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Mirar hacia atrás (poesía)

Introducción
Durante la asignatura de Taller de Creación Poética se realizaron diversos poemas que correspondían a ciertas tareas.
A la entrega de éstas, tanto los compañeros como la profesora Dra. Patricia Camacho Quintos realizaron observaciones, comentarios y sugerencia de correcciones.
El presente trabajo presenta el trabajo revisado, corregido cuando las observaciones me parecieron pertinentes y cito textualmente lo que me comentaron aquellas personas.
Los poemas aquí publicados ya tienen incluidas las correcciones y no corresponden al poema originalmente escrito.
Juan Okie G.

13. Descenso a la realidad poética
Descender
Me paro frente a un abismo que seduce,
se antoja caída libre…
…desciendo.

Librarme de las ataduras impuestas
olvidar métrica que esclaviza
abjurar de la rima sonsa.

Dejar que transpire mi piel,
aflore sensibilidad contenida…
…desciendo.

Años de represión
negaron a mi alma
pronunciar palabras.

Desnudo voy al vacío
oscuro túnel de páginas en blanco,
escudriño mente y entrañas.
…desciendo.

Cuando se toca el fondo del abismo,
algo mágico sucede
torbellinos de ideas,
todo lo transforman.

Fluyen como veneros palabras,
se alinean frases musicales
estrofas anuncian parto sin anestesia…
…asciendo.

Versos íntimos de emociones rebosantes
poemas de infinito gozo
sensuales recuerdos aún presentes.

Emerjo de aguas profundas,
renazco en la frescura del aire,
huérfanas palabras que encuentran su voz…
…asciendo.

Vaivén sonoro de sentimientos
tenaz factura de versos,
barbecho palabras incómodas
cultivo aquellas crecidas en el acierto.

Pensarme poeta es un reto,
habré de descender para ascender
como buen tejedor de palabras…
…asciendo.


12. Poema sobre la experiencia de hacer Poesía
Senderos abandonados

Camino por senderos abandonados
lugares yermos de hierba
donde crecen palabras.

Las arranco con mis manos
para luego en ramos juntarlas,
desplegarlas en versos cortos.

Palabras olvidadas que renacen
con la ternura de mis caricias
lucen frescas y hermosas
anuncian la alborada.

Memoria de infancia
terruños, escondites del alma,
evocadoras palabras
construyen poemas de añoranza.

Cosecha de letras
enlazadas para mis enamoradas
en rítmica danza sus pabellones
excitan y calan.

Pasión envuelta en cuerpos,
ígneo deseo
la lengua aventaja
a gemidos y palabras.

Anudo palabras para mis muertos,
sepulcrales poemas de tímido espectro
duelo con mi voz callada.
Recuerdos amontonados en baúles,
polvosas repisas,
encuentro de palabras
rimas y anagramas,
aroma de violetas añejadas.

Carnaval de vanidades,
máscaras ocultas,
risas, halagos,
palabras como puñaladas.

Voces en eco regurgitadas
su paga son aplausos fugaces,
al cerrarse los telones,
queda polvo en oscura tramoya,
asfixiante soledad de camerinos,
palabras en llanto ahogadas.

Camino por senderos abandonados
pletóricos de palabras
lugares desconocidos
donde abrevan versos
y se funden en almas.

Senderos de infinita búsqueda
infatigable deseo de horizontes,
sol que abrasa
hielo que corta, punza
y resquebraja.

Surcos de siembra abortada,
rastrojo de palabras
se secan, marchitan,
acaban.

Camino senderos abandonados
seca ya mi garganta,
lengua que raspa
hoy estéril he quedado
mudo de palabras.


11. Poesía sobre el Silencio Amado mío

Amado mío

Amado mío
compañero de andanzas,
con cariño te recuerdo
desde mis días solitarios
enjaulado en mi cuna.

Me arrullas con tu mudo canto
mientras Morfeo me hipnotiza en sus brazos.
Juegas conmigo entre rosas y margaritas
a buscar caracoles escondidos en mastuerzos.

Nos alejamos del ronroneo marino
penetrando en profunda selva,
jungla que apenas percibe tu presencia
hace callar aves, chicharras … la naturaleza misma.

Enclaustrados en la habitación ayudas a mis tareas
infinito recorrido por cadenciosas planas de “mi mamá me ama”
hasta escalar complejos teoremas empuñando siempre lápiz
como espada, fiel ángel de la guarda.

Cuando la tristeza busca en mi su abandono,
o en el ensueño de mariposas al sentirme enamorado,
guardián eres amado mío,
asido a mi cuerpo –siempre callado– imprimes fortaleza.

Ante el primer ataúd que mi corazón desgarrado observó,
supiste hablarme al oído y compartiste elixir
que al sediento da consuelo
y en el temido duelo, me reconfortaste.

Guía tenaz al recorrer senderos del bosque
cálida compañía mientras admiramos en cimera montaña
lontanos valles teñidos de esmeralda, cordilleras de azul zafiro,
que invitan a pasear mi mente viajera.

¿Recuerdas acaso por qué nos distanciamos?
Jamás hemos perdido gozo de juntar los cuerpos
ni decimos palabras que falten al respeto,
nos hemos ido lentamente ausentando, sin sentir la embriaguez del venenoso ruido.

Ahora en claustro me encuentro
dedicado a ti, mi amante reconciliado,
abandonamos los sonidos del mundanal trajín cotidiano
para mirarnos exhaustos, ayunos de teléfonos móviles,
computadoras
y humanos.

He vuelto a ser tuyo y tú has en mi… renacido,
amantes que por costumbre dejamos libido adormecido
ahora de nuevo en nuestro encierro volvemos a sentir el gozo
de disfrutar los cuerpos que encadenados por siempre fueron.

Renuevo mi eterna promesa de amarte,
al pronunciar tu nombre rompo mi compromiso
atreviéndome decirle al mundo que de ti soy amante,
que en secreto nuestras vidas se han compartido
y ya sin pena grito, clamo …digo:
Silencio te llamas, amado mío.

Poema Bufo

El Banquete de Silencio

Una amorosa reina ordenó a sus vasallos
que esa noche sirviesen una cena diferente
para la corte en pleno.

Todos los manjares de la tierra
su paladar ya había probado,
menuda faena esperaba a cocineros y mayoras.

Perdices y faisanes de mil forma preparados,
frutos del mar y exóticos vegetales
todos habían abrumado en mil recetas diferentes
paladares del reino gobernado.

Ante tanta incertidumbre
y no habiendo ingrediente novedoso,
cocineros y mayoras decidieron montar un banquete:
Banquete de silencio.

Llegó la reina acompañada de su corte
con atildados comensales invitados,
sentados todos en mullidos sillones
reposaron sus pies en bellas alfombras.

Atónitos quedaron los agasajados
cuando meseros con finos guantes
sirvieron platos bien vacíos
sin orquesta que amenizara
ni palabra pronunciada,
así transcurrió toda la velada.

Súbditos y comensales convocados
fingieron estar satisfechos
mientras la reina sorprendida no comprendía
lo que en su real mesa acontecía.

Más de treinta minutos en silencio habían pasado
cuando la reina impaciente llamó a su jefe cocinero
para preguntarle la razón de tal desaguisado.

Su majestad –respondió el fiel vasallo,
Banquete de Silencio hemos ofrendado
ante la falta de nuevos ingredientes
que sirviesen para darle original guisado.

Ante el ingenio de sus cocineros y mayoras,
no tuvo más remedio la Reina sibarita,
siempre bondadosa, que soltar sonora carcajada,
carcajada festejada con aplausos de entusiasmo
por plebeyos y hambrientos cortesanos.

10. PROSA POETICA
La infinitud del Lago Versión 2.0
El horizonte perdió su infinito fundiéndose en un solo cielo. El agua del lago formaba un espejo, haciéndose uno con tu piel junto a la mía. Eran días y noches sin principio ni fin, días en que confundíamos el deseo y la pasión con el amor.
No sé si esa sensación ya la habías experimentado pero en mi era la emoción la que me erizaba la piel.

Habían pasado meses desde que por primer vez nuestros ojos cruzaron sus miradas y descubrí tus ojos color miel. Una eternidad transcurrió antes de que pudiera escuchar la música de tus palabras y risa que brotaba como manantial.
El tiempo me torturó con sus manecillas alejándome en el espacio de mi deseado encuentro: vivir en la incertidumbre por conocerte. Abrigaba la esperanza de que aceptaras mi amistad. Todo era un tímido encuentro de miradas desviadas en el cruce de nuestros caminos. Cada día de espera fue lenta agonía.
Conocerte, descubrirte, era el sueño que por meses fue pesadilla. El pasillo de la universidad parecía interminable, de pronto te ví junto a una ventana con tu mirada perdida en el horizonte. Volviste tu cabeza para fijar tus ojos a los míos y con una sonrisa me dijiste el “hola” que me supo a magia.
Me turbé por completo, lo confieso. Ni una palabra brotaba en mis labios. El rubor ascendía por mi rostro y solo pude balbucear un “que tal” desangelado. Todo tan rápido y a la vez tan lento.
Un torpe comienzo transformado en escalera de emociones. Del saludo ocasional fuimos tejiendo conversaciones más largas y animadas. Vibraba mi piel de emoción con el beso en tu mejilla para saludarte o despedirte. Mis labios extasiados como náufragos sedientos en medio del océano.
El cine fue refugio para tenerte cerca y protegida. Llegaron los días en que nuestros labios sin freno se desbocaban.
Finalmente acordamos organizar una excursión con los amigos cercanos. Domingo de sol abrazante, cielo azul y el colorido campo. Un día perfecto a la orilla del lago. Nuestros cuerpos ávidos de deseo. Mi mirada estaba puesta en tu cabello mecido por el viento y en tus delicados movimientos que me invitaban a abrazarte.
Fue el crepúsculo cómplice cuando de mi mano te engarzaste. Pies descalzos sobre césped y arena. Rítmico oleaje para nuestros cuerpos que se desnudaban. La suavidad del limo se amoldaba a tus muslos como si fuesen el recipiente perfecto para acunarte. Las estrellas nos envolvieron con el delicioso sopor de los rescoldos consumida ya, la última llama.

Volví a este lago muchos años después y lo que fuera fértil limo, hoy es erial. Arcilla resquebrajada del dolor de no encontrar más agua que el sol, ni más ola que el viento. Soplido impetuoso que se torna en remolino, tolvanera para unos y soledad para los otros.

El amor es algo tan natural y frágil como la naturaleza misma. Si no sabes mantenerla en equilibrio, se desboca y se consume como el día desgrana las horas o como la vida nos deja cicatrices en el alma. Cambia como las estaciones mudan de colores: Naranja tímido de atracción, rojo apasionado como la granada, se puede volver negro oscuro o tan vivo como el verde de renovada primavera, tierna niña que espera la lluviosa caricia del verano. El amor es tan dulce como la miel de flores del campo o amargo como fruto caduco por el tiempo y abandono.
Hoy ante este suelo seco y agrietado, no me invade la tristeza de no estar a tu lado, sino la alegría de recordar la felicidad obsequiada, rediviva con la magia de volver a pensarte. No hay lago más hermoso que tu reflejo en el espejo de nuestra memoria.

8. Elegía

En mis manos

Cortinas de acero caen de telón
marcan final a una puesta en escena
sin guión tus palabras enmudecidas
ausente rendija para explayar tu dulce voz.

Cielo amenazante de lágrimas avisora
desgarrarse en silencio la tarde aciaga.
Por Madre,
ahora tan sólo cenizas entregan en mis manos
un inmenso amor cabe en ellas.

En esta ocasión prescinde del cinturón de seguridad
conduciremos sin rumbo,
silencio compartido en hueca soledad.

Difícil para la mente concebir
que en una pequeña urna
encierres tanta memoria:
cariñosas sonrisas, cálidos abrazos, ternura maternal.

Orfandad obligada por naturaleza
tu cuerpo tejió rosario de linfoma
ahogó lentamente tu vital respiración
ávido enemigo consumió vida y amor.

Cinco vástagos diste, sólo uno
en cortejo y enfermedad te acompañó
honroso deber me toca
a tu última morada llevarte sin precavido temor.

Madre es la primera palabra que aprendemos
y a gritos llamamos cuando enfermedad amaga
o cuando profunda tristeza nos invade
en desesperada calma de abandono.

Contrapunto dramático de imágenes:
figura de mujer con hijo en brazos,
enjuto cuerpo de hembra consumida
cenizas abrigadas en filiales manos.

7. Poema épico histórico

Triste mirada
1.
Vida fugitiva
por instantes capturada
reflejo en papel
de imágenes ausentes
límpida sonrisa
dibujada a pulso por tu alma
más en el esbozo
la mirada no engaña

Tus ojos aleteo
besos mariposa,
en ti clavé asombroso
mi primer destello
ya cansada de labor y parto
tornaste lágrimas por alegría.

Refulgente y joven
de tus marmóreos senos
elixir de vida derramaste
transformado mi insaciable ser
en afectuoso vampiro
nutricio en egoísmo.

Aún eran tempranos los días
en que acechada fueras por furtivas miradas
abandonaste lisonjas
seviciosas ofertas de invisibles máscaras
brindaste permanente apego a mi paternal simiente
férrea cubriste tus ojos con vendas
indeleble fidelidad.

¿Qué hicieron de tu desbordada alegría?
Silenciosa cumplías con tu pesada carga
límpidas superficies
ordenada la morada,
puntual escanciabas alimento
y néctar
también arropabas.

Flores de un día con fatal destino
capullo bañado de rocío al alba,
tímida luz matinal se asoma
luce refulgente en medianía
marchita su fugaz sombra y anuncia:
desahucio de esperanza.

2.
Triste ver a la mujer sin alegría,
Desgarrarse mes a mes
largas jornadas,
condenada a cumplir en silencio
la paciente espera de yerma temporada.

Mujer gallina cobijaste polluelos
como dulce de alegría
aglutinaste en mieles de caricias
orgullosa progenie.

Celosa de las manecillas
tornabas elástico al tiempo mientras escolares alistabas
luego abrevaste sin fin sus tareas
para terminar diaria función en cine
de blancas sábanas.

Vigía de tormentosas pesadillas
con la ternura de tu mano
mitigabas fiebres, resfriados,
empachos, descalabros.

Triste ver a la mujer sin alegría
desmoronar su vida
dulce de amaranto
enmudecido llanto
migajas al tiempo pasar.

Hilvanaste los sueños de familia
criando cuervos de oscuro vuelo,
tu callada labor siempre ignorada
confinada de almidones
piedra pómez, escamas
de cochambre y terquedad.

Triste ver a la mujer sin alegría
nido vacío, hueca alma en soledad
espirales de ecos infantiles
huérfana de caricias que sólo ella sabe prodigar.

Despertaste de idílico sueño
enfrentada a cruel realidad:
cunas de polvo
mesas sin comensal
retumbar de errantes y fatigados pasos.

Triste ver a la mujer sin alegría,
¿Acaso su sonrisa no puede el vuelo levantar?
Corazón herido por el olvido
de sencillas palabras sólo pide bálsamo.

Cuerpo de fatal trepidar
de distante melodía, evocación
teclado de marfil y ébano acariciado
sólo exiguo aire exhalas
extravío de tu alegría.

Ha llegado el momento
mujer de triste mirada
tu cuerpo debes abandonar.

6. Poema del lugar donde radicas

Aquí anido
I.
Donde lagos fueran espejos
nubes de encajes eternos testigos,
hoy anida mi alma
como otrora, aves de peregrino vuelo.

Hambrientos nómadas de pobreza eterna,
avecindados en lastimosos islotes de tule y lodo,
sangrientos guerreros forjados en vano intento de cambiar piel,
montañas de tezontle y roca que nunca a sus dioses alcanzaron.

Altar que ofrendas poder de obsidiana,
conduces hordas a ritual sacrificio,
sedienta sangre tus entrañas beben,
triste la noche de árboles vencidos.

Violada fuiste cuando templos y calpullis vestías,
re-encarnaste mancillada ciudad de Palacios,
eterno karma de desollados sacrificios cargas,
te anegan fluidos de rapaces depredadores.

Níveas cumbres exhalan deseo,
traidora con pólvora de tu azufre fabricaste,
día y noche palpitas sin mostrar desvelo,
hoy sólo humo brota en torrente de angustioso asfalto.

Seca te dejaron con tus espejos rotos,
hundida en fango de esperanza renaciste,
amorosa cuna de huérfanos emigrados,
seductora hembra cautivas a propios y extraños.

Corazón de cuerpo desmembrado,
recelo, envidia y odio constante, tu nombre provoca,
acusada de sangrienta, hoy paz albergas,
bosques cercenados, campos degollados con espinas de cristal y acero.

Cenzontle de mil nombres te llaman:
Ciudad de Palacios, capital novohispana,
Metrópoli de nube gris,
región mas transparente.

Capirucha en lengua prole,
Chilanga acusada,
legalmente Distrito Federal estás apellidada.
Anáhuac , México-Tenochtitlán, de grandeza ultrajada.

II.
Tu eterna fortuna para reinos de ultramar fuiste secuestrada,
con fatuos chancros te bautizaban Nueva España,
ambiciosos te extirpan Petróleo, Plata, Oro y mano de obra barata,
¿la paga? con falsos espejos y vidriosas cuentas, en trueque engañan.

Se vende patria a cambio de traidor imperio,
borracho de sueños, emperador su castillo admira,
cuán hermosa te yergues amada mía,
con telón de fondo, blancos tus senos, a pecar invitan.

Jardines de Borda, moza o mozo de oficio jardinero,
del rubio, su lujuria apagan,
mientras la loca pasea su enfurecido abandono,
capítulo de historia en cerro de campanas se aniquila.

Insaciable rapiña anidada en sedientos tiranos,
malolientes purpurados con cruz pastorean,
el dócil bramido culposo de ovejas descarriadas,
gritan amén, las vírgenes mientras que con rosas hipnotizan,
hambre y miseria, las eternas peregrinas.

Los de a caballo se pasearon por tus calles y avenidas,
después de que en Ipiranga el tirano zarpara,
trono de falsas águilas que devoran serpientes,
sucesión multicolor de cascabeles con más de siete décadas, nos envenenaron.

Fingido cambio de estafeta,
ebrios saqueadores de igual calaña,
con su doble moral usurpan, roban y matan,
añejo palacio luce con el tiempo abandono.

Veneros de lava abrigan tus volcanes,
arterias colapsadas en tensa calma,
bullen por dentro y fuera en gigantesco hormiguero,
millones ansiosos en búsqueda de pan y agua.

De vez en vez, trepidan tus entrañas para mostrarte viva,
ahogan en llanto escombros de sobrevivencia,
así como aullaron sirenas entre humos y fétidos olores,
hoy, sepulcros sin nombre, están condenados al olvido.

III.
Suena el Caracol cuyo altar se apresta a sacrificios,
unos morirán con puñal de obsidiana ensangrentada,
los otros con balloneta bien calada,
pero, de la muerte, aquí nadie se escapa.

Cubre tu manto azul virgen prefabricada,
Tonantzin travestida en guadalupana,
espinas, clavos, copal y excremento
en tus confesionarios secretos abrigas.

Exhalas vida en tus coloridas marchas,
Jóvenes y viejos por tus arroyos navegan,
protestan por el injusto trato que poderosos les prodigan,
con desprecio resuena del eco de informantes por oficio.

Guaruras escoltan usurpadores,
los que esquilman alistan hélices para su fugaz vuelo,
así cegados, no nos ven hacinados,
desposeídos viajamos como sardinas en lata.

Nosotros, los que a sátrapas amamantamos,
los que en éste valle sólo sueños abrigamos,
aquí hemos nacido donde nacieron nuestros padres,
aquí sepultar habremos, a hijos y hermanos.

Eres mi nido hogar extenso,
me acostumbre a ti, a tus calles de regia traza,
he abrevado por años en tu adrenalina,
y cuando de tu salpullida superficie me alejo,
entierro de hastío encuentro.

Ciudad mía que acaricias con clima bien templado,
divertida y fascinante a todos entretienes,
por besar a nadie reprimes ni castigas,
respetas preferencias y nos procuras vida digna.

Ciudad pródiga mil veces maldecida,
tu grandeza opaca a envidiosos,
Hoy te yergues majestuosamente combinada de rascacielos y covachas,
tus espejos de agua, hoy sólo son nubes contenidas.

Así te quiero tal y como eres, Ciudad mía,
Hermosa e impoluta a través del tiempo,
asfalto, césped, tezontle y hiedra,
imagen retratada al infinito, tu nombre cantan en bellas melodías.

Nido de muchos, enjambre sin mieles,
aquí abrí los ojos para de ti enamorarme,
y habré de cerrar mi gris mirada,
cuando el aire fatigado se niegue a penetrar en mis entrañas.

5. Poema libre –

Trémulo despertar

Trémulas nuestras carnes inocentes
atraídas por extraño magnetismo.
Lluvia de herbal secuela verde,
salpicada de diáfanas estrellas contenidas.

Silvestres dalias danzarinas mecidas por ligero viento,
sobre ellas frazada protectora tiendes,
vano intento de cubrir húmeda atmósfera,
más no frenar se puede, novel deseo.

Abandono de caricias inocentes
prólogo de una ciega búsqueda de lo nuevo,
descubrir llamas que incendian cuerpos
acalladas sensaciones tempranas que indelebles huellas dejan.

Trémulas nuestras miradas se funden,
inmersas en furioso revuelo
párvulos besos inútilmente sofocados,
sedientos tus ojos suplican aquello que mis párpados desean.

Trémulas manos rozan virginales pieles
acariciadas en tímidos abrazos principiantes,
aprendemos a exhalar deseo
lecciones vitales que sólo con probar se enseña.

Sacudidos los cuerpos en desbocado afán
descarnandos de ropas y ataduras,
inútil intento de frenar insofocables llamas
que devoran cada espacio de piel expuesta.

Trémulo el canto de la ave Primavera
resuena verano en melodías del bosque ensimismado
árboles testigos de tempranos hallazgos,
infatigable vaho del beso susurrado.

Tu esbelto cuello me invita
recorrer con mis labios angustiados,
lóbulos excitantes de sedientos oídos
anego entre gemidos y amorosos llantos.

Tarde campirana de inocente cita
abandonamos almuerzo por frutos de desconocido aroma
es el edén quien invita
a los púberes cuerpos a encontrarse.

Trémulo es el primer orgasmo
muerte de infinito placer abriga,
el dorado ocaso de púrpura encendida
tiñe nuestras pieles que recién fueron niñas.

4. Poema de la Infancia
Sueños de mi memoria

Quisiera alimentar mi memoria recuerdos de prístina etapa,
recorrer eslabones engarzados día con día
de aquello a lo que yo llamo vida.

Parvada de aves sin rumbo
en lírica juguetona
memorias que saltan y muestran
lo inseparable que ha sido mi compañera: la poesía.

Temprana en mi mente asoma
despiertos sentidos se agolpan
miles de colores, estampas y crayones
supieron dibujar mi alma de niño.

Sonetos y canciones envueltos en poesía
recuerdos de infancia los arropan.
Rimas de Mamá Ganso, sonetos en inglés
mi abuelo hacia repetirlos hasta el infinito*

Temprana mi amiga la poesía
me enseñó que con la “i” chilla el ratón
y los sordos oídos del viejo con la “e” preguntan,
Si la “u” retumba del tren que ha llegado a la estación,
de admiración es la “a” y la “o” siempre marca la sorpresa.

De Cri Cri aprendí
cómo marchan las letras,
de párvulo a general me hicieron
pero al foso del teatro fui a dar
para poner abrupto final al celebrado día de las madres.

Cursaba primero de elemental
cuando a la Patria su himno aprendí a cantar.
Ya entrado en años, en tercero
comprendí cómo recitar el verso,
a Juárez en rimas alabar,
no sin antes aprender las diez tablas de multiplicar.

Marchábamos por el corredor
abuela, madre o padre
con el mismo sonsonete,
repetíamos dos por dos son cuatro
cuatro por dos ocho son.

Temprana la poesía, amiga de mis juegos
Doña Blanca me enseñó a cantar,
naranja dulce limón partido,
mis hermanas como los tres cochinitos,
evocaban con su canto un columpio,
hecho de telaraña,
sobre el cual un travieso elefante se columpiaba.

Tiempos de niñez huidos,
en mis oídos solo recuerdos dejan,
la poesía amiga sigue siendo,
aunque ahora solo me dicta
los más hermosos versos para mi alma enamorada.

Tiempos que parecían estar en olvido
tuvo que irrumpir Patricia, mi maestra,
despertar en mí a la poesía amiga,
y avivar una bella emoción… ¡albricia!

*“Si las rosas rojas son, las violetas de azul se pintan,
el azúcar dulce es, como dulce es tu querer”.

3. Sinestesia

ANESTESIA SINESTESIA

Antes que el quirófano me devore
el escandaloso formol se desliza en mi vientre
punzante como el hielo,
sorpresiva caricia de navajas.

Mis vellos púberes de entusiasmo,
razados por el arado de estrellas platinas
abandonan el campo al hiriente dardo,
bisturí de carnes divorciadas.

Oscurece la ventana de mis ojos
mientras resopla la máscara
viento de anestesia que a los sentidos engaña
para abrirle paso al cirujano.

Se alejan las voces esquivas
no es negra la muerte, es blanca.
Anestesia que frena al dolor que derrumba
amorosos tejidos y escurridizas entrañas.

Gasas sedientas de sangre exclaman:
sinestesia han pedido y para llevar la contra
anestesia dan como lamento de flauta
al flácido músculo y lo escancian.

La muerte no es negra, es blanca.
Oscuro sueño que amanece zurcido
aroma de hiel sabor de espinas
tambaleantes los oídos rescatistas de palabras
vuelvo en sí al ahuyentar la nívea calva
inquieto paciente como esclavo mis cadenas espanto.

Bosque de niebla

Calor que raspa mi lechosa envoltura
amargo llanto sudor transpira,
Selva de verde ácido
mi cuerpo se evapora en el abandono de la fatiga.

¿Acaso mis labios son sal
Y mis ojos párpados de espinas?
En el pantanoso fango mis pies se anclan
con la esperanza de niebla cuyo velo mirada oculta.

Negra viuda de follaje infinito
solo filtras hilos de luz como sabia asesina
cuyas lianas en serpentinos rizos
a los viriles troncos abrazas.

Lacanjá tu espesa melaza arrastras
en turbulentas aguas desbocadas
con aparente remanso engañas,
oculta en estocada arrastras la daga
y lapidario tropel de rocas saltarinas.

Selva de rascacielos amurallada
mi paso se confunde con obsidianas de agua envenenada,
las boas asfixiantes lianas
las lianas, fibrosas boas de veneno
elixir fatal que enamora,
sin sumar los ocho tentáculos de afiebrada felpa
que en la corteza asechan.

Inocuo es el escorpión de oficio torero
comparado con la hipnótica coralina que de arlequín se viste
para que con un solo beso arrebatado,
latir mi corazón silencie
como el tambor del santo oficio.

El infinito se abre a la luz
el marfil de arena alfombra
paso de la esmeralda líquida.

Bienvenida con danzarinas de multicolores caricias
sus alas anuncian, la estática laguna:
Miramar de nombre castellano,
Lacantún en el canto del Jaguar.

Chabor aúlla para ahogar su llanto
en el templo de muerte verde,
selva de la Lacandonia.

2. Del suceso al poema

Luna de Polvo
Del letargo de cuatro décadas
Luna, incómoda, despierta.
Bullangueros,
estériles espermas en dupla
penetrar su cráter fracasan.

En la intimidad de la bella,
serpentinas sondas le perturban.
Añoranza de tiempos idos cuando los enamorados
su faz plateada con suspiros, cantos e ilusiones a Luna cantaban.

Nívea nube de fino talco sella el hombre
con ambiciosa huella,
fársico alarde de pavorreales aprisionados en una cápsula
de cristal iluminado
danzan su misión al triste compás de microondas.

Cacariza de apasionados encuentros
piel de Luna guarda sólo cráteres de su pasado;
asteroides extraviados en la infinitud del espacio
la hicieron suya tras sacudido orgasmo.

Sedientos de agua en su páramo iluminado
cual decadente anciana que de rímel, rubor y carmín
su faz angustiada de polvos maquilla,
es Luna seca que se niega a dejar de ser niña.

1. Suceso e Invención
Así fue
Por fin logré independizarme de la casa paterna. Alquilé una casita en un duplex de la colonia Del Valle. Planta baja, bien iluminada, amplia con un jardín interior compartido con la otra casa. Mi hermana que se había mudado a los Estados Unidos me pidió de favor que le guardara una vieja Pianola y varias cajas de enseres.
Todo era normal. Salía temprano al trabajo y regresaba a eso de las siete de la noche. En la casa contigua vivía una mujer divorciada con sus dos hijos. Pero nunca coincidíamos. Resulta que decidí comprarme un perro de raza pequeña y eso cambió completamente mi convivencia vecinal. El primer día que puse al cachorrito en el césped del jardín comunal, presuroso corrió y se metió en la cocina de la vecina. Yo no supe qué hacer. Me quedé pasmado por unos segundos cuando de pronto salieron los dos vecinitos con el perro. –¿Es tuyo?— preguntó una niña como de 13 o 14 años. Y su hermano menor, un chico de unos once años, medio regordete lucía emocionado y me dijo: ¿Nos vas a dejar jugar con él?
A partir de entonces, durante el día dejaba la puerta de la cocina sin cerrojo para que los niños pudieran visitar al perrito, pero no todo terminó ahí, conocieron la pianola, mi estéreo y la televisión con cable. Convirtieron mi casa en su área favorita de juegos. En ocasiones, cuando llegaba en la tarde-noche los niños me esperaban para departir conmigo. A veces salíamos a merendar unos tacos y se mostraban felices. El niño se quejaba de que su Mamá lo obligaba a ir al Karate porque estaba “muy gordo”. Pasaba el tiempo y la amistad era cada vez más cercana. Con la familiaridad que se había construido me pidieron que les comprara una mochila (back-pack) para el inicio del ciclo escolar. Convenimos en que los llevaría a la tienda departamental la semana entrante.
Un día me habló mi hermana para pedirme que me deshiciera de sus cosas viejas que tenía almacenadas. Antes de hacerlo los niños eligieron muchas de ellas y se las llevaron a su casa. En esos días fue cuando les llevé el último disco de Timbiriche. Apenas lo vieron lo pusieron en el estéreo y se pusieron a bailar. Dieron una función espontánea de coreografía. En uno de los giros, el niño me abrazó y me dijo: ¿Por qué no fuiste mi Papá?
Sentí de pronto un escalofrío, como si me estuviera cayendo el “veinte”. Rápidamente le respondí: No, no nos equivoquemos, tu tienes a tus papás y yo solo soy tu vecino.
Al día siguiente, decidí dejar cerrada la puerta de la cocina para iniciar un alejamiento. Cuando llegué esa tarde, escuché que la vecina discutía con sus hijos. Les decía que parecían pordioseros pidiendo al vecino sus cosas viejas. Terminó dándole una paliza al niño.
Al día siguiente, el miércoles cuando teníamos la cita para comprar la mochila encontré la ambulancia de la Cruz Roja estacionada frente a mi cochera. El niño se había ahorcado con su cinturón del karate, los judiciales interrogaban a la hermana por los múltiples moretones que tenía el occiso.
La Mamá llegó hasta la madrugada después de una larga parranda.

Hubiera sido así…
Por fin había logrado independizarme de la casa paterna. Alquilé una casita en un duplex de la colonia Del Valle. Planta baja, bien iluminada, amplia con un jardín interior compartido con la otra casa. Mi hermana que se había mudado a los Estados Unidos me pidió de favor que le guardara una vieja Pianola y varias cajas de enseres.
Todo era normal. Salía temprano al trabajo y regresaba a eso de las siete de la noche. En la casa contigua vivía una mujer divorciada con sus dos hijos. Pero nunca coincidíamos. Resulta que decidí comprarme un perro de raza pequeña. El primer día que puse al cachorrito en el césped del jardín comunal, presuroso corrió y se metió en la cocina de la vecina. Yo no sabía qué hacer. Me quedé pasmado por unos segundos cuando de pronto salió la vecina acompañada de sus hijos cargando al perro. –¿Es suyo?—preguntó la señora. Y dándomelo me dijo: Procure mantenerlo en su casa, a la casera le molestaría saber que tiene una mascota. Debemos evitarnos problemas.
A partir de entonces, durante el día dejaba la puerta de la cocina con cerrojo para evitar que se saliera el perro. Un día me habló mi hermana para pedirme que me deshiciera de sus cosas viejas que tenía almacenadas. Le pregunté a la vecina si conocía un dispensario u orfanato cercano para donarlas. Fue muy amable y me ayudó a la entrega.
En algunas ocasiones la vecina y los niños me visitaron y conocieron la pianola. Durante sus visitas evitaba que el perro tuviera contacto con ellos. Me incomodaba la idea de tener a mi perro escondido como prófugo. Decidí buscar otra casa con un jardín independiente. Finalmente encontré la adecuada. Me despedí de los vecinos el día que estaba embarcando mi mudanza. Les obsequié un disco de Timbiriche y nunca más he sabido de ellos.

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