Un plato hondo

En toda vajilla encontramos distintos tipos de platos.

Estan los platos planos que se usan para emplatar el guiso principal, luego están los platos destinados para los postres que también son planosm así como los platos que acompañan a las tazas para servir el café o té . Es evidente que el plato que más se diferencía en una mesa es el plato para servir sopas y que también le llamamos plato hondo.

La gran virtud del plato hondo es que su forma cóncava le permite recibir líquidos sin que se desparramen fuera. Vamos, es un contenedor.

Muchos de nosotros somos como los platos planos. Recibimos los alimentos, los aprovechamos y hasta los dejamos limpios cuando el platillo estuvo más que exquisito.

En cambio otros somos como los platos hondos, recibimos la sopa o caldo, lo contenemos y nos vamos nutriendo lentamente de ellos.

Cuando me refiero al plato plano en una persona es para definir a aquella persona que todo se le resbala, solo le importa nutrirse y aprovechar al máximo que recibe. Más aún, si es soberbia esa persona hasta rebota aquello que le pudiera ser útil con tal de no mostrarse frágil para escuchar, recibir consejos y asimilar conocimientos. Es aquella persona que todo lo sabe y no va a aprender nada de los demás. Podemos decir que aquel ser es hasta frío e impersonal. No tiene la capacidad de tener empatía para con los demás.

El plato hondo recibe la calidez de la sopa o crema, la alberga para que la vayamos asimilando poco a poco, es receptivo a los consejos, a los conocimientos, a escuchar a la otra persona y posee lo más importante que es la capacidad de ser humilde.

Por algo las primeras vasijas que generalmente han encontrado los arqueólogos en cualquier tipo de civilización son vasijas similares a los platos hondos. Reflejan la necesidad de transportar el agua o los líquidos que de otra forma no se podrían llevar a otro lugar y se nos escurrirían de nuestras manos. Y por su característica de humildad no les dan el papel preponderante para exhibirlos en los museos contrario a los espacios que les asignan a jarrones, floreros y otro tipo de utensilios que son más de ornato.

Cuando somos como platos hondos, cobijamos muchas de las emociones recibidas, estamos ávidos de conocimientos, de aprender. Tenemos la humildad para aceptarnos ignorantes y estar dispuestos a escuchar al otro.

Los dos tipos de platos se pueden caer y se pueden romper. Así somos las personas: frágiles. Unos no aceptamos que nos podemos quebrar y otros estamos conscientes que muy probablemente vamos a terminar quebrados.

Pero si tenemos la capacidad de ser humildes podremos ser más resilientes ante la adversidad.