasma lo natural de este mundo pero visto con esa fe y ése contagio emocional que solo se puede dar cuando se vive la experiencia de entenderlo en una forma maravillosa.

4. La consolidación
Alejo Carpentier es arquitecto al planear sus obras magistralmente y es una especie de compositor sinfónico orquestal que rechaza la improvisación y rompe las estructuras literarias al seguir una partitura. Recurre al leit motiv para hilvanar sus novelas y cuentos como si se tratase de una sinfonía. Por lo tanto hace una composición musical de cada novela e historia que narra. Para ello recurre a las variaciones, elemento indiscutible de la composición musical pero llevado a la literatura, le da una sonoridad exquisita. Carpentier viene a proponer un rompimiento estructural con todo lo conocido anteriormente en la literatura.
Su cultura impregna de intertextualidad sus narraciones e incursiona en la metatextualidad.
Siembra pistas para provocarnos en el campo de la interpretación semiótica como refiere Umberto Eco
Cada obra de Carpentier es un ejercicio creativo de una mente inquieta que busca provocar en el lector su interacción. Es decir, uno como lector re-inventa la historia y la percibe de distinta forma. Es un virtuosismo que detona en el lector la necesidad de interpretar lo escrito. Muy similar a lo que acontece con la música sinfónica,
Carpentier plantea lo real maravilloso ya no en la acción narrativa o en la descripción sino que la plasma en el plano de la reflexión, nos da pistas, palabras cortas que implican un sentido diáfano hacia lo real maravilloso. Dentro del proceso de consolidación Alejo se da licencias en algunas de sus obras pero más que licencias se re-inventa aunque es criticado por varios exegetas, entre ellos Leonardo Padura que disiente al decirnos:
“El acoso resulta una obra conceptualmente atípica en el universo de Carpentier, por cuanto no aparecen en ella ni un tratamiento sostenido y manifiesto de los elementos más visibles de su teoría de lo real maravilloso americano, concebida como la manifestación de una realidad altamente específica como ocurriera en las piezas anteriores, El reino de este mundo (1949) y Los pasos perdidos (1953)” o el mismo Julio Travieso que menciona en la introducción de El Acoso que existe una ausencia de lo real maravilloso.
Sofía Villarreal se cuestiona si El Acoso es Barroco americano, novela épica o novela total. Y en efecto, también Carpentier recurre a rescatar el barroco, haciendo un neo-barroco moderno.
Según Barbara Webb: “ Carpentier reta la imposición de la unidad de las culturas dominantes e intenta redefinir la universalidad de Occidente en términos de una perspectiva global. Esta perspectiva totalizadora se basa en la comprensión y la aceptación de que existe una compleja semejanza entre las culturas”.

El hecho de que Carpentier nos ofrezca una fresca e innovadora forma de narrar que combine lo real maravilloso con la literatura universal viene a darnos una “totalidad dividida”.
Por otra parte Leonardo Padura Fuentesngel Augier habla de ruptura, crisis y continuidad. Contemplando el paralelismo de Beethoven y Carpentier en una de sus obras, podemos estar completamente de acuerdo con el crítico. Beethoven hace una ruptura musical y de principios y Carpentier se debate entre vivir de periodista y escritor o publicista.
Aislados los dos, criticados ambos, gestadores de los más profundos cambios en sus respectivas artes y épocas.
La explicación más clara de lo real maravilloso lo encontramos con Leonardo Padura:
“Lo maravilloso, singular, cabría decir del contexto habanero no está dado aquí por las vías de asombro o la exaltación, sino por el de la identificación tipificadora capaz de dar consistencia narrativa a un contexto irrepetible, fruto de diversos entrecruzamientos históricos ubicados en el origen mismo de la ciudad. Pero, a diferencia de sus predecesores, Carpentier ya no necesita explicitar, contar, la historia de esas confluencias, sino apenas mostrarlas, hacerlas evidentes en sus armonías y contrastes”.
Los espíritus conservadores se molestan ante el cambio de valores que nos presenta Alejo Carpentier. Es un visionario, un virtuoso desafiante del orden establecido. Ya lo mencionaba Nabokov al decir que todo artista desafía a la sociedad del momento y por eso resulta incomprendido. También Vladimir Nabokov sugiere a sus alumnos que: “deben acariciar los detalles, los maravillosos detalles” de las obras literarias. Por eso, son los detalles que habrán de explicitarnos la obra de Carpentier.
El manejo del tiempo y las voces narrativas son radicalmente innovadoras, así vamos a ver que se manejan tanto narración en tercera persona y monólogo interior en primera persona como tercera del singular, monólogos interiores, dos ritmos temporales, intertextualidad y metatextualidad.
A Carpentier se le debe leer despacio, re-leer, repensar. Solo de esas “caricias literarias” podemos descubrir los procedimientos y valores que trascienden hacia la literatura hispanoamericana y universal.
Su obra en general posee un tratamiento intertextual de gran complejidad. Como nos lo hace saber Sofía Villareal: “se criticó … por su compleja experimentación narrativa de muy difícil lectura y, en consecuencia, el elitismo que promovía Carpentier en una obra que se consideró contradecía los presupuestos socio-culturales de este periodo, cuyo objetivo era influir en el espacio sociocultural alcanzando al mayor número posible de lectores”.
Con respecto al tratamiento metatextual, lo podemos explicar a través de toda la obra en donde Carpentier sin necesidad de escribir nos deja descubrir muchos de los elementos que componen sus historias que rebasan la frontera latinoamericana y se consolida como novela universal.

5. La línea del tiempo
Alejo Carpentier fue un arquitecto de la imaginación. Truncada su carrera en arquitectura, volcó su amor por el arte constructivo y decorativo en la arquitectura narrativa. Pero así como construye espacios y atmósferas imaginarias, es fiel a su vocación de lo real maravilloso y va impregnando sus descripciones narrativas, con elocuente muestra de sabiduría plástica y un manejo espacio-temporal de gran riqueza. Coincido con la autora Heude en que el manejo del tiempo, no desde el punto gramatical sino desde el punto de vista mítico, histórico y psicológico –para no decir psicoanalítico- que Carpentier logra en sus novelas son ejemplo de la narrativa que florece y alcanza su madurez a lo largo de la segunda parte del siglo XX. El tiempo se invierte, la noche es día y el día es la noche, el viaje a la semilla es una regresión temporal. El tiempo desempeña un factor narrativo de gran utilidad para plantearnos diversas tesis desde un hecho histórico como historia colectiva, individual y la oficialista impuesta desde el poder, así como el protagonismo tanto de héroes publicitados y héroes anónimos. El manejo de los espacios y del tiempo resultan fascinantes.
Asimismo reflexiona sobre el tiempo: “Siempre oigo hablar del Fin de los Tiempos. ¿Por qué no se habla, mejor, del Comienzo de los Tiempos?”—“Ése, será el Día de la Resurrección” —dijo el indiano. —“No tengo tiempo para esperar tanto tiempo” —dijo el negro… La aguja grande del reloj de entrevías saltó el segundo que lo separaba de las 8 p.m. El tren comenzó a deslizarse casi imperceptiblemente, hacia la noche. — “¡Adiós!”—“¿Hasta cuándo?” — “¿Hasta mañana?”—“O hasta ayer…” —dijo el negro, aunque la palabra “ayer” se perdió en un largo silbido de la locomotora… Con la percepción subjetiva del tiempo nos da la razón de lo real maravilloso.

6. Música literaria
La pasión por la música, el ritmo y las cadencias sonoras que influyeron desde niño en Alejo, encontraron tierra fértil en la literatura. Alejo Carpentier hace música con las palabras, las oraciones y los párrafos. Cadencias musicales cuyos instrumentos son las letras, los silencios y lo real maravilloso.
La literatura le permitirá navegar de la realidad a lo maravilloso que es este mestizaje cultural en el que vivirá inmerso. El periodismo será su maravillosa escuela del estilo que le dará flexibilidad, rapidez narrativa y capacidad de enfoque hacia lo concreto. El rigor Francés le servirá para ser un escritor metódico, pulcro y comprometido con la forma y el fondo. Alterna con los más destacados artistas plásticos y literarios de la época, convirtiéndose en un ciudadano del mundo. Desnos, Bretón y Hemingway dejarán profundas cicatrices en su memoria.
Vincula la música dentro de su narrativa, lo vemos en El Acoso donde “compone” una sinfonía lírica musical a base de textos literarios que narran una historia y la convierte en una novela corta. De la música nace gran parte de la construcción literaria de Carpentier. En casi todas, si no es que en todas sus obras lleva implícita la música, sea referenciada, en las descripciones o atmósferas que narra o en aspectos protagónicos del mismo trabajo literario. Implícita o explícitamente, la música es parte de la narrativa Carpinteriana.
Es así como de la música de los tambores, el jazz de inspiración negra, hasta el tango y la música clásica, le darán elementos para transformar la sonoridad en imágenes descritas, narradas con la limpieza de su estilo.
Su conjuntamos su obra veremos que es resultado de un concierto barroco, fruto del recurso del método, tenaz y fértil para nunca tirar el arpa y alejar la sombra de la ignorancia para disfrutar de la consagración de la primavera, en un mundo REAL y MARAVILLOSO que nos descubrió que existe en la música en las palabras como si fuera un mismo viaje hacia la semilla.

7. Ave fénix del Barroco
Como mencionábamos anteriormente, el barroco en la narración de Carpentier cambia totalmente la perspectiva que se tenía de este estilo caracterizado por lo abigarrado y Alejo lo transmuta en una percepción fresca, distinta…maravillosa. De las cenizas que parecía estar consumido el barroco, Alejo recrea el estilo en el Neo-barroco y lo combina con lo real maravilloso encontrando la afinidad, descubre que tienen algo en común y que claramente Carpentier explica: dice que el barroco es algo múltiple, diverso, enorme y que no debemos constreñirlo a una obra arquitectónica o a un sólo artista. Coincide con Eugenio D’Ors, que nos dice “que en realidad lo que hay que ver en el barroco es una suerte de pulsión creadora, que vuelve cíclicamente a través de toda la historia en las manifestaciones del arte. tanto literarias, como plásticas, arquitectónicas, o musicales: y nos da una imagen muy acertada cuando dice que existe un espíritu barroco, como existe un espíritu imperial.
Por eso Carpentier es determinante: “…y ese barroquismo, lejos de significar decadencia, ha marcado a veces la culminación, la máxima expresión, el momento de mayor riqueza, de una civilización determinada”.
Anteriormente habíamos ya planteado que podemos interpretar el sentir de Alejo Carpentier como una diferenciación clara entre estilo o corriente artística y algo superior, que para él lo es del Barroco.
El Barroco viene a ser una espíritu inherente al ser humano y que debemos interpretarlo como una necesidad de expresividad.
Para reflejar la esencia del hombre con su pulsión, urgencia y explosiva necesidad de comunicarse con sus congéneres indudablemente lo barroco es perfecto. Por algo menciona que “El barroquismo es como una constante humana”
Y se explaya: “…constante del espíritu que se caracteriza por el horror al vacío a la superficie desnuda, a la armonía lineal geometría, estilo donde en torno al eje central –no siempre manifiesto ni aparente- … se multiplican lo que podríamos llamar los “núcleos proliferantes”, es decir, elementos decorativos que llenan totalmente el espacio.”
En relación del Barroco en la literatura, Carpentier menciona: “la prosa barroca universal, prosa en la cual se intercalan unos entre paréntesis que son otras tantas células proliferantes, frases metidas en la frase, que tiene una vida propia y que a veces se enlazan con otros entre paréntesis que son otros elementos proliferantes.”
Define el concepto por él creado: “Con tales elementos en presencia aportándole cada cual su barroquismo, entroncamos directamente con lo que yo he llamado lo “real maravilloso”.
Alejo Carpentier logra que el Barroco renazca de sus propias cenizas.

8. Ideología y carácter
Carpentier desde su infancia se le percibe como un ser sensible comprometido con los más desprotegidos. Sus tempranas experiencias contribuirán a su formación ideológica. Permanentemente se estará cuestionando la función de las revoluciones en el contexto social. Desde tempranas obras refleja el impacto de la revolución francesa y su resultado final dentro de una sociedad. Si bien desmitifica el poder de Reyes, Príncipes, Cardenales, etc. Muestra una desilusión en cuanto al desenlace de los cambios sociales. Como ejemplo pone a la revolución francesa que no da origen a la igualdad-fraternidad y libertad añorada, tornándose en TERROR y atrapías de los nuevos poderosos.
Roberto González Echevarría señala “la relación discordante, incluso polémica, entre [los] pronunciamientos ensayísticos [de Carpentier] y su escritura novelística”. Plantea un cisma entre lo pensado escrito y lo creado escrito, que un hombre con la capacidad mental de Carpentier podía darse el lujo de manejar. Una mente creativa y fecunda como la de Alejo Carpentier no puede estar sometida a los totalitarismos absurdos.
Alejo Carpentier plantea el principio básico de la represión de las ideas y para ello recurre al ejemplo de la guillotina que cercena la cabeza, mata a los seres humanos por lo que piensan .
Es un caldero ideológico en permanente ebullición. Su recio carácter habrá de criticar a la intelectualidad burguesa, a la nobleza, las jerarquías eclesiásticas, los héroes, etc.
Rescata el pensamiento hispanoamericano y muestra su repugnancia por el surrealismo y por la perversión del realismo fantasioso o mágico.
Nos explica Eduardo San José Vázquez en su ensayo Las Luces del Siglo: Carpentier alejado de la herencia surrealista, establece una mística casi una exaltación del espíritu para llegar al límite, a una solución ontológica donde estar frente a la realidad, despojados de lo artificioso que puede ser el lenguaje narrativo, podemos descubrir lo maravilloso. El papel del escritor se fundamenta en rehumanizar la historia y el contexto sociocultural de sus personajes para mostrarnos la realidad desde una perspectiva maravillosa.
Su ideologíaa firme, convencida no se contamina en su obra literaria ni se convierte en un autor de pasquín político.
9. La nueva semántica
Emir Rodríguez Monegal nos indica que “bastaría atender a las palabras con las que Carpentier se refiere a los «lugares comunes del literato “enrolado”» para apreciar que “Carpentier se ha desembarazado no sólo del realismo socialista […], de las pestes, náuseas y alienaciones que proliferaban entonces, sino que ha puesto punto inicial y final a un debate que todavía sigue asomando su máscara en las tertulias literarias de la América Latina” . Pero la mejor manera de analizar esta cuestión estriba en leer a Carpentier. Criticar destructivamente es fácil, analizar a profundidad sus textos nos permite develar que Carpentier, al crear, es un autor fundacional de lo real maravilloso.
Y lo vemos en sus textos:
“Estas reflexiones me llevaban a pensar que la selva, con sus hombres resueltos, con sus encuentros fortuitos, con su tiempo no transcurrido aún, me había enseñado mucho más, en cuanto a las esencias mismas de mi arte, al sentido profundo de ciertos textos, a la ignorada grandeza de ciertos rumbos, que la lectura de tantos libros que yacían ya, muertos para siempre, en mi biblioteca.”
Textos que generan una nueva semántica al combinarse y adquirir un sentido diferente. A Carpentier no se le puede poner clasificación alguna, su obra supera las dimensiones de cualquier etiqueta.
Textos que dan sentido: “Desde antes llevaban ustedes las huellas de la muerte en las caras.” Sofía (El Siglo de las Luces)
Frases barrocas que al entretejerse con la lengua nativa, intertextos o metatextos, expresiones en francés e intercaladas por sonetos o versos, o inclusive sucesión rítmica de palabras que se perciben como tambores o latidos vitales generan la semántica Carpinteriana, difícil, compleja desafiante.
Palabras que encuentran su propia brújula y se orientan al hacer del texto descriptivo y narrativo un viaje a la imaginación que deja huellas imborrables, pues la realidad es cruda pero la percepción la convierte en algo maravilloso.
Su semántica novedosa le da una evolución narrativa no sólo a su obra, sino a la literatura latinoamericana y universal.
10. El legado
Carpentier dejó una sombra indeleble que difícilmente pudieron superar muchos de sus contemporáneos.
Es el lobo solitario que nunca pudo mezclarse con la manada de literatos.
Su herencia es gigantesca y sólo a través de su lectura cuidadosa y la interpretación fundamentada nos permite dimensionar y admirar a Alejo Carpentier.
Carpentier hizo un aporte exponencial de cultura, información, valores y costumbres antillanas y latinoamericanas, etc.
Carpentier realizó con agudeza sutil y lúcida crítica a lo establecido, sin aspavientos pero diseccionando las atrocidades del poder y la opresión.
Y nos aportó sabiduría literaria, imaginación creative, sentido de pertenencia y amor la música escrita en prosa.
«Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad».
Y rescató para nuestras emociones a América como lo Real maravilloso
“…saldrían de aquí cuando todo esto madurara un poco más y el continente cobrara una conciencia plena de sus propias posibilidades”. Alejo Carpentier, El Arpa y la Sombra.

Vamos conociendo a William…

¿Qué les cuento? Dentro de mis sanas locuras hace año y medio que me decidí estudiar una Maestría en Literatura y creación literaria. Ya mi tierna edad, regresé al pupitre, pero en esta ocasión, virtual, ya que es una Maestría en línea.
De todos modos ha representado un fuerte esfuerzo de humildad para después de haber sido catedrático en Universidades y hasta Coordinador de un subsistema, de pronto regresé a ser un humilde alumno.
Entre todas las materias que he tenido que ir estudiando, en este semestre me ha tocado: Shakespeare y el teatro Isabelino.
También significó una regresión a mis tiempos de primaria y secundaria. Pero vale la pena, con una visión adulta, regresar a visitar los temas y materias que anteriormente uno estudió bajo el estrés juvenil. Por eso, les invito a que vayamos conociendo a William o Guillermo o Billy, como ustedes más les guste.
A William Shakespeare lo conocí por primera vez en quinto de primaria cuando una rígida Maestra inglesa, Mrs. Martha DeVries nos platicó de él y leímos fragmentos de su obra. Imaginaba a Stratford-upon-Avon como un paradisiaco vergel de “cottages” o cabañas de tipo inglés, rodeadas de praderas y bosques verdes, cercos bajos con rosas trepadoras como enredaderas (de esas que les llaman “Romeos” porque cubren hasta los balcones).
Después, ya en la adolescencia, entramos de lleno a la lectura de Shakespeare y mi corazón juvenil descubrió las mariposas en el estómago al ir al cine y deleitarme con “Romeo y Julieta” en la versión de Franco Zeffirelli. Le vi, la volví a ver, compre el disco y supe lo que era estar enamorado del amor. En la madurez de la vida, he visto infinidad de sus obras en cine y pocas en teatro. Un día fui al estreno de “El Mercader de Venecia” con Al Pacino, Jeremy Irons, Joseph Fiennes, Lynn Collins dirigidos por Michael Radford. Como había ido a mi limpieza dental y obedeciendo a mi Odontólogo, prescindí de la Pepsi y opté por una infusión de Té verde. Me deleité con la película, regresé a casa y me enfundé en mis edredones disponiéndome a dormir. ¡Cuál sería mi sorpresa que no concilié el sueño!

Había algo que me perturbaba y que catalizado por el famoso Té energético, complicó toda la noche. En la película, hablaban de unas naves que venían con cargamento de oro y plata desde México. Eso me brincaba enormemente, porque si mal no recuerdo la época en que Shakespeare vivió fue del 26 de Abril de 1564 y fallece el 23 de Abril de 1616. En esa época, América ya había sido descubierta pero México era conocido como la Nueva España. Tomé la película de “Shakespeare apasionado” y la engullí en medio del insomnio. El sueño no se conciliaba. Me dirigí al librero y tomé mi grueso libro de “The Globe Illustrated William Shakespeare” y leí al Mercader de Venecia. En efecto, repetían que las naves venían de México. ¡Eso no era posible! En 1596 –fecha en que escribió esa obra– se le conocía como la Nueva España. Serían ya las 6 a.m. y tuve que arreglarme para iniciar mis labores. El efecto del Té me duró 48 horas. Pasaron varios veranos y compré un libro: The Reckoning: The Murder of Christopher Marlowe” por Charles Nicholl. No es un libro de literatura como lo enuncia el autor en el prefacio —es de criminalística— y describe con excelencia detectivesca las pistas de un asesinato cometido hace 500 años y en donde hace referencia de “El Judío de Malta” y su ríspida relación con William Shakespeare.
Fue entonces cuando William Shakespeare se convirtió en un complejo enigma del cual no he podido resolver del todo. Independientemente de la grandeza literaria de sus obras y lo escueto de la información existente sobre su vida privada, me parece un reto formidable el que nos pogamos a investigar más del afamado bardo inglés y indaguemos, en nuestra humilde perspectiva,lo que fue el personaje que más tinta se ha escrito en la lengua inglesa y en otros idiomas, quizás abundantemente. Los invito a que le vayamos sacando las pistas en futuras entregas dentro de mi blog y si alguien de los amables lectores que me visitan, desea enviar sus aportaciones personales que nos enriquezcan, apreciaremos enormemente publicárselas.
Mientras tant, vayamos conociendo a William.

La cuna vacía

El médico se detuvo ante el cadáver. A unos pasos, la enfermera lo observaba.
—No hay historia más terrible que la realidad —dijo el médico mientras leía la historia clínica; entre dientes pronunció: Paulina N.—; dudo que exista el destino, aunque al ver a esta mujer, pareciera que sí, y que hizo sus jugarretas con ella.
La enfermera cubrió con una sábana sucia el enjuto cuerpo de N. Dos mozos lo retiraron. La cama quedó solitaria, como si fuera una enorme cuna de barrotes descascarados. La humedad privaba en el ambiente.
II.
Más de veinte años años habían pasado desde el suceso de la cuna vacía. Fue en una habitación que no podía ser más lóbrega: escasos rayos de sol teñían los trapos que pretendían ser cortinas, raídos por el tiempo y el abandono.
Era una más de las viviendas pertenecientes a la fábrica de quesos El Buen Pastor. Un caserío formado por cuartuchos dispuestos irregularmente.
Entre charcos de agua y orines, habitaban los obreros con sus familias. Pagaban una módica renta que don Fidel, el propietario, les descontaba de la raya, ejerciendo un férreo control de sus vidas.
—¿Pues quién creen que les enseñó a ser mujeres?—se jactaba don Fidel con sus amigos—; las hago mujeres de a deveras. ¿Que cuántos hijos tengo? ¡Uy, ya hasta perdí la cuenta!
Sus amigos lo festejaban. Para ellos ejercer el derecho de pernada era una obligación, se honraba a los peones al no despreciar a sus hijas. Algunas de ellas concluían su juventud después de haber sido fugaces concubinas. Era como un «amasiato ocasional». Si quedaban preñadas, con gran habilidad él se deshacía de ellas y de los hijos registrados en la parroquia como cupula ilícita est de progenitor desconocido.
La vida de don Fidel transcurría sin sobresaltos. A los ojos de la sociedad, su familia era ejemplar, muy piadosa, especialmente por los espléndidos diezmos que ofrecía a la iglesia.
Un grito aterrador retumbó en el vecindario. Los perros no cesaban de ladrar. Rápidamente, salieron los vecinos más curiosos, en su mayoría mujeres. Una de ellas, la más corpulenta, de mirada torva, entró en la habitación y observó a la mujer que escandalizaba. En el suelo, una joven de piel muy blanca y grandes ojos verdes se encontraba asida con fuerza a los barrotes de una cuna vacía. Gritaba: “¡Mi niña!… ¡Se llevaron a mi niña!”. Ahogaba su voz por momentos entre el sorber de las lágrimas, la saliva y el moco.
—¿Cuál niña? —preguntó la mujer, suavizando la mirada mientras se acercaba a la cuna.
—¡Mi hija, Paulina! ¡Mi angelito! —la madre se veía desconsolada.
En ese momento, entraron otras vecinas. Buscando que se confirmara la inexistencia de una bebé, reparó la corpulenta:
—Dice que aquí tenía una niña y que se la han robado… ¿Han visto que tuviera una hija?
Las vecinas negaron al unísono mientras se retiraban, tratándola como si estuviera loca. Paulina permaneció llorando al pie de la cuna.
Se respiraba una pesada atmósfera mientras transcurrieron los días. El ambiente se magnificaba ante la amnesia colectiva. Nadie había escuchado el llanto de la niña, ni visto a ningún sospechoso. Para los vecinos, la loca arrimada estaba fuera de sus cabales. Tanta era su locura que hasta metió la cuna vacía a sus habitaciones sin estar embarazada. Algunos aseguraban que en las noches de luna se oían sus cantos arrullando al bebé.
Un día, la mujer se fue de El Buen Pastor.
III.
Al orfanato llegó una niña bautizada como Paulina. Le agregaron por apellido la letra N. La colocaron en un frío galerón de muros encalados que hacía las veces de dormitorio. Ahí, en una cuna con barrotes, la pequeña se arrullaba con rítmicos movimientos mientras su mirada fija se perdía en el infinito.
Previamente a la visita de los miembros del patronato, las monjas bañaban a los niños prodigándoles afeites de lavanda o flores de azahar. Cuando N. dejó la cuna a los nueve años, era una hermosa niña de cabellos negros, ojos verdes y piel blanca. Le dieron por cama una esterilla de petate con una pesada cobija de lana que olía a humedad.
La pequeña jugaba con sus amigas imaginarias; atesoraba flores y tréboles prensados entre hojas de papel de estraza.Rara vez hablaba. Se encariñó con una muñeca de trapo y en las tardes le gustaba arrullarla poco antes de acostarla. Poco a poco, como un delicado cisne, N. fue transformándose. Su cuerpo de suaves formas iba cobrando una esbeltez que llamaba la atención. A pesar de su callada presencia, muchos ojos se posaban en ella; algunos, para admirarla; otros, para desearla. Ese fue el caso de uno de los patrones.
Hombre rico, dueño de minas de plata y haciendas, don Diego tenía una devota esposa con siete hijos. Vivían en una casona en la lejana Tacubaya. Era familia de alcurnia con reputación de buenos católicos. Con su extraordinaria grandilocuencia, logró convencer a patrones y monjas que N. merecía una mejor vida que la del orfanato. Se ofreció ser su tutor.
Alistaron a Paulina y la madre superiora condujo a la jovencita hasta la portería. La anciana monja, con el rictus de amargada que le caracterizaba, salió del claustro y la entregó, no sin antes darle la bendición. Paulina N. subió al lujoso coche ayudada por don Diego. A un sonoro ¡arre! del cochero, los caballos iniciaron la marcha por la empedrada calle de Regina Coelli. Los ojos verdes de N. miraban con asombro a su acompañante. No entendía quién era ese hombre ni a dónde la llevaría. Era la primera vez que miraba el exterior del orfanato y que viajaba en un vehículo tirado por caballos. Observaba un mundo nuevo, desconocido: Las casas y edificios, el bullicio de las personas, gritos de pregones y maldiciones, puestos de flores, frutas y perros que ladraban a las ruedas del coche. Era tanta gente, de tan diferentes vestimentas y sombreros de las más diversas formas.
Acostumbrado al vacío, su estómago sintió un deseo de devolver, pero al no haber alimento, sólo pudo asociar el mareo y la basca a sus nuevas experiencias.
El carruaje se detuvo a un costado de la Catedral, cerca del Montepío. Los ocupantes descendieron. Tomándola firmemente del brazo, don Diego condujo a Paulina al elegante hotel. Subieron hasta el último piso, donde un ama de llaves los esperaba, abrió la puerta de la habitación decorada con hermosos tapices, gobelinos y ventanas de hierro forjado. Desde ellas, podía verse el trajín de la ciudad y el bello campanario de la Catedral.
Don Diego contempló a la muchacha mientras el ama de llaves la desnudaba.
Se acarició el bigote. “A esta la estreno y la entreno”, pensó al recorrer con su lasciva mirada el frágil cuerpo. Nada entendía la muchacha. Cuando quedó en paños menores, la servidumbre se retiró.
Ya solos, don Diego se transformó. La sujetó violentamente de la cintura. Instintivamente, la jovencita opuso resistencia.
—¡A qué rejega me saliste!
Empezó el forcejeo. El hombre trataba de restregar su cuerpo en el de ella. N. pateaba, arañaba, se sacudía, pero la fuerza del patrón la fue doblegando hasta que finalmente la condujo a empellones hacia la cama de bronce. Al rechazarlo, ella le golpeaba la espalda intentando zafarse. Fue inútil. De pronto, sintió cómo penetraba el duro apéndice. Gimió. Una confusión de sensaciones desconocidas se agolpó en su mente.
Atónita, la muchacha sentía el cuerpo del hombre acercarse y alejarse en una proximidad que nunca había experimentado. Cuando, sudoroso y jadeante, don Diego se separó, N. sintió un gran alivio. El se dirigió al aguamanil para enjuagarse. Paulina sollozaba mientras veía la sangre escurrir de su entrepierna para manchar el cubrecama.
El hombre llamó a la servidumbre y le dio instrucciones precisas:
—La señorita debe permanecer siempre desnuda dentro de las habitaciones. Por ningún motivo saldrá sin mi permiso. Los domingos iremos a oír misa de doce.
Las mujeres asintieron obedientes mientras recibían unas monedas de oro.
Para N., los días y las noches eran iguales. Pasaba las horas observando la calle a través de las ventanas. En ocasiones, veía fijamente los gobelinos. Sólo el tañer de las campanas de la Catedral la despertaban de su letargo.
Los domingos a las diez de la mañana, sin falta, llegaba puntualmente don Diego acompañado de un mozo. Cargaba la vestimenta que haría lucir la hermosura de Paulina durante la misa dominical. El ama de llaves junto con un par de doncellas se encargaban de alistarla para salir a misa.
El patrón sujetaba a N. del brazo mientras ambos subían al carruaje para sólo cruzar la calle. A fin de no manchar el vestido de ella, ni sus polainas, ordenaba al mozo de librea que pusiera un pequeño banco como escalón.
Al entrar a la Catedral, ante la absorta mirada de la feligresía, Paulina N. era objeto de admiración y de deseo. No faltaban quienes se cuestionaran si ella era hija del señor o su esposa o su concubina. Al concluir el oficio de las doce, la pareja regresaba al hotel. En la habitación, se renovaba el ritual de don Diego. Al terminar, se retiraba dejándola con su blanca desnudez.
N. empezó a granjearse la simpatía de la ama de llaves. Así transcurrieron semanas, meses, hasta que un luminoso domingo, después de que don Diego se retirara, el ama de llaves cubrió con un ligero fondo el desnudo cuerpo de Paulina y la animó a escapar.
Deambuló sin rumbo por las calles. Pasó el resto de la tarde sin saber a quién pedir ayuda o protección. Finalmente, llegó al caserío de la fábrica El Buen Pastor. Los perros comenzaron a ladrar. El mayordomo se asomó para ver quién merodeaba y descubrió a N. Notó que era una mujer bella, aparentemente desamparada. La recibió y la condujo a uno de los aposentos para ofrecérsela al jefe.
—¡Está como caída del cielo! —pensó el hombre, ordenando al capataz que le diese cobijo. No dilató mucho en buscar sus íntimos favores.
Ya habitando en una de las viviendas de los trabajadores, N. empezó a sentirse inflamada. Procuró fajarse el vientre para disimular la hinchazón y, previendo lo que ocurriría, se agenció una vieja y destartalada cuna. La metió dentro de la covacha y la puso en el centro de la habitación. Aprendió a cantar canciones de cuna.
IV.
Con el paso del tiempo, había desaparecido el interés del patrón por ella. Notó que se había convertido en la burla de las vecinas y decidió retirarse. Transcurrieron días, semanas. La joven deambulaba por las calles, cada vez más andrajosa. Dormía en un solitario callejón por el rumbo del mercado de Nuestra Señora de las Mercedes. Ahí encontraba con qué alimentarse.
Cuando un día, empezó a gritar y a llorar con desesperación, los parroquianos empezaron a arremolinarse y a mirarla con morbosidad. Llegaron los serenos y comenzaron a interrogarla. Se la llevaron a la comisaría, donde el superintendente tampoco pudo entender lo que le ocurría a esa mujer. Optó por enviarla al manicomio.
Ahí la condujeron por un largo corredor de mosaicos hasta el pabellón de incurables, acostándola en una cama con barrotes que semejaba una gigantesca cuna. La amarraron con unos esparadrapos.
Al percatarse de la llegada de la advenediza, un grupo de dementes rápidamente se acercó y rodeó la cama. Unos vestían batas blancas; otros se cubrían con zarapes. Había quienes llevaban la cabeza rapada; otros, con las cabelleras alborotadas, se rascaban obsesivamente, acaso por estar infestados de piojos o por algún reflejo nervioso. En los rincones del pabellón, los internos defecaban sin mostrar pena. Se oían lamentos, gritos, manotazos y riñas que los enfermeros lograban sofocar a base de baldes de agua fría y golpes.
Con tanto barullo, N. pasaba desapercibida para enfermeros y custodios. Paulina volvió a mecerse en la cuna y fue perdiendo el apetito. Alguna de las afanadoras se acomidió a quitarle las vendas que la mantenían amarrada. Mientras la desataba, se acercó para observarla bien y le pareció reconocerla.
—Me pareces conocida —le susurró al oído—. ¿Qué no eres la tal Paulina que vivía en El Buen Pastor?
La muchacha apenas pudo mover el rostro para fijar su mirada en la afanadora. Le brotó una lágrima como respuesta.
—¡Sí! —exclamó la mujer—; tú eres la que fantaseaba que tenías una hija y cantabas canciones de cuna en las noches. ¡Claro que me acuerdo! No se me olvida el día en que te deschavetaste todita y empezaste a gritar que te habían robado a tu hija! ¿Cuál hija? Si lo único que había en tu casa era una cuna vacía.

N. movió su cuerpo y se acomodó en posición fetal. Dejó en el abandono su hermosa mirada verde, la cuna estaba vacía.

Juan Okie G.