Balance

Balance

 

La naturaleza es sabia y una de las reglas fundamentales que nos enseña es el concepto de BALANCE.

Los seres humanos a veces pareceríamos que tenemos una natural inclinación a ser  suicidas porque nos empecinamos en romper esa regla.

El balance que nos muestra la naturaleza tiene como sinónimo la palabra equilibrio y en lenguaje científico se define como “Homeostasis”.

Si en el esquema de la cadena alimenticia rompemos un eslabón, producimos un desequilibrio que repercute invariablemente en todo el sistema.

Eso mismo acontece en nuestro cuerpo. Todas las células del organismo interactúan a base de sistemas y para estar sanas requieren de la homeostasis. En el momento en que empezamos a afectar a determinado sistema, el desequilibrio comenzará a causar estragos en todos los sistemas. Es así como deterioramos la salud, deterioramos el medio ambiente, afectamos al planeta.

El mecanismo original que posee la naturaleza para re-establecer el equilibrio es procurando eliminar a los agentes estresores que afectan su desempeño. Esto explica por ejemplo en nuestro cuerpo, el que se tengan ciertos padecimientos como el vómito, la diarrea, la fiebre e inclusive el dolor.

En el caso del medio ambiente la respuesta está en el cambio climático. Es un intento de re-ordenar a todo el sistemLa lección fundamental que debemos aprender de la pandemia es que nuestra vida es muy frágil y la debemos tratar con respeto, con amor y ternura buscando el balance en todo lo que hacemos, comemos e impactamos al entorno.

La pandemia nos acercó a cobrar conciencia de la muerte como algo que está latente en la vida de todos. La muerte no vista como el fin de un capítulo de la serie de televisión, sino como la obligada cita que establecimos desde el primer instante de nuestro origen vital.

Adicionalmente al aprendizaje de vida-muerte-fragilidad, aprendimos quizás que no necesitamos de mucho para vivir en equilibrio, aprendimos que no es necesaria tanta prisa y tantos excesos de movilidad, etc.

Un bello ejemplo de balance es el respirar. Al inspirar aire en nuestros pulmones, corresponde necesariamente exhalar el CO2 de la combustión interna que hemos efectuado. De pronto, en la pandemia se descubrió que el bien más importante era tener respiradores que sustituyeran a la incapacidad de respirar. Los oxímetros se convirtieron en un apreciado instrumento de medición para ver cómo estábamos oxigenando. La pregunta sería: ¿Cuántas décadas llevamos aniquilando el aire de la atmósfera?  Teníamos que llegar al momento en que a una persona la tienen que poner boca abajo para que pueda respirar con mayor facilidad y si no funciona así, es necesario intubarla para que una bomba mecánica le introduzca el aire que ya no puede inhalar con su sistema respiratorio.

En el terreno afectivo hemos tenido que descubrir la carencia de los abrazos, los besos y hasta el poderse saludar de mano.  Con el cubrebocas obligatorio hemos tenido que mirar a los ojos del otro y a vocalizar mejor las palabras si deseamos que nos entiendan las otras personas.

La lista de aprendizajes es interminable tanto como lo fue la peste bubónica en la edad media que dio origen al renacimiento. Una acertada palabra para describir la etapa post-covid o posterior a la peste bubónica.

El balance es entonces nuestra prioridad en todo lo que hagamos, pensemos y comamos. Para lograr el equilibrio o la homeostasis debemos ir a los básicos:

Lograr el balance en nuestro cuerpo: comer equilibradamente en cantidad y calidad, beber agua suficiente para un organismo que necesita del 60 al 80% del vital líquido, dormir de forma reparadora, hacer ejercicio moderado y RESPIRAR.

El balance emocional es el siguiente factor que debemos atender. Si tenemos pensamientos positivos y evitamos los negativos, tendremos un balance psicológico. Trabajar el interior de nuestra mente para lograr la homeostasis. Deshacernos de la basura mental que nos dan las redes, los medios masivos, los supuestos periodistas y “opinadores” de radio y televisión amén de las llamadas noticias falsas, rumores y chismes que nos comparten con singular alegría a través de whats-app y otras redes. La mejor forma de evaluar el contenido de la información es preguntarnos: ¿Me consta? ¿Qué fuente confiable es la que lo emite?, etc.

En el balance emocional también está el aprendizaje de tener nuestros espacios de soledad que hemos vivido en el confinamiento.

El otro balance es el de los recursos materiales y económicos. Hemos seguramente aquilatado lo valioso que es tener trabajo, comprar no por impulso sino con pleno convencimiento y cuidar todos nuestros recursos materiales.

 

Si recuperamos la llamada “normalidad” debemos reconfigurar nuestro estilo de vida. Administrar nuestros compromisos sociales, evitar la movilidad absurda, agendar nuestro diario programa dividiéndolo en: Me cuido- los cuido- nos cuidamos. Es decir: Me cuido en comer, ejercitarme, dormir y recrearme.  Los cuido a quienes conviven conmigo para que recuperen el balance saludable y nos cuidamos todos para crear un medio ambiente sano de convivencia, trabajo, esparcimiento y superación.

Ya vimos que no es tan difícil. Pudimos constatar –los que ya estamos vacunados–, que fue rápido, sin costo y con una logística impecable. Así debe ser la salud pública, la salud social y la salud familiar: Hermanarnos para ayudarnos.

 

Nuestra maestra la Naturaleza, nos pone el ejemplo con el BALANCE.