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Por siempre, te esperaré toda la vida

¿Cuántos amores has extraviado a lo largo de tu vida?

Y… ¿Cuántos de esos amores nunca pudiste convertir en una realidad?

El enamoramiento es un fenómenos psico-emocional que todos los seres humanos poseemos y que accesamos a través del tálamo, amígdala e hipotálamo, también conocidos como nuestro “cerebro reptiliano” porque es el umbral de acceso al encéfalo y donde se dan las respuestas no racionales , sino instintivas, casi en automático, donde responde el ancestral reptil que llevamos dentro.

Así, nuestro tálamo es el motor de nuestras señales sensoriales y las retransmite al encéfalo popularmente conocido como cerebro. Lo que percibe, lo facilita o lo inhibe para ser proyectado al infinito enjambre neuronal que se conecta en toda la masa encefálica hasta llegar a la parte donde racionalizamos.

Aunque a simple vista pudiéramos pensar que su función simplemente es la de un puente de comunicación y aduana de lo que entra o no entra, el tálamo tiene gran importancia porque integra los datos sensoriales, los procesa y descarta, contribuye al ciclo de sueño y vigilia, lo que contribuye a regular la sensación de sueño. (ojo: el enamoramiento lo descubrimos como si fuese un bello sueño); tiene un papel muy importante en la consciencia y la atención. Pero los estados conscientes son diferentes a la racionalización que hacemos al tener consciencia, al darnos cuenta de la realidad. Son fenómenos paralelos que contribuyen a que la atención y el lenguaje operen más allá de tener consciencia de ello.

La otra función es la de regular las emociones. Interactúa con las vías neuronales donde aparecen los llamados estados emocionales. Con ello las emociones son reguladas y se ordenan diferentes descargas de hormonas en el torrente sanguíneo. Todo ello puede hacer que se considere al tálamo como un “interruptor de la consciencia” y que podría ser el culpable de que nos enamoremos de la persona equivocada porque no racionalizamos la conveniencia de esa relación. Es nuestro “pepe grillo” que puede ser cómplice o consejero.

Una de nuestras emociones básicas es la alegría. Gracias a la alegría podemos tener un estado emocional que consiste en que una persona es atraída por otra y le produce a nuestro cuerpo un estado de satisfacción, de placentero goce de tener la posibilidad de compartir tantas cosas en la vida con el ser al que nos sentimos atraídos.

Todo esto es unilateral, es decir, nosotros lo estamos sintiendo pero no necesariamente la otra persona lo siente. Posiblemente esa atracción no vaya a tener una respuesta positiva o quizás pasemos inadvertidos para el otro. También puede ser la indiferencia del otro lo que más nos estimule al deseo de la conquista pero si en nosotros prevalece la timidez o la inseguridad, lo más probable es que nunca logremos conquistar el interés de la otra persona.

El enamoramiento es un efecto emocional pasional y difiere del verdadero amor que es una emoción plenamente correspondida. La etapa de enamoramiento se calcula que no pasa de ocho meses, esto explica por qué es necesario un noviazgo.

Sin embargo, al inicio te preguntaba sobre ese enamoramiento que tuviste en alguna etapa de tu vida, que te marcó y que no se consumó pero que permanece latente en tu memoria. Esa relación que ambicionaste tener. Que quizás se dieron unos primeros pasos de acercamiento pero que por “algo” no se consolidó y que en alguno de los nódulos neuronales de tu memoria permanece vigente.

¡Cuántas historias hemos escuchado de personas que se re-encuentran después de muchos años y finalmente se convierten en parejas! Y cuántas miles de historias conocemos de personas que en el ocaso de sus vidas confiesan haber estado perdidamente enamoradas de alguien que nunca pudo ser suyo.

Hay una canción que interpretaba Connie Francis en la década de los 60´s que fue compuesta por Michael Legrand (1966)  para el musical francés de “Los paraguas de Cherburgo” y que refleja esa emoción teñida de frustración por el no alcanzar el objeto amoroso. He aquí un fragmento traducido de su letra:

“Si esto fuera para siempre, esperaré por ti.

Durante mil veranos, esperaré por ti.

Hasta que tu regreses a mi lado,

Hasta que pueda abrazarte,

Hasta que pueda sentir tu suspiro aquí en mis brazos,

Y donde sea que estés deambulando,

Y a donde sea que vayas,

Cada día recuerda cuánto te amo

Tu corazón creerá lo que mi corazón ya sabe:

Que por siempre esperaré por ti.”

 

Todos albergamos un bello recuerdo del amor que nos fue imposible y que aunque el tiempo transcurra, lo seguiremos esperando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vecinos y compadres

Imagina una construcción residencial con dos edificios o torres y en medio de ellas hay una construcción de menor tamaño, de tiempo compartido, donde habitan dos vecinos que a la vez son compadres. En la comunidad de vecinos, se le conoce a esta construcción con el nombre de: Substantia nigra.

Una de ellas es Soledad y el otro es Hambre. Cuando Soledad tiene compañía, sean visitas o familiares, enciende todos los focos y lámparas que tiene, haciendo que la construcción luzca esplendorosa. Curiosamente, irradia tanta luz que uno –a distancia–, no distingue cuál habitación es la iluminada y cuál no.

 

Soledad disfruta mucho de tener compañía pero raramente la tiene. Hambre en cambio posee una nutrida agenda cada día y por lo menos, enciende sus luces tres veces al día antes de comer. Eso no demerita la buena relación que tienen ambos vecinos y compadres.

Recientemente los expertos en neurociencias han comprobado que tanto Soledad como Hambre comparten el mismo hogar en el cerebro.

Diversos estudios han demostrado que las personas que se encuentran solas y apetecen o imploran compañía, iluminan la parte central del cerebro. Y ahora también han comprobado que cuando las personas tienen hambre iluminan la misma parte central del cerebro, justo en medio de dos de las torres o edificios que llamaremos hemisferios.Es la misma zona del cerebelo.

Como todos sabemos, socializar es una de las principales necesidades de los seres humanos.Y a la mayoría de nosotros os cuesta mucho trabajo estar solos. Nos entra ansiedad de tener compañía, de hablar con alguien, de tener la presencia física de una persona. Otra de nuestras habituales necesidades a satisfacer es el comer para mitigar el hambre. Y en los escanners o resonancias magnéticas del cerebelo, curiosamente se ilumina la misma parte de la soledad y la del hambre.¡Y con la misma intensidad!

Con estos estudios se ha llegado a la conclusión de que la soledad crónica es perjudicial para nuestra salud física y mental. Muchas personas que padecen soledad manifiestan no tener apetito y procuran no comer si no están acompañados. Al estar solos, no tener apetito o ganas de comer , se debilitan, pero lo más grave es que se perjudica también el sistema inmunológico. Es decir, se “bajan” las defensas en nuestro cuerpo.

El sistema inmunológico debilitado permite el desarrollo de bacterias que provocan enfermedades oportunistas, contagio de virus y en ocasiones, este desequilibrio detona o se vincula con la diabetes, las enfermedades mentales e inclusive la demencia.

Ante la pandemia de COVID 19 se forzó la necesidad de estar confinados o recluidos en casa y se ha presentado una crisis de soledad mucho más aguda que de la que ya existía. Por otro lado, las personas que se sentían solas o desacostumbradas a estar recluidas en casa buscaron de mil maneras permanecer conectadas con los demás. Eso explica el alto consumo de llamadas telefónicas, tiempo aire y enlaces via “zoom” u otra plataforma digital.

Muchas personas han perdido peso y otras han aumentado de peso, ambas situaciones son resultado del desequilibrio emocional. Algunos paliaron su ansiedad comiendo de más y otros en cambio han perdido las ganas de comer.

En la búsqueda de no estar solos, muchos individuos han forzado reuniones familiares o de amigos y con sus sistemas inmunológicos bajos, de golpe o en rebaño, se contagiaron todos los que estuvieron en dichas reuniones, aún más en sepelios o velatorios donde se juntaron para “acompañarse” en su dolor.

La interacción social resulta muy positiva para la salud mental, pero ante una pandemia como la actual y después de haber disminuido las defensas del cuerpo, es como darse un tiro de gracia para contagiarse rápidamente. No dudamos que es gratificante celebrar posadas, fiestas navideñas, Januka o de fin de año, pero más crítico será el panorama de iniciar un nuevo año intubado, enformo de forma crítica o inclusive muerto.

Comer, dormir y convivir son actividades altamente gratificantes. Pero la pandemia nos ha desequilibrado en nuestras rutinas y ese desbalance nos pone en riesgo. Innumerables personas se quejan de dormir mal y estar estresadas en estos meses. Todo está entrelazado.

Se sabe que la dopamina en nuestras neuronas se “ilumina” al sentirnos acompañados y apapachados. Se activan las conexiones neuronales, se despierta el apetito y deseamos festejar.

Las personas en extrema soledad, o con soledad crónica, serán las principales víctimas fatales en contagiarse cuando busquen estar acompañados. Por lo tanto debemos ser muy cautelosos en el manejo emocional durante estos días y hacer nuestra reintegración social con mucha precaución.

La substantia nigra que se encuentra en la mitad de los dos hemisferios cerebrales tienen como raíz común en su evolución la satisfacción de la convivencia social o la satisfacción del hambre y es donde debemos poner atención para cuidar el mantenernos en equilibrio y evitar el contagiarnos.

Cuando las personas nos vemos forzadas a estar en aislamiento, se da el mismo fenómeno que una persona hambrienta suplica, demanda o busca alimento. La soledad conduce invariablemente a la reducción de las defensas en el sistema inmunológico.

Así que “compadre no me ayudes”. Vamos a comer con sana distancia y evitar estar aglomerados aunque seamos vecinos muy próximos.

 

Romper la rutina

Uno de los aspectos más dañinos para nuestra plasticidad neuronal es la rutina.

La mayoría de los seres humanos solemos habituarnos a seguir los mismos patrones o hábitos de conducta día con día. En la medida en que creamos esas rutinas caemos en un proceso de deterioro de nuestra plasticidad neuronal.

Las neuronas son las células más sustentables de nuestro organismo y eso se debe a que consumen un alto porcentaje de nuestra energía (se calcula que es más del 60%).

Para economizar la enorme demanda, existen las llamadas “neuronas asesinas” cuya función básica es eliminar a las neuronas inservibles. Es decir, que si dejas de hacer ciertas cosas por tu vida rutinaria, las áreas especializadas desaprovechadas van a ser eliminadas. Con ello se elimina la plasticidad neuronal de esas actividades y finalmente vamos perdiendo nuestras capacidades.

Por ejemplo, no escuchas música, el área dedicada a las conexiones musicales se va deteriorando. Dejas de bailar y te vuelves torpe. No practicas los idiomas que estudiaste de adolescente terminarás perdiendo esa conectividad, si usas una pobreza de lenguaje, tu vocabulario se acorta, o si dejas de sumar, restar, multiplicar con la cabeza y para todo recurres a la calculadora tu capacidad matemática se desvanecerá, etc.

Si todos tus días son iguales, vas matando a tus neuronas y terminarás con un encéfalo muy limitado, conservador, temeroso de cambiar los hábitos y te acercarás más rápido a la demencia senil.

La edad no debe ser limitante para tu creatividad y por olvidar el estímulo del apetito por adquirir conocimientos y gozar de la vida.

Se dice que existen dos tipos de personas: las que tienen el síndrome de la rutina y gustan de ella y los otros que tienen síndrome del explorador.

El síndrome de la rutina es el de la típica persona que escuchamos decir: “A mi me gusta mi coca-cola en la comida y tomo siempre sopa seca, sopa aguada y mi infaltable plato fuerte o es pollito o es bistec”. Son los que el mismo fin de semana se repite las 52 semanas o sus lugares de consumo, los días que van al mercado y en donde compran sus cosas siempre son los mismos. Te argumentan “¿Para qué me arriesgo a cambiar? Así soy y así me gusta”, Y claro, así nos gustará viéndolos sentados en su sillón con más de cuarenta años, acompañados con la frazada de siempre y la mente divagando por alguna nube porque ya no recuerdan nada ni hacen nada al final de sus vidas.

Por el contrario los que tienen síndrome de explorador, ahora estudian, ahora leen, toman clase de danza a pesar de que les dicen viejos, tienen fines de semana diferentes y se atreven a siempre estar innovando. Son exploradores natos y te dirán: “Encontré un nuevo lugar para comer, decidimos que éste fin de semana fuera para pueblear, ahora las fiestas las vamos a pasar en otro lugar, etc.” Siempre están descubriendo y aprendiendo algo nuevo.

Existen estudios científicos que demuestran que los que tienen síndorme del explorador, viven más años con mejor calidad de vida. Generalmente son personas que cambian sus rutinas de 5 a 7 años (eso explica la cinematográfica creencia de la comezón del séptimo año).

No forzosamente cambian de empleo, pareja o de quehaceres, pero añaden nuevas ocupaciones a las existentes o se reinventan en todo. Redecoran sus casas, cambian de auto o medio de transporte, tienen nuevos “hobbies”, generan nuevos círculos de amigos, etc.

Hay una historia que lo ejemplifica:

Cuando una persona anunció que iba a estudiar una Maestría, su amigo cercano le dijo: “¿Para qué vas a estudiar? Ya no estás en edad. Además tu has dado muchos años clases, ni modo que vayas a aprender algo nuevo”.

Su respuesta fue sencilla: “Estudiaré para aprender a ser humilde. Seré alumno y haré tareas, estudiaré para los exámenes, tendré que aceptar mi propia ignorancia y admiraré a mis nuevos maestros”. Y le terminó diciendo: Recuerdo la frase que decía mi abuela: “Siempre es más duro ser rico y volverse pobre, que ser pobre y volverse rico”.

El incrédulo amigo se rió.

Después de dos años, se volvieron a reunir. Uno con su Maestría se sentía revitalizado y el otro amigo había envejecido a una velocidad insospechada. A pesar de ser más joven desgraciadamente el amigo rutinario murió al poco tiempo. Y el amigo estudioso –con síndrome de explorador—vivió muchos años más.

Por eso siempre debemos tener presente:

Las rutinas matan a las neuronas en cambio eE apetito por explorar, cambiar y aprender –todos los días–, te fortalece.

¿Para qué sirve el cerebro?

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Si hago esta pregunta a mis lectores, la mayoría responderá que sirve para pensar. Lamentablente, la mayoría de nosotros desconocemos todo el potencial que tenemos no solo encerrado en ésa cajita de huesos que se llama cráneo, sino que el cerebro es tan importante que su capacidad sale de la caja a través de la inmensa red de terminaciones nerviosas que materialmente envuelve a todo nuestro cuerpo. Hasta la punta más remota de los dedos de la piel están las células nerviosas trabajando.

Existe el mito de que solo usamos el 10% de nuestro cerebro, lo cuál es muy iomprobable y no comprobable.

Nuestro cerebro (científicamente denominado encéfalo) funciona a base de interconexiones entre sus células especializadas llamadas neuronas. La capacidad de conectarse se le conoce como plasticidad cerebral. La buena noticia es que si lo usamos, establecemos mayores conexiones o sea mayor plasticidad y eso nos da la capacidad de ser más creativos, desarrollar habilidades y mantener sano el equipo. Si lo descuidamos y nos volvemos rutinarios, las neuronas asesinas proceden a eliminar todas aquellas zonas que están en desuso para ahorrar energía, ya que nuestras funciones cognitivas requieren 60% de la energía que ingesta nuestrio cuerpo. El ahorro de energía es fundamental para las neuronas.

El encéfalo está constituido por el hipotálamo, amigdala y neocortex. Cada uno tiene funciones específicas y popularmente se les conoce como cerebro reptiliano, mamífero o autónomo y racional. Este último es lo que comúnmente se le llama materia gris y es donde realmente se forma el pensamiento. Para que las señales nerviosas de entrada lleguen al neocortex se requiere aproximadamente de 40 a 60 minutos. Esto explica las razones por las cuales después de comer la señal o aviso de saciedad (estar satisfecho) nos avisa tarde. Y eso te permite entender la típica expresión de “Comí desmasiado” cuyas las consecuencias son el sobrepeso y posteriormente la obesidad.

El cerebro parece una nuez de castilla porque se ve arrugado, lleno de zurcos. Eso se debe a que conforme evolucionó la especie humana y gracias a la ingesta de DHA –Omega 3 y ácido fólico que las primeras mujeres de los Homo sapiens proporcionaban al organismo principalmente a través de alimentarse de los peces, generaron demasiado tejido neuronal por lo que la cavidad craneana fuera demasiado pequeña para tanta proliferación de neuronas. Así se fue arrugando la masa encefálica y provocó que para que los bebés pudieran nacer, su cráneo debía ser blando y continuar madurando después de ser recién nacido. De ahí que los bebés tengan fontanelas.

Como dijiimos anteriormente, el cerebro requiere de la plasticidad para desempeñarse óptimamente y de ahí es necesaria la estimulación continua a lo largo de la vida. No solo la mal llamada estimulación temprana que ofrecen en los gimnasios de bebés, sino de la estimulación que los padres y profesores dan en las etapas de formación educativa y la estimulación que debemos fomentar hasta el fin de nuestra existencia.

Lo que no se usa del cerebro, se atrofia y muere.

Lo más sorprendente es que no existe ningún curso a lo largo de tu educación formal que se llame “¿Cómo utilizar el cerebro y sacar el máximo provecho”. Nadie se preocupa por enseñarte a pensar y a que ejercites diariamente tu cerebro.

Es como tener un ático o un cuarto de “triques” en la azotea y dejar que todo se llene de polvo. Nadie lo sacude, nadie se preocupa por darle mantenimiento.

Ojalá que el cerebro sirviera para pensar y realmente pensáramos. Así todos seríamos innovadores, creativos, pro-activos, lúcidos, etc. Lamentablemente entre menos lo usemos, más conservadores, reaccionarios y fanáticos seremos.

Debemos empezar a cobrar consciencia de usar bien nuestro cerebro. Por eso es importante que lo conozcas, descubras las maravillas que posees y ejercites sus diferentes áreas para que vivas siempre en óptimas condiciones.

Las Palabras

Nuestro cerebro realiza conexiones neuronales que lo mantienen activo y envejece más lento. Está diseñado de tal forma que son millones de células nerviosas –conocidas como neuronas—, las que se interconectan para producir la sinapsis.Un aspecto asombroso es la optimización de energía que posee. Si un área del cerebro la dejamos de utilizar, las neuronas asesinas eliminan a aquellas que están gastando energía de forma supérflua. Por eso es muy importante mantener a todas nuestras áreas cerebrales activas, darles tarea para que logremos la llamada plasticidad cerebral. Evitar rutinas, innovar conductas, cambiar las rutas y actividades es uno de los factores que te ayudarán a mantener a tu cerebro en óptimas condiciones. Las palabras son elementos muy prácticos que te ayudarán a estimular tu plasticidad. Todos los días procura aprender una nueva palabra. Repítela varias veces y lee su definición, cuando tengas tiempo busca sus orígenes. Así estarás incrementando tu vocabulario y debes incorporar a las nuevas palabras dentro de tus conversaciones. Es recomendable siempre tener a mano un diccionario y de ser posible una enciclopedia. Aunque el internet y el wikipedia se han convertido en valiosas herramientas, procura no menospreciar a los diccionarios y enciclopedias impresas. Generalmente son más confiables y puedes encontrar la forma divertida de consultarlos. Al ampliar tu vocabulario con nuevas palabras, empezarás a transformar las conexiones neuronales y evitarás el deterioro y muerte de miles de neuronas. Eso mismo debes hacer escuchando música, viendo distintas películas, acudiendo a los museos y observando obras de arte.

Por ejemplo: ¿Sabías que la letra C viene de Camel y nace a raíz de los camellos?      Proviene de una derivación de una letra cuneiforme del alfabeto proto-Sinaítico llamada: gimmel, que deriva de gamal y que significa camello. (1                                                                            

Camel derivada de gimmel, que a su vez se deriva de gamal.
Protohistoria de la C

 

 

 

 

 

 

 

 

Asimismo, puedes divertirte buscando el origen de las famosas frases o refranes populares, por ejemplo: “Al que quiera azul celeste que le cueste”     Se origina de un mineral que se extraía del Oriente, el lapizlazuli, y era muy apreciado porque con él se podía obtener un bellísimo color azul, muy resistente. También era conocido como azul de ultramar y por su alto costo se asociaba a que si se deseaba satisfacer un caprichoso deseo, el beneficiario debía pagar por ello. (2)

Jugar con las palabras, usarlas, descubrirlas, enamorarte de ellas es una sana forma de encontrar la poesía de la vida.

Mysteries of the Alphabet

3 mil historias

 

 

 

 

 

(1) Mysteries of the Alphabet, Ouaknin, Marc-Alain. Arbeville Press, New York, U.S.A.

(2) Tres mil Historias, Zimmerman,Héctor. Aguilar, Buenos Aires, Argentina

 

 

Nota al margen: En días recientes, cuando el Presidente Obama, el primer ministro Justin Trudeau se reunieron con el sr. Peña Nieto, le ayudaron a mejorar su plasticidad cerebral al explicarle el significado y el sentido de la palabra Populismo. Al sr. Peña jamás se le olvidará la dichosa plabra que por varios sexenios, los ignorantes que mencionan “chiquillas y chiquillos” o “mexicanas y mexicanos”, etc. Pensando que es una forma de equidad y que demuestran no conocer el idioma español y sus reglas específicas.

Las fechas

DSC_0107Inventamos días, algunos nos los heredan.
Ponemos fechas para cumplir compromisos.
Celebramos fechas que nos hacen convivir con quienes amamos.
Guardamos en el alma las fechas de aniversarios,
Olvidamos fechas que nos ponen tristes o deprimidos.

En la escuela nos obligan a memorizar fechas.
Hay calles que por no tener otra razón de ser les ponen por nombre… fechas.
Nos abandonamos en ciertas fechas para holgazanear y decir que son vacaciones.
En cambio, hay otras fechas que son para empezar la escuela o regresar al trabajo.

¿Por qué esa manía de andar midiendo todo con fechas?
Hasta los verdugos y abogados ponen fechas para ejecutar sentencias.
Al condenado a muerte le fijan la fecha de ejecución.
Aún más, los pendejos que nos van a gobernar fijan una fecha para tomar posesión.
Y luego los votantes andan anhelando llegar a la fecha en que el mal gobernante se vaya a su casa o al panteón.
¿Y los bancos o los cobradores, también ponen fechas con límite de pago?

Lo único que no nos hemos dado cuenta es que con tanta fecha nos distraen, nos engañan y perdemos el verdadero sentido de la vida.
La vida no se debe marcar como principio y fin con una fecha,
la vida se debe medir en grados diarios de felicidad.
Si logramos altas temperaturas diarias donde la felicidad nos abrigue,
estaremos disfrutando cada instante, no medido por meses o años o la cuenta larga de un calendario Maya,
habremos de estar vibrando a la más alta frecuencia que nuestro ser puede sentir,
la felicidad es una vibración energética maravillosa cuyo único motor que la puede generar es nuestra propia alma.
No digo corazón, porque el corazón es una bomba que tenemos en la portería de nuestro cuerpo y los astutos manipuladores nos han hecho creer que el corazón es el que siente, pero no, no, nuestros sentimientos, emociones, pensamientos, nuestra alma están encerradas en una cajita que es nuestro cráneo. Pero es tanto lo que guardamos en la azotea de nuestros triques que primero se tuvieron que arrugar para que cupieran mucho, por eso se ve como nuez de castilla, sin embargo el exceso de ideas provocó que se desparramen las neuronas por todo el cuerpo, como si fuesen una cadena de sentimientos y que les llamamos sistema nervioso. Son el hilo conuctor de todo lo que sentimos.

Entonces, al unir ésa energía, al engarzarla, empezamos a producir vibraciones y si les damos un sentido positivo, se convierten en la felicidad.
Dejemos de medirnos con fechas y empecemos la maravillosa aventura de vivir con felicidad.

Juan Okie te da la bienvenida

Gracias por visitar este blog (página) que hemos creado para que inicies junto con nosotros, una aventura en todo el sentido de la palabra: Pensar.

La idea es que emprendamos un viaje virtual por el pensamiento y la creatividad, dos de los frutos más extraordinarios que puede producir nuestra mente. La mente humana no se encuentra alojada exclusivamente en la cavidad craneana, si bien el cerebelo y todas las partes que lo componen son las partes más visibles y funcionales que detectamos a simple vista, cada uno de los enlaces neuronales que se distribuyen a lo largo de nuestro cuerpo, son indudablemente parte fundamental de nuestro sistema nervioso y elementos todos, que forman lo que llamamos «mente humana». Desde la punta del pie hasta nuestra cabeza, la mente está trabajando. Por eso sentimos, por eso percibimos cada una de nuestras extremidades y gracias a ello, podemos realizar todas nuestras actividades.

Es la sinapsis uno de los más mágicos fenómenos fisioquímicos y eléctricos que realizan cada una de nuestras neuronas. Esto permite los enlaces neuronales y nos lleva a generar todas nuestras funciones cognitivas.

La aventura de pensar no es un blog de divulgación científica exclusivamente, es un sitio de reunión donde nos atreveremos a incursionar en todas las actividades que los procesos mentales humanos realizan y dando como frutos las maravillas del intelecto. Las ideas, literatura, arte, cine, cultura, historia,, en fin todo lo que interesa y afecta a nosotros los humanos y que nos sirve como alimento para el pensamiento.

Tenemos la voluntad de dar el espacio en este blog, a quienes deseen expresar sus ideas y motivar a que el grupo o la comunidad virtual que estamos conformando, generen reflexiones y nutran recíprocamente a todos.

El concepto de este sitio, es holístico. La mente, las emociones, la fisiología y el desempeño físico de nosotros forma un continente integral y no podemos marginar a ninguno de los elementos, por eso debemos trabajar nuestras ideas en un todo que integrado funciona y se explica más claramente.

Ya que estamos abordo, iniciemos la travesía.

Juan Okie