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Macbeth y la Criptografía

Introducción_
A medida que las sociedades humanas fueron evolucionando y la escritura se convierte en un medio de comunicación, se empieza a sentir la necesidad de enviar mensajes cifrados para limitar la posibilidad de la información hacia receptores no deseados. El lenguaje críptico se desarrolla. Frecuentemente obedecía a fines estratégicos militares. Si el mensajero era aprehendido, lo más probable es que el mensaje fuese de utilidad para el enemigo. Con un texto críptico, si el mensajero era interceptado la información que portaba no corriera el peligro de caer en manos del enemigo.
Ya en el siglo V a.C, la criptografía era conocida como «Escítala», un método de trasposición basado en un cilindro que servía como clave en el que se enrollaba el mensaje para poder cifrar y descifrar y que viene a ser un criptosistema.
Posteriormente el historiador griego Polibio lo documenta. Esa herencia técnica será útil para las campañas romanas. Al método se le denominó CESAR debido a que Julio César lo empleó. León Battista Alberti inventa en 1465 el sistema de sustitución polialfabético.
En Inglaterra, María Estuardo, En el siglo XVI María Estuardo, reina de Escocia, (Bloody Mary). ejecutada por su prima Isabel I, reina de Inglaterra, con la excusa de haberle descubierto un complot a partir del criptoanálisis.
El término Criptografía proviene del griego krypto (oculto) y graphos (escritura, escribir) o sea: escritura oculta.
El principio de Kerckhoffs se basa en la llamada seguridad por oscuridad. Lo que quiere decir es que el algoritmo que usemos tiene que ser seguro aunque éste sea difundido.

¿Y todo esto qué tiene que ver con la tragedia escrita por William Shakespeare: Macbeth?
Pues bien, les relataré una pequeña vivencia personal: Cursaba yo el primer año de secundaria cuando tenía doce años de edad. Mi maestro de inglés era un joven profesor norteamericano que aparte de hacernos leer a Ifigenia en Tauride, Oedipus Rex, Julio César; Romeo y Julieta — todos en inglés– no sabía hacer otra cosa que enseñarnos criptografía y jugar con nosotros durante toda la clase. Con la edad y allegándome información, pude concluir que era un agente encubierto de la CIA en México. El valioso legado que nos prodigó fue el poder ver los mensajes cifrados.

Macbeth y William Shakespeare.
En otro de mis trabajos para el presente curso, hice referencia ala insana costumbre de la Reina Isabel I de gozar con el espionaje y hacer gala de una diplomacia bastante avanzada para su época. Dominaba el griego, latín, francés e italiano. Estudió historia, retórica y filosofía moral. Usaba a los escritores como Christopher Marlowe para el espionaje en la tierra firme, mismos que desempeñaban labores de agentes encubiertos. Desconozco si William fuese uno de esos agentes. Lo que sí podemos entender es que cualquiera que osase escribir sobre temas políticos, en un reinado que incipientemente había logrado el equilibrio político y que continuamente se había visto amenazado por golpes de estado, traiciones y casas nobles disputándose el poder, sería altamente peligroso exponer el cuello escribiendo las obras teatrales sin “disfrazar” a los personajes de sus historias de tal suerte que no fuesen a ser descubiertos con personajes reales y vigentes en el momento histórico.

En la aproximación de Macbeth quise detenerme en el primer análisis dentro del ámbito criptográfico.
William Shakespeare relata una historia del Rey de Escocia, Duncan que aparte de ser buen hombre, emprende una batalla contra los Noruegos y primeramente es traicionado por uno de sus hombres: el Barón de Cawdor.
Ross:
De Fife, gran rey, donde las banderas
noruegas se mofan del cielo y con su soplo
escalofrían a nuestra gente.
El rey noruego, con un aluvión de hombres
y el apoyo del traidor más desleal,
el Barón de Cawdor, emprendió un aciago ataque…
María Estuardo, antecesora de Isabel I, conocida como “Bloody Mary”, traiciona la herencia reformista que había instaurado su padre, una vez que había muerto su medio hermano Eduardo, un frágil niño de diez años, contrae matrimonio con el Rey católico Felipe II lo que trae consigo una muy baja popularidad del reinado. Isabel I aprende la lección de no expresar sus pensamientos y “encubrir” su ideología. A pesar de ello, fue confinada a la Torre de Londres y estuvo sometida a un escrutinio feroz, con riesgo de seguir la misma suerte que su madre, cuando ella frisaba tan solo los tres años de edad.
¿Acaso Macbeth, que finalmente traiciona al rey Escocés simboliza el ascenso al poder ilegítimo?
E incorpora a los elementos fantásticos de las tres brujas y Hécate para “premonizar” su ascenso a la corona:
BRUJA 2.a
¡Salud a ti, Macbeth, Barón de Cawdor!
BRUJA 3.a
¡Salud a ti, Macbeth, que serás rey!

El presagio de las fantásticas confunde a Macbeth, pero lo graba en su memoria, pues son mensajes crípticos de los que posteriormente el destino habrá de aclarar. Sin embargo, es el recurso de la magia y lo oscuro, del que Shakespeare echa mano para poder transmitir “crípticamente” lo que la ADIVINACIÓN PRESAGIA:
MACBETH
¡Esperad, imperfectas hablantes, decid más!
Por la muerte de Sinel soy Barón de Glamis,
mas, ¿cómo de Cawdor? El Barón de Cawdor vive
y continúa vigoroso; y ser rey…

Uno de sus tutores, Roger Ascham (Cambridge University) consigna de la precoz Isabel:
“Her mind has no womanly weakness”…”her perseverance is equal that of man” (1)
Y ante el malestar de los grupos protestantes, se apostaba a la inteligencia de Isabel para lograr vencer a la “católica sangrienta”. Presagio o no, la fatalidad consuma.

La ambición de Macbeth se asemeja a la de Elizabeth (ambos nombres con terminación en beth). Que agazapada espera pacientemente, finge y se va construyendo un imaginario del reinado que habrá de consagrarla como una “diosa”. Soporta las humillaciones y desarrolla una habilidad que hoy en día sería calificada de “psicótica social” pues no siente empatía ante la desgracia de los otros. Un caso específico es el de Sir Thomas Seymour –que hoy en día sospecharíamos de ser un pederasta—y que acosó a la niña Isabel con la pretendida intención de desposarla. Cuando después de múltiples interrogatorios, a la Princesa púber se le informa que ha sido condenado y decapitado, ella no muestra ningún signo emocional.
ROSS:
Y, a cuenta de un honor aún más grande,
me ha mandado que te llame Barón de Cawdor.
¡Salud, nobilísimo barón, con este título,
pues tuyo es!
Eres Glamis, y Cawdor, y serás
lo que te anuncian. Mas temo tu carácter:
está muy empapado de leche de bondad
para tomar los atajos. Tú quieres ser grande
y no te falta ambición, pero sí la maldad
que debe acompañarla. Quieres la gloria,
mas por la virtud; no quieres jugar sucio,
pero sí ganar mal. Gran Glamis, tú codicias

Reflexionemos: Mas temo que tu carácter está muy empapado de leche de bondad para tomar los atajos. Aquí se infiere que la aparente dulzura de carácter mezclada con ambición, requiere forzosamente de acompañarse por la maldad.
Shakespeare va dando pistas en toda su obra y también aprovecha a Lady Macbeth para hacer uso de sus habilidades crípticas:
LADY MACBETH:
¡Ah, nunca verá el sol ese mañana!
Tu cara, mi señor, es un libro en que se pueden
leer cosas extrañas. Para engañar al mundo,
parécete al mundo, lleva la bienvenida
en los ojos, las manos, la lengua. Parécete
a la cándida flor, pero sé la serpiente
que hay debajo.
Cara-libro-lectura de cosas extrañas. Nos indica que “para engañar al mundo parécete al mundo”. Una serpiente que se oculta debajo de la cándida flor.
William Shakespeare sabía que los actores y dramaturgos no eran bien vistos por una parte de la sociedad noble inglesa, recurrían al padrinazgo de alguna casa noble para tener “un patente de corzo” y no correr el riesgo de ser perseguidos e inclusive ejecutados. ¿Acaso su contacto con la nobleza y sus intrigas le permitían saber que la reina de apariencia cándida, como una flor, era una cruel serpiente?
MACBETH:
¿Quién está a la vez lúcido y suspenso,
sereno y furioso, leal a imparcial? Nadie.
Aquí nos alerta de que la lealtad es escasa o nula en dicha corte. La parcialidad, serenidad y lucidez son contrapuestos con el suspenso (vivir con el alma en un hilo) y lo furioso (los arranques viscerales del poder que de un día para otro condena y ejecuta a sus antiguos vasallos predilectos).
Y continúa Macbeth expresando mensajes en clave:
La presteza de mi afecto impetuoso pudo más
y me hicieron empuñar un cetro infecundo
que habrá de arrebatarme mano extraña,
pues no tengo hijo que lo herede.
Isabel I no tenía hijo heredero y eso era una calamidad para la estabilidad del Imperio. Preocupación similar a la que aquejó a su padre Enrique VIII y que evidentemente causó tanta abyección en el reino:
Si es así,
he manchado mi alma por la prole de Banquo,
por ellos he matado al piadoso Duncan,
Aquí viene una justificación clara. Macbeth no admite ser asesino ni traidor. Lamentablemente se manchó a causa de Banquo. La culpa le permite justificar sus acciones.
William Shakespeare fue atacado por provenir de una familia de escasos niveles educativos y económicos. En cierta forma, el dedicarse a la actuación y la dramaturgia, lo ubicaba en una categoría socialmente vulnerable. A través de su trabajo y esfuerzo, logra ir escalando posiciones mucho más favorables. Sin embargo manda un mensaje críptico en este parlamento que pone en boca del ser más detestable:
ASESINO 2.°
Majestad, soy un hombre
a quien tanto han enconado los azotes
y golpes de este mundo que haría lo que fuese
por desquitarme del mundo.
Y nuevamente utiliza a Lady Macbeth como reforzador de mensajes secretos:
LADY MACBETH:
No se goza, todo es pérdida
si el deseo se logra, pero no contenta.
Siempre es más seguro ser lo que se mata
que tras esa muerte vivir dicha falsa.
La insatisfacción del poder se ve manifiesto en este parlamento, es una crítica velada a los monarcas y nobles que viven “dichas falsas” plenas de insatisfacciones morales y emocionales. La fatalidad del poder nuevamente aflora:
MACBETH:
¿Cómo estás, señor? ¿Por qué solitario,
sin más compañía que las tristes ideas
y los pensamientos que debieron morir
con quienes te absorben? Lo que no tiene cura,
habría que olvidarlo: lo hecho, hecho está.
Nos está indicando la soledad del poder, aunado a la obsesión de la “culpa”, el remordimiento y el bálsamo que significa un pragmatismo sin conciencia.
Pero la mente no puede engañarse y el mensaje críptico se plasma:
MACBETH:
¡Ah, esposa! Tengo el alma llena de escorpiones.
La maldad no existe en los soberanos. Siempre hay la excusa que los crímenes que hagan se justifican por el bien del imperio o de la patria (¿nos suena conocido?)
MACBETH:
No quieras conocerla, mi paloma,
hasta aplaudirla. – Ven, noche cegadora,
véndale los tiernos ojos al día compasivo
y con tu mano sangrienta a invisible
anula y destruye el gran vínculo
que tanto me horroriza. La noche se espesa
y hacia el bosque tenebroso vuela el cuervo.
La bondad del día decae y reposa,
y acechan los negros seres de las sombras.
Oírme te pasma. Mas no estés inquieta:
lo que el mal emprende con mal se refuerza.
Lo que el mal se inicia, se recicla. La mano es sangrienta y elimina alos que hace invisibles. El pasado histórico de los Tudor—de por si condenable—se exime con el imperio que Isabel I consolida.
Y quizás William Shakespeare para cuando escribe Macbeth ya le embarga la amargura y desilusión, al haber constado la ingratitud e hipocresía de los nobles y su soberana:
Y lo peor es que sólo habéis logrado
trabajar al servicio de un reacio,
rencoroso y brutal que, como todos,
no os ama más que en beneficio propio
Para finalmente desistir de la criptografía y mandar una moraleja a través de las palabras de Macduff:
MACDUFF:
La codicia arraiga hondo y crece
con raíces más perversas que la lujuria,
CONCLUSION
Lo sorprendente de Macbeth es que la agilidad temporo-espacial que logra William Shakespeare es maravillosa. Se muestra fresco, moderno, casi cinematográfico. Narra el ascenso y la debacle final de Macbeth con un ahorro de tiempo sin perder la efectividad dramática. Caracteriza a la ambición, codicia y los graves defectos humanos con una claridad sorprendente. Pero a la vez, nos manda mensajes ocultos que le permitieron navegar en las turbias aguas de la envidia, la visceralidad, la fragilidad del poder y a pesar de todo, retornar a su amado Stratford-upon-Avon con fama, fortuna y nobleza.
De algo le sirvió encriptar su crítica política y análisis histórico.

Bibliografía
(1) Kern Passter Gail, Shakespeare: Life and Works of the Bard, Encyclopaedia Britannica Book, John Wiley & Sons Publishers, p.63, 2007. U.S.A.
(2) Auden W.H. , El mundo de Shakespeare, Al otro lado ensayo, Adrina Hidalgo Editora, 1971, Buenos Aires, Argentina.
(3) Kermode, Frank, The Age of Shakespeare, A Modern Library Chronicles Book, 2004, New York, U.S.A.
(4) Bloom, Harold, Shakespeare: The Invention of the Human, The Berkley Publishing Group, 1999,U.S.A.