Servir

Cuando algo nos resulta útil decimos que nos sirve. Cuando algo se descompone nos provoca irritación y casi en automático decimos que “no sirve”.

Gracias a la herencia latina y en especial de los Romanos, a veces tenemos una imagen negativa de servir y la vinculamos con la esclavitud o servidumbre. Contrario a lo que se piensa de la esclavitud, históricamente, los primeros esclavos eran de las razas arias y nórdicos. Eran muy apreciados por los árabes y africanos. Eran secuestrados por los bárbaros que luego los comerciaban. Los esclavos blancos eran entrenados para atender cuestiones domésticas en los palacios y “harems” de los árabes. Hablamos de hombres y mujeres en permanente esclavitud.

No fue sino hasta que los Portugueses iniciaron los viajes de cabotaje a lo largo de la costa africana cuando tienen contacto con un tirano que les vendía diamantes, esclavos negros y azúcar. Ahí nace lo que se ha llamado “la negritud” y el comercio de esclavos de piel negra. El resto todos lo conocemos. Lo que los racistas no saben es que el origen del Homo sapiens sapiens ( o sea los humanos actuales) se da en el sureste de Africa por lo que hoy conocemos como Kenya, Etiopía y Tanzania. Ahí se da lo que antropológicamente se denominan “las 12 evas negras”. La genética de todos nosotros porta en la mitocondria femenina un vector original de negros aún cuando tengamos la piel blanca y lechosa parecida a las razas de puercos blancos como el Lop ear, Large white, etc. Así que los “racistas” y supremacistas blancos están discriminando a su propia y legendaria madre.

Servir en realidad significa “encargarse del otro”, ser útil al otro. Es una cualidad del humano civilizado. Normalmente el arte de servir es inculcado por la mamá desde temprana edad y cuando se nos enseña a ser acomedido, a ayudar, a cooperar en las tareas del hogar, se nos está inculcando el valor de servir.

Supuestamente los jefes de todas las religiones se les asigna el papel de “siervos de Dios”, es decir, son los que cuidan de los humanos para que sigamos respetando las enseñanzas o códigos morales dictados por un ser supremo.

Los gobernantes y los empleados de las dependencias de gobierno por lo tanto se les debe considerar que son “servidores públicos”.

Ya en el mundo del intercambio de bienes, después de que se sustituye el trueque por el comercio es donde las monedas “sirven” para regular la compra y venta de las cosas. A medida que se van sofisticando las distintas civilizaciones surgen las actividades denominadas de “servicios”. Ya sea que es donde se reparan las cosas que han tenido algún tipo de desperfecto o donde se atiende a las personas –no para venderles algo–, sino para satisfacer la necesidad de algo. Es ahí donde nacen palabras como “restaurar” que es el lugar o posada donde se “restauraban” o refrescaban los caballos y las personas. Nacen los primeros “restaurantes” en la parte baja de las posadas. Ahí se expende vino, se refrescan los viajeros, comen y luego pasan a los aposentos a tener “un sueño reparador”. También las letrinas que después serían los WC de origen inglés, se les empieza a denominar “servicios”, ya que es donde se repara fisiológicamente el cuerpo. Hoy en día escuchamos frecuentemente a los comensales preguntarle al mesero “¿Dónde están sus servicios?”.

El servicio de la mesa es quizás el más emblemático de los servicios. Un buen restaurante se distingue no solo de la calidad de los alimentos sino del servicio que dan los humanos que atienden el negocio. Es el trato cordial, las atenciones, la rapidez para atender, la gentileza que muestran hombres y mujeres a los comensales o visitantes. Esto se deriva también al servicio en los hoteles y finalmente vemos que el mundo deja de ser un mundo de fabricación de enseres y productos sino que se empieza a destacar por ser industrias de servicios (bancarios, financieros, reparación de las cosas, seguros, salud, publicidad, mantenimiento, etc.)

Cuando vamos al médico o con el abogado o notario pagamos por un servicio. Cuando contratamos a un auxiliar doméstico estamos contratando o rentando sus servicios.

Lo importante de servir en la vida es que nuestro paso por la existencia terrena tenga una finalidad de ser útil a los demás. Una madre que quizás nunca estudio pero formó un hogar es un ser que dio un enorme servicio no solo a sus hijos o a su pareja, sino a la sociedad entera. Fue útil para la humanidad. Igualmente un buen padre sirve de proveedor de un hogar y aporta grandes valores a través de su ejemplo de tenacidad y laboriosidad.

Algunos además de formar familias contribuyen a la educación e instrucción en las escuelas o universidades. Los artistas sirven para hacer más grata la vida a través de la cultura, el entretenimiento y el goce de los sentidos.

Servir es una gran cualidad humana que debemos cultivar y engrandecer. Preguntarnos: ¿Para qué sirvo? ¿Qué servicio le doy a mis congéneres? ¿Cómo sirvo a mi Patria?, etc.

Es común escuchar a personas que critican todo, los servicios en un restaurante, en un banco, durante sus viajes, en una escuela, tienda, mercado o se quejan de sus gobernantes sin hacer el mínimo esfuerzo por servir.

Son personas que viven de lo tóxico.

Intoxican todo lo que ven y presencian. Pretenden ser superiores sin darse cuenta que las personas tóxicas no sirven para nada. A lo largo del tiempo sus familiares, amigos y colaboradores los van aislando y olvidando. Es normal que lo que no sirve se abandone.

Al encontrar la gratificación de ser útil, de servir, los seres humanos sentimos la plenitud de ejercer la capacidad de complacer a los otros y como un círculo virtuoso nos complacemos a nosotros cuando nos sonríen, nos dan un apretón de manos y nos dicen:

“Gracias, fue un excelente servicio.”