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Raíces

Para quienes no estamos acostumbrados a sembrar, las raíces son algo anecdótico. Vemos en el supermercado a las zanahorias, betabeles, algunos manojos de cilantro y perejil aún con sus raíces.

También de niños pusimos a germinar un frijol y nos emocionó ver que en el algodón húmedo se abría la dicotiledónea leguminosa y se asomaba la punta de su raíz.

Ahora se estila ver en ciertas tiendas de decoración mesas hechas con parte de las raíces y troncos de árboles muy exóticos.

Pero las raíces significan mucho más.

Explican el origen de los seres vivos. De cómo germinaron nutriéndose de la madre (puede ser la tierra madre para las plantas o puede ser la matriz en el caso de los mamíferos como nosotros).

Las raíces sirven no solo para nutrirse sino para aferrarse a la vida y crecer de tal manera que la fortaleza de un tronco y su follaje dependen de las raíces.

Ante tormentas y huracanes, la fuerza de la naturaleza arranca de tajo a los gigantescos árboles dejándolos vencidos con sus raíces expuestas.

Cuando hay una mala hierba y se arranca para que no haga daño a las demás plantas es común asociar la frase “Se arrancó de raíz” y hacemos el uso de la expresión cuando se extirpa un tumor o cuando resuelves un problema.

Cuando trasplantas a una especie vegetal se recomienda que no dejes mucho tiempo expuestas las raíces a la intemperie porque puede morir la planta. Esto explica que la mayor parte de las raíces necesitan estar ocultas en el interior de donde se nutren.

¿Por qué me refiero hoy a las raíces?

Porque los seres humanos necesitamos tener y cultivar nuestros orígenes. Es decir, recordar nuestras raíces.

Reconocer de donde venimos, avivar el linaje de familia y ésa memoria intangible que nos permite tener fortaleza.

Los inmigrantes son un ejemplo de personas que por necesidad tienen que separarse de su tierra y buscar dónde echar raíces. Lo necesitan para sobrevivir a lo que les amenaza.

Quien no conoce sus orígenes, su pasado familiar o pasado histórico de donde proviene generalmente se le dice que es un ser “desarraigado”, un huérfano sin raíces.

Las raíces son las que nos dan cultura no son los años académicos ni la memorización de libros y apuntes. Entre más profundas tus raíces más culto serás.

Nuestras raíces son hilos invisibles que nos dan la savia para nutrirnos y entender el ¿De dónde vengo?, ¿Quiénes fueron nuestros padres, abuelos y antepasados?, ¿De donde desciendo?

Es muy importante que procuremos cultivar en nuestras familias el sentido de arraigo, el fomentar un sencillo homenaje a nuestras raíces y buscar que las nuevas generaciones se sientan orgullosas de aquello que los hará fuertes para crecer, vitales para desplegar sus follajes mentales-emocionales y dar los frutos creativos que permitirán continuar con la herencia sabia y amorosa de quienes nos dieron hogar y ternura.

 

 

 

Raíces

Mi abuela materna hacia unas deliciosas ensaladas de betabel. Antes de prepararlos, cortaba la parte donde se insertaban las hojas con el tubérculo. Las ponía en un recipiente plano, de fondo bajo, sumergiendo parte del betabel en el agua. A los pocos días empezaban a brotar las hojas nuevas.

 

El otro día vi que en la cocina preparaban un poro y estaban a punto de tirar la parte final donde tenía entreveradas muchas de sus delgadas raíces. Lo rescaté y repetí el procedimiento que solía hacer mi abuela.

Poro

Como si fuera magia, de los restos del poro se empezaron a formar las nuevas capas verdes dando origen a uno nuevo y que al parecer el día de hoy está a punto de florecer, orgullosamente erguido de la nada.

Poro y botón

Si los seres humanos no tuviésemos conocimiento de nuestras raíces muy probablemente no tendríamos un crecimiento balanceado de nosotros mismos. Las raíces –que también se les denomina linaje–, son los vasos comunicantes invisibles con el pasado de nuestras familias. Explican de quienes somos hijos, de quienes somos nietos y aún más, nos llevan a conocer a nuestros ancestros.

Las raíces permiten la fortaleza de los tallos de las plantas y árboles. Tallos que llevan la energía de los nutrientes a través de la savia, alimentando a todo el organismo. Esos tallos que pueden ser rígidos pero a la vez flexibles y que después pueden –en muchos de los casos–, diversificarse en ramas para permitir que a todo el follaje lo pueda bañar la luz del sol. De la diversidad de ramas se obtendrán mayor cantidad de flores y posiblemente darán origen a los frutos.

En las normas de una sana parentalidad se recomienda que los niños tengan la posibilidad de conocer sus raíces ya sea a través de los relatos y añoranzas de los abuelos, o de la narrativa de sus propios padres, tíos o parientes.

 

Un árbol o una planta sin raíces profundas es fácil presa de los vendavales y agresiones externas cayendo irremediablemente fuera de la tierra y con altas probabilidades de morir. Eso mismo nos pasa a nosotros. El carecer de nuestra propia historia nos hace endebles, sujetos a confusiones y a la pérdida de la autoestima.

Así como debemos tener raíces profundas en la vida de nuestras familias, lo debemos tener en el conocimiento de nuestro país. Las personas que conocen su historia como nación poseen mayores posibilidades de saber lo que son y de lo que pueden llegar a ser.

De las personas que gobiernan a un país, se les debe exigir sean conocedores y amantes de la historia. Deben conocer cada rincón de la nación y tener contacto personal con la gente. Para navegar exitosamente en el mar se necesita conocer no solo a la embarcación sino saber interpretar los signos del clima que se manifiestan en las nubes, oleaje, vientos y hasta en las fases por las que atraviesa la luna.

Igualmente para poder caminar por un bosque se debe conocer las características de los árboles e inclusive encontrar pequeños signos donde el musgo o los líquenes nos sabrán orientar la dirección hacia la que vamos. Por ejemplo, los troncos tendrán mayor cantidad de musgo en la parte norte del árbol.

Fomentar el conocimiento de nuestras raíces como familia y como nación, nos permitirá ser más fuertes, seguros y elevar nuestra autoestima.

¡Todo lo que te puede enseñar una ensalada de betabel o las raíces de un vegetal!