Archivo de la categoría: Alimento para el pensamiento

Escuchar

¿Existe alguna diferencia entre escuchar y oír?Yo creo que sí.

El sentido del oído se considera es el primero de los elementos sensibles que se tienen desde que estamos en la matriz de nuestras madres y a decir de los especialistas, es el último sentido que perdemos al morir.

Se ha puesto de moda entre las mujeres gestantes ponerle música al producto para que cuando nazca le guste el tipo de música que ellas prefieren. El otro día entrevistamos a una mujer joven en su departamento y nos comentaba que ella ponía música todos los días aún cuando los demás condóminos la habían amenazado de demandarla por el ruido. Le pedimos nos mostrara el volumen en que lo pone y fue algo ensordecedor. ¡Terrorífico!

Hay estudios en Europa que informan que los niños que usan audífonos constantemente y a volúmenes muy fuertes cuando llegan a los 10 u 11 años de edad tienen una capacidad auditiva de personas de 60 años. Muy pocas veces le damos atención a nuestros oídos y la potencia de los equipos sonoros así como los dispositivos que usamos nos van degradando nuestra sensibilidad auditiva.

Una de las maravillas del sentido del oído es precisamente tener la agudeza de poder percibir una amplia gama sonora y deleitarnos con la música a un volumen adecuado.

Eso no lo entienden los restauranteros ni muchos sitios de reunión social que materialmente uno no puede conversar con las personas que están en la mesa y no se diga del aborrecible hábito de encender pantallas con futbol. Yo pienso que si uno quiere ver un partido lo haga en su propia casa y no force a todos los comensales a escuchar los alaridos del locutor y lo que es peor, que los meseros dejen de atender a las personas que están en la mesa.

 

Ahora bien, haciendo a un lado los hábitos y decibeles, el tema es la diferencia de escuchar y oír. Los ejemplos del restaurante y de muchos de los momentos que tenemos encendido algún radio o dispositivo con música estamos oyendo las melodías o a los parlanchines que hacen la radio hablada descubrimos que si estamos distraídos no escuchamos realmente lo que nos dicen.

 

En muchas conversaciones interpersonales oímos a la persona pero no la escuchamos. Es decir, no le ponemos atención a lo que nos dicen. Esos son los principales reclamos de los problemas familiares y de pareja. ¿Cuántas veces lo dicen los adolescentes a sus padres: “No me escuchas”? O viceversa los padres a sus hijos. Y en las parejas con diferencias se suele reclamar: “Haces como que me oyes pero no me escuchas”.

 

En todo proceso de comunicación existe el llamado “ruido” o interferencia. Puede ser de muchos tipos, algunos se pueden controlar. Por ejemplo los ruidos físicos o ambientales. Solemos entonces decir: “Vamos a un lugar donde podamos platicar porque con este ruido no te escucho”. Existe sin embargo otro “ruido” o interferencia mental que afecta nuestra comunicación y lo solemos describir como “estaba pensando en otras cosas”.

El ruido mental nos distrae de la escucha y debemos eliminarlo cuando realmente deseamos atender a quien nos habla.

Para mejorar nuestro proceso y dejar de oír para escuchar a las personas debemos eliminar los distractores mentales, procurar fijar nuestra mirada en la persona que nos habla y no andarle revisando cómo viene vestida o viendo sobre su hombro lo que acontece alrededor.

Mejorar nuestra capacidad de escuchar nos permite aprender más del otro, a tener mejor empatía y a realmente establecer vínculos.

¿O no es común que nos reclamen: “Si ya te lo había dicho antes… lo que pasa es que no me pones atención”?

En los quirófanos, durante una cirugía se recomienda que los médicos y enfermeras no comenten la situación de gravedad que tiene el paciente porque aunque esté anestesiado, el sentido del oído sigue percibiendo los mensajes y los almacena en el inconsciente. Al despertar se muestran angustiados o lloran sin saber por qué.

Las personas que están en terapia intensiva siguen escuchando lo que se dice junto a ellos. La prudencia debe imperar en ésa habitación.

En el acompañamiento ante una persona en agonía es fundamental que nuestras palabras sean reconfortantes, amorosas plenas de ternura.

Oír es maravilloso pero escuchar es genial.

El lenguaje secreto de las plantas

Hace muchos años cayó en mis manos un libroen inglés que hablaba sobre la comunicación secreta de las plantas.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces para que yo reflexionará sobre el lenguaje secreto que nos transmiten estos seres vivos que nos acompañan en el hermoso camino que es la vida.

Las flores se obsequian de múltiples formas desde tiempos inmemoriales. Flores y plantas nos transmiten emociones. Sean para expresar amor  o rendir homenaje como fueron las coronas de laurel a héroes y campeones o la infaltable rosa para decir: ‘»te amo «.

Ponemos flores en las tumbas o flores en las bodas.

La paz que nos brinda el caminar por un bosque es infinita como la emoción de penetrar por una selva.Más cotidiana es la pausa que hacemos para pasear al perro en el parque o jardín.

El pasto  donde corren alegremente los niños o la cancha de fútbol donde se vuelcan las pasiones transmite vitalidad una extraña energía.

Un día, la asistente de mi socia y mentora Juanita Guerra+ me regaló unas violetas que les decían “africanas” y las coloque en mi oficina.Contrario a lo que en casa de Juanita, las mías dejaron de florecer. Le consulté a la asistente qué debía hacer, si debía cambiarlas de lugar o fertilizarlas. Me respondió: «Platíqueles,  dígales que las quiere, que le importan». Debo confesar que me sentí un poco tonto pero al ver que por muchos cuidados que les diera no florecían, empecé a saludarlas y decirles que eran hermosas. No tardaron en florecer. Fue tanta la emoción que empecé a comprar toda la gama de colores de la misma especie.

Cuando tuve que deshacerme de ellas se las regalé a personas que sabía que las iban a cuidar.

Por indicaciones médicas mi madre tuvo que vivir en Guadalajara y diariamente iba al bosque de Colomos para su caminata. Se empezó a indignar cuando en toda la ciudad empezaron a talar árboles y a perder la belleza natural que tenían sus calles y avenidas.

Mi padre conoció a un «chamán» en un pueblito cercano a Cuautla, Morelos. Le enseñó los poderes curativos de algunas plantas pero especialmente le inculcó el ritual de pedirles permiso para cortar un esqueje, rama o flor. Después se enojaba con los jardineros que maltrataban a las plantas podándolas sin piedad.

Las culturas prehispánicas tuvieron amplios conocimientos de herbolaria y que aún siguen vigentes. Pero no solo en mesoamérica sino que en el mundo entero hay muchas plantas que han aportado valiosos elementos curativos para la industria farmacéutica.

Son celebres también ciertas plantas por ser venenosas y mortales. El bien y el mal se hermanan en la flora.

Las flores de Nochebuena transmiten el ambiente festivo de la temporada navideña junto con el muérdago y los pinos. Son un infaltable elemento de dichas celebraciones. Sin embargo, es una pena ver como se desechan después de las fiestas abandonándolos en las aceras o botes de basura. En el caso de los pinos son virtualmente sacrificados y en ocasiones quemados siendo un ritual de pésimo comportamiento ambiental.

Quizás eso explique la conveniencia del «cempazuchil» o flor de los muertos que es de temporada y muere al finalizar los rituales de noviembre en México. Se va con el otoño.

 

Otras de las flores de extremada belleza son las Dalias que también son perecederas. Florecen en julio para abandonarnos en agosto. Las bellas orquídeas son muy difíciles de cultivar. Un día nos detuvimos a comer en Córdoba, Veracruz.  Al salir del restaurante, en una esquina había una humilde viejita que vendía varias plantas en botecitos de hojalata. En uno de ellos vi que había una escuálida planta de orquídea sin flor. Se la compré para ayudar a la anciana pero no le veía posibilidades de subsistir. La puse en una maceta amplia al pie del pórtico. La cuidé con esmero. De pronto empezó a crecer en follaje y dio un tallo plagado de flores de color amarillo muy tenue.

Esa orquídea lleva ya muchos años regalándonos hermosas flores. Se ha multiplicado de forma asombrosa y puntualmente en los primeros meses de cada año florece. Sus tallos con flor duran tres meses y con el cambio climático este año se adelantó un mes.

El lenguaje secreto de las plantas es algo muy íntimo que cada uno de nosotros debe aprender a percibir e interpretar. No necesitamos ser biólogos ni ser brujos para poder despertar la sensibilidad de apreciar el callado mensaje que todos los días, sobre todo el planeta, estos maravillosos seres nos comunican con su lenguaje secreto. Nos informan, nos invitan al amor o nos dan de gritos desesperados cuando les hace falta agua, se les lastima o se les destroza, incendian o devasta.

Las plantas forman parte de nuestras vidas y nos acompañan, incluso nos abrigan con su madera en el ataúd o la urna al final del viaje.

¿Y que creen? Hasta en esos momentos, alguien nos pondrá una flor para despedirnos.

El árbol

Cuando nos detenemos para observar un árbol descubrimos una de las maravillas con las que nos obsequia la naturaleza.

Un árbol es ante todo el ejemplo de equilibrio que el reino vegetal nos muestra con tremenda lógica.

 

Posee raíces. Es decir, tiene origen con un pasado, a la vez que se sostiene de la tierra y se nutre de ella. En cierta forma se establece en un sitio (se arraiga), se nutre de su pasado que en algún momento fue una semilla de su origen y reúne la energía vital para crecer.

 

Tiene un tronco. Que simboliza un eje que une entre su pasado (raíces) y su futuro (follaje, flores y frutos). El tronco hace común a todos los elementos y además permite nutrir con la savia a todo el organismo. Da orden y equilibrio.

Conforme avanza su edad, ése tronco se vuelve más fuerte como podría ser el acumular la experiencia en nosotros los humanos, con esa experiencia añade capas a su corteza dándole reisliencia y guarda las cicatrices que los distintos eventos le han marcado.

Tiene ramas. Lo que le permite diversificarse para recibir más oxígeno (aire). Más calor de los rayos del sol, le da flexibilidad con el movimiento del viento y capacidad de recibir agua de la lluvia, rocío y de la humedad.

Las ramas le permiten expandirse y posibilitar una mayor área de crecimiento de su ser no solo a lo alto sino a lo ancho.

 

Genera hojas o follaje. En algunos casos las renueva dependiendo de las estaciones del año y en otros, sus hojas serán permanentes pero en ambas su función es respirar y transformar. Respira el CO2 que han desechado otros seres vivientes y los transforma para alimentar a su savia y regresarle al planeta O2, el oxígeno que otros seres vivos requerimos. También las hojas dan abrigo, sombra y generan un área donde las radiaciones solares se mitiguen.

Regala flores y frutos. Como parte fundamental de su ciclo, es a través de las flores que logra su reproducción lo que le permite dejar descendencia. No todas las flores de los árboles son vistosas y esa diversidad les da a cada especie la posibilidad de ser únicos. De la fecundación darán, cada uno de ellos a su propia manera, los frutos que a su vez son portadores de las semillas. Así renuevan las siguientes generaciones. Podemos decir que a partir de la floración y de la fecundación, se gesta el futuro para que sobreviva la especie.

Si quisiéramos ver al árbol en una forma poética podríamos definirlo como un gran brazo que emerge de la tierra para tratar de alcanzar el cielo y las estrellas del cosmos.

Es el árbol un elemento simbólico de gran importancia para las culturas del hombre. Así vemos el árbol sefirotal de la cultura judía, el árbol de la vida en las culturas hindús, chinas, etc. El árbol que el cristianismo retoma para explicarnos el origen de Adán y Eva en el paraíso  y en las culturas mesoamericanas el árbol viene a ser el elemento de la fecundidad, el falo masculino que penetra a la madre tierra y la fertiliza, es la ceiba venerada, es el amor que se consagra entre el cielo y la tierra.

 

En los pueblos nórdicos el árbol es parte del ritual de la fecundidad. Por eso se cortaba la punta de un pino y se bailaba golpeando el piso de la tierra con él. Ese ritual se hacía durante el invierno para excitar a la tierra y fuese fecunda a la llegada de la primavera. Este ritual es el remoto origen del árbol de Navidad.

 

Para explicar el origen de una familia se recurre al árbol genealógico. Ahí se ramifica la estirpe y se descubren nuestras raíces genéticas, nuestros ancestros, nuestros lugares de origen.

Hasta en la industria automotríz se ha concebido el árbol, llamándosele: árbol de levas y que es la parte fundamental que impulsa los cilindros de un motor.

 

El árbol es vida, es inspiración como el árbol de manzanas que dio a Newton la idea de la teoría de la gravedad y es el árbol donde algunos embriagados por el amor con una navaja marcan las iniciales de su ser amado.

 

El árbol es un elemento fundamental de nuestras vidas.

ROMA: La agotada mirada a las familias

Como estrategia de mercadotecnia ROMA da un sensacional ejemplo de cómo hacerse desear. Hacerse esperar con mórbida curiosidad.

Normalmente a las películas mexicanas les “hacen el favor” de proyectarlas una semana en los monopolios Cinemex y Cinépolis. Luego las echan al olvido para rellenar las salas de basura consumista, con filmes saturados de violencia y churros “Hollywood style” A veces, estos monopolios tienen una salita de “arte” para exhibir lo que produce el resto del mundo. Tratan al público como la misma basura que les proyectan.

 

Alfonso Cuarón logró despertar el apetito por ver su película ROMA (2018). Premiada en Cannes, alabada en los coros internacionales curiosamente no estaba visible para la mayoría de los mexicanos.

Finalmente, se acaba de estrenar en Netflix el viernes 14 de diciembre. Se exhibía en la Cineteca Nacional en una sola sala y donde los boletos llevaban semanas de estar agotados. Curiosamente, se estrenó también en “Los Pinos”, el antiguo bunker de los expresidentes mexicanos y en repetidos mensajes Cuarón ofreció prestarla para ser proyectada en universidades o en auditorios de organizaciones sociales y laborales.

ROMA está filmada en blanco y negro. Es un trabajo extraordinario de ambientación en los años 70. Un verdadero “deja vú” pues rescata todo lo habido y por haber de lo que se veía y escuchaba en esa época. Calles, cines, tiendas, hospitales, autos, programasde radio y televisión, muebles y vestuario, todo perfectamente coordinado para llevarnos a la década del Mundial México 70.

La película se ubica en una casa de la colonia Roma Sur. Ojo: No es la colonia ROMA profirista de palacetes neoclásicos, no…es la Roma arrinconada hacia el sur, la Roma clasemediera de construcciones que van desde el arte decó a los híbridos de Mario Pani, el Bauhaus trasnochado de la alemania nazi pero que todas las construcciones se unfican democráticamente en las infaltables azoteas que son el territorio olvidado por las amas de casa pero son los dominios indiscutibles de sirvientas y niños traviesos. Entre tinacos, tendederos, antenas de televisión y lavaderos se escurre la otra vida de la servidumbre y su complicidad protectora con los niños de la casa.

Antes de hablar del sentido reflexivo de la película, solo refiero que en cierta forma el estilo de la película es un acercameinto retrospectivo al cine italiano cuya corriente significó grandemente en la historia cinematográfica: el neorrealismo italiano. Películas como “Ladrón de Bicicletas”, “Roco y sus hermanos”, “La cosecha amarga”, etc. son del estilo que acuñaron magistralmente Fellini, Passolini, Bertolucci y demás colegas. Ahora sutilmente Cuarón echa mano para su homenaje a su propia infancia.

 

ROMA es la historia de cualquier familia mexicana de clase media y de la inserción de las sirvientas como miembros de una familia extensa. Es la narración del deterioro de una pujante clase media que después sería pulverizada y empobrecida por los gobiernos. La familia feliz del país feliz que de pronto, simbólicamente se limpia (se trapea) el patio para descubrir la realidad. Todas las ilusiones se van a la coladera (así empieza la película mandando un mensaje subjetivo).

Es la narrativa sobre el abandono de las mujeres mexicanas –sea la patrona o la sirvienta—pero que poseen una empatía claramente definida: “Servir a los demás miembros de la familia”.

Nos muestra el esfuerzo que se hace en los hogares por mantener las apariencias ante los niños y que así no resientan los conflictos emocionales, las pérdidas, el divorcio ni la infidelidad del siempre ocupado proveedor de la casa.

A la vez, Alfonso Cuarón nos muestra la historia de ése periódo de México y la violenta represión que se monta con los “Halcones” una derivación del “Batallón Olimpia” del 68 y que era la forma de mantenerse en el poder por parte de los partidos y grupos dominantes de la dictadura perfecta.

Es excelente el paralelismo de cómo cae en ruinas un hogar y al mismo tiempo cae en ruinas el vetusto sistema político para entrar en su fase de terapia intensiva que todos hemos vivido en las últimas décadas.

ROMA nos transporta a los años en que muchas de nuestras familias se crearon como las idealizadas “células” de la sociedad pero que finalmente se convirtieron en matriarcados sin brújula, en mujeres que toman las riendas del hogar ante el abandono del marido, abandono físico o emocional que impacta y violenta a una familia. El médico del seguro social realiza sesudas investigaciones y viaja a otros países a dar conferencias pero que en el fondo se ha separado del hogar. Excusas, mentiras piadosas, fermento de la doble moral.

También nos muestra la función de la nana que se transforma de indígena oaxaqueña a una madre sustituta de niños criollos. Niños sobreprotegidos para lo cual los mantienen en su propia “disneylandia”. En ROMA se incluye a la fantasmal abuela que en casi calidad de bulto departe los angustiosos laberintos de la familia y que finalmente se acompaña de su chofer para asistir a Cleo en su agonía del parto acelerado por su propia tragedia.

Las vacaciones junto al mar como parte del sano ritual de llevar a los niños a que gocen de un momento de evasión pero que al mismo tiempo los enfrenta a su invalidez emocional, a la tragedia que todo el tejido familiar está sufriendo con la ruptura del matrimonio, la madre que finge fortaleza despreocupada y el embarazo de Cleo, la nana mixteca que es usada y abandonada por el novio para finalmente vivir su propio duelo al perder a su hija en el momento del parto.

El personaje principal de ROMA es la sirvienta-nana-mamá sustituta que sin ser actriz, Alfonso Cuarón la lleva hasta las nubes artísticas pues se revela como una gran intérprete.

Cleo es casi muda en muchas de las escenas pero expresa más que si hablara. De ahí que el más pequeño de los niños exprese de pronto la frase: “Qué te volviste muda?” Pues sus estados de ánimo, su duelo, su depresión, se manifiestan básicamente con lenguaje no verbal.

ROMA nos lleva a la caída de un imperio, es una similitud con la forma en que los romanos cayeron en decadencia, una sencilla familia de la clase media mexicana que habita en la legendaria colonia ROMA cae en decadencia y –a la par—, caen las ilusiones de una joven indígena convertida en sirvienta que ve perdido el imperio de la felicidad y el amor. Despojada de ilusiones al quedarse sin el ingrato novio que la usó y la desechó, la sirvienta que se ve perdida sin la hija que llenaría su hueco amoroso y abrazada por una familia que adoptó y de la que fue adoptada por los niños que aprendieron a quererse en medio del abandono.

ROMA es el espejo del México que ya se agotó.

Fotos de NETFLIX

Raíces

Para quienes no estamos acostumbrados a sembrar, las raíces son algo anecdótico. Vemos en el supermercado a las zanahorias, betabeles, algunos manojos de cilantro y perejil aún con sus raíces.

También de niños pusimos a germinar un frijol y nos emocionó ver que en el algodón húmedo se abría la dicotiledónea leguminosa y se asomaba la punta de su raíz.

Ahora se estila ver en ciertas tiendas de decoración mesas hechas con parte de las raíces y troncos de árboles muy exóticos.

Pero las raíces significan mucho más.

Explican el origen de los seres vivos. De cómo germinaron nutriéndose de la madre (puede ser la tierra madre para las plantas o puede ser la matriz en el caso de los mamíferos como nosotros).

Las raíces sirven no solo para nutrirse sino para aferrarse a la vida y crecer de tal manera que la fortaleza de un tronco y su follaje dependen de las raíces.

Ante tormentas y huracanes, la fuerza de la naturaleza arranca de tajo a los gigantescos árboles dejándolos vencidos con sus raíces expuestas.

Cuando hay una mala hierba y se arranca para que no haga daño a las demás plantas es común asociar la frase “Se arrancó de raíz” y hacemos el uso de la expresión cuando se extirpa un tumor o cuando resuelves un problema.

Cuando trasplantas a una especie vegetal se recomienda que no dejes mucho tiempo expuestas las raíces a la intemperie porque puede morir la planta. Esto explica que la mayor parte de las raíces necesitan estar ocultas en el interior de donde se nutren.

¿Por qué me refiero hoy a las raíces?

Porque los seres humanos necesitamos tener y cultivar nuestros orígenes. Es decir, recordar nuestras raíces.

Reconocer de donde venimos, avivar el linaje de familia y ésa memoria intangible que nos permite tener fortaleza.

Los inmigrantes son un ejemplo de personas que por necesidad tienen que separarse de su tierra y buscar dónde echar raíces. Lo necesitan para sobrevivir a lo que les amenaza.

Quien no conoce sus orígenes, su pasado familiar o pasado histórico de donde proviene generalmente se le dice que es un ser “desarraigado”, un huérfano sin raíces.

Las raíces son las que nos dan cultura no son los años académicos ni la memorización de libros y apuntes. Entre más profundas tus raíces más culto serás.

Nuestras raíces son hilos invisibles que nos dan la savia para nutrirnos y entender el ¿De dónde vengo?, ¿Quiénes fueron nuestros padres, abuelos y antepasados?, ¿De donde desciendo?

Es muy importante que procuremos cultivar en nuestras familias el sentido de arraigo, el fomentar un sencillo homenaje a nuestras raíces y buscar que las nuevas generaciones se sientan orgullosas de aquello que los hará fuertes para crecer, vitales para desplegar sus follajes mentales-emocionales y dar los frutos creativos que permitirán continuar con la herencia sabia y amorosa de quienes nos dieron hogar y ternura.

 

 

 

La mesa

Hablamos del origen del hogar y su referencia a la importancia del cuidado del fuego como elemento central. De ahí se deriva el concepto de hogar y se asocia al de “calor de hogar”.

Nuestras vidas, queriéndolo o no, se desarrollan en un hogar cuando hay ternura, cariño y apego.

Conforme fueron evolucionando las sociedades humanas las cocinas se convirtieron en el punto de reunión de los habitantes de la casa solariega.

Departían, narraban historias, platicaban frente al lugar donde se preparaban y cocinaban los alimentos. Se convirtieron en el punto de encuentro humano.

Saciaban la sed, se reponían de sus jornadas y se alimentaban En una sola palabra se resumía todo esto, se “restauraban”.

De ahí proviene el concepto re “restaurante” o sea el lugar donde se restaura el cuerpo bebiendo, alimentándose y especialmente: conversando socialmente con otros.

En cierto momento del desdarrollo humano se hizo necesario un mueble que les permitiera colocar los enseres y alimentos propios para alimentarse.

¿Quién inventó la mesa? ¿Cómo fueron las primeras mesas que construyeron los humanos?

Son preguntas un poco difíciles de contestar sin contar con la evidencia.

Lo que sí podemos estar seguros es que fue un invento genial.

La mesa entonces se convierte en el lugar de encuentros humanos.

Los participantes, sean familias o amistades, en lugar de reunirse en torno a la hoguera, lo empiezan a hacer más civilizadamente en una mesa.

La mesa empieza a convertirse en un poderoso lugar donde se van a dar y se siguen dando los más grandes acontecimientos de la vida humana.

Es en la mesa donde se encuentran las futuras parejas. Ahí detectan sus afinidades y seguramente acudirán en múltiples ocasiones ala mesa hasta que un buen día deciden unirse en matrimonio. ¿Dónde se declaran el deseo de unirse en matrimonio? En la mesa.

Para informarle a los padres y parientes de los futuros cónyuges, todos se reúnen en torno a una mesa. Dependiendo de la cultura “se pide la mano”, se da el dote, se firman convenios, etc.

Para celebrar la boda: la mesa.

Para anunciar el próximo nacimiento de un vástago, será la mesa un mudo testigo, al igual que el bautizo o la circuncisión, o los acontecimientos de las distintas religiones.

En la mesa se anuncia la vocación que cada hijo tiene y que desea seguir en su futuro ya sea como profesionista, como ministro de culto, rabino o monja y hasta el trágico anuncio del hijo deseoso de abandonar los estudios.

Ante los conflictos familiares se convocan a reunirse en la mesa. Y ante las “pataletas” alguien se levanta de la mesa y abandona el comedor.

La violencia y las ofensas se desatan en la mesa. Todas las emociones concurren en ése espacio.

En la mesa se deciden negocios, se anuncian contratos, se inician querellas, se destruyen familias, se acuerdan divorcios.

La mesa es la cancha simbólica de futbol o beisbol donde se enfrentan los humanos, el campo de batalla donde argumentan y se definen los vencedores y vencidos. Similar lo hacen al declararse o terminar las guerras. Es en las mesas de negociación cuando se firman tratados, amnistías, rendiciones.

Los conflictos laborales se resuelven en las “mesas” de negociaciones.

También es en la mesa donde se reúnen después del sepelio o para leer el testamento del difunto.

El duelo se vive en la mesa.

Y en la intimidad también nos acompaña una mesa.

¿Quién no tiene una mesita de noche junto a su cama? ¿Cuántas mujeres quisieran tener una larga mesa en su tocador donde les cupieran todos sus perfumes, cosméticos, afeites y joyas? Cuántas veces no escuchamos: “Necesito una mesita para poner mis cosas”.

Así vamos descubriendo la importancia de una tabla (generalmente de madera) con cuatro patas –para mantenerse estable–, y que permita verse los unos a los otros.

Puede ser cuadrada, rectangular o redonda como es el caso de la célebre historia del Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda.

 

 

 

 

 

 

 

 

¡En fin!

Las vidas de todos nosotros siempre giran en torno de una mesa.

Hogar

Creo que todos entendemos la palabra HOGAR.

Creo que todos hemos vivido en alguna etapa de nuestra vida en un ambiente hogareño.

Y puedo casi afirmar que todos hemos escuchado la frase: “Hogar dulce hogar”, la cual asociamos con un lugar cálido, confortable, lleno de cariño, donde reina el amor.

Si cerramos los ojos y tratamos de visualizar lo que entendemos por hogar, tendremos una imagen más que precisa de lo que es el lugar donde nos sentimos más seguros: Nuestro hogar.

Pues sí, en nuestra huella genética, en nuestra más recóndita memoria está vigente el hogar. Sin embargo, pocas veces nos preguntamos ¿De dónde viene el concepto de hogar?

Cuando los primeros homínidos se transformaron o –más bien dicho–, evolucionaron en Homo sapiens sapiens, se agruparon en los llamados clanes. Los clanes eran grupos de varios hombres y mujeres con sus críos (ojo: no eran familias).

Estos clanes buscabana abrigo para protegerse de las inclemencias del tiempo, fuese frío o calor. Generalmente a estos clanes los consideramos habitando cuevas (de ahí que les digamos cavernícolas) pero en las zonas donde no existían cuevas, juntaban ramas o arbustos y creaban una especie de nido y en otras latitudes agrupaban piedras hasta formar refugios, cobachas e inclusive los iglúes en el polo norte donde habitaron los esquimales.

A raíz del descubrimiento del fuego producido por un rayo o por exceso de radiaciones solares a estos grupos humanos se les hizo necesario manejarlo, para mantenerlo vivo y utilizarlo tanto en mejorar su habitat, iluminar, protegerse de las fieras y empezar a asar los alimentos. Posteriormente habrían de conocer la técnica de cómo hacer el fuego a través de la fricción de variados elementos. Estos primeros grupos humanos encargan a las mujeres a que cuiden y mantengan el fuego.

¿Por qué a las mujeres?

Porque generlmente estaban preñadas o amantandando a sus bebés y tenían que permanecer sedentarias. Es decir, no podían andar deambulando junto con los hombres en las labores de recolección o en el carroñeo (ojo: no eran cazadores en un inicio como te contaron en la escuela primaria. Antes de fabricar flechas o lanzas tenían que buscar a los animales que cazaban presas y los espantaban para robarles los frutos de a caza, o la carroña o desechos que dejaban).

Las mujeres para cuidar el fuego y estarlo alimentando con leña y a la vez impedir que se extendiera en la cueva o choza colocaban unas piedras en forma de círculo para aislarlo y es donde nace el hogar.

El hogar es el sitio de la hoguera.

Los hombres regresaban de sus correrías trayendo el alimento y se reunían en torno del fuego se secaban junto al hogar si venían mojados por la lluvia o nieve.  Las mujeres empiezan a aprender a asar los pedazos de carroña y luego van evolucionando hasta construir enseres de barro y poder realizar cada vez más complejos cocimientos.  El hogar servía para que ya reunidos y mientras comían contaran sus peripecias del día y a su vez las mujeres relataban lo que habían hecho ellas o sus retoños.

El hogar es el lugar donde nace la narrativa humana. De ahí vienen las tradiciones orales, la historia, los cuentos y la filiación familiar y finalmente la historia de los pueblos.

El hogar aviva a la imaginación, la comunicación humana y el conocimiento.

A lo largo de nuestras vidas vamos a vivir en distintas casas y algunas de ellas las transformaremos en verdaderos hogares.

Otras casas nos resultarán hostiles y no las consideraremos como hogar sino como simples estancias pasajeras.

Actualmente el hogar se construye con el grupo de personas que comúnmente se les denomina familias y que son un remanente de los ancestrales clanes.

Podemos habitar una casa pero sólo dependerá de nosotros si creamos un hogar.

Lo fundamental para crear un hogar es la comunicación, el amor, el respeto entre los integrantes y muy particularmente el generar valores que son normas que se establecen como virtudes y que a la vez sirven como límites entre el orden, cariño o amor y la indisciplina o irresponsabilidad o hasta la violencia.

Cuando los teléfonos inteligentes o las pantallas de televisión irrumpen en la vida cotidiana de las familias, lentamente se van apoderando de la atención de los individuos y los aíslan.

Se pierde la comunicación humana eficaz, se deja de conversar, de transmitir conocimientos o experiencias que enriquecen la convivencia de los miembros de ése grupo.

Entonces se genera el desapego familiar y se comienza a gangrenar el hogar.

 

Noviembre 11

Su rostro surcado por profundas arrugas que revelaban una vida de sufrimiento y amargura. Sus pequeños ojos azules de inquietantes movimientos. Sus labios apretados por la ira o el enojo. Delgada, de cabello corto, siempre con un sweater abierto, sus lentes de armazón anticuados, cargando un pesado portafolio de cuero donde llevaba todos los trabajos, reportes y elementos necesarios para sus asignaturas.

Llegaba en su vieja camioneta color verde pistache (Chrysler station wagon 1949) y al parecer, para ayudarse en su economía llevaba a algunos alumnos como especie de servicio de transporte escolar.

Mrs. Martha De Vries era la maestra de inglés en quinto año de primaria y que por fatalidad del destino o por afortunada circunstancia al siguiente año, nos tocó nuevamente como titular del grupo y a la vez, maestra de inglés en el sexto de primaria.

Tenía fama de estricta y dura. Su nacionalidad original era inglesa. Todos los alumnos le temíamos antes de conocerla. Esto forzaba a que cuidásemos de ser muy disciplinados y obedientes. Sin embargo conmigo la relación fue ambivalente.

Un buen día me llamó la atención y me dijo: “John you are a little monkey. I shall talk today with your Father”. (Juan eres un changuito y hoy hablaré con tu padre).

La amenaza era muy factible porque mi padre siempre pasaba a recogernos y se colocaba en el largo corredor por donde desfilábamos todos hacia el zaguán. Generalmente llevaba un libro o revista y permanecía de pie leyendo mientras nos íbamos juntando sus hijos como polluelos alrededor del gallo.

A la salida de esa tarde, fue una experiencia terrorífica. Llegué, saludé de beso a mi padre y me coloqué calladamente a su costado con la conciencia intranquila de que sería reprimido.

De súbito apareció Mrs. De Vries. Con su cadencioso paso se me hizo eterno verla aproximarse hacia mi padre.   Del rabillo de su ojo percibí su mirada escrutadora. Firmemente me vió. Creí haber visto que se le humdecían ligeramente sus ojos. Con su añeja mano huesuda, llena de pecas y venas saltonas pasó su mano sobre mi cabeza acaricándome. Volteó a ver a mi padre. Le deseó buenas tardes y le dijo: “Su hijo es muy lindo, estudioso e inteligente. Lo felicito”.

Mi padre se lo agradeció. Yo quedé sorprendido y en el fondo enternecido.

Al día siguiente, era 11 de noviembre. Llegó la maestra con un inusual caminar de profundo abatimiento, casi depresivo. Me saludó y me dijo que ojalá hubiera aprendido lo importante que es portarse bien. Asentí con el rostro y le respondí: “Yes Ma´am”(era la forma como nos dirigíamos a las maestras y “Yes sir” a los maestros)

Todos los alumnos del salón nos habíamos puesto de pie y esperábamos a que ella se sentara para hacer lo mismo. En esta ocasión, ella permaneció de pie y nos pidió guardásemos un minuto de silencio. Al concluir nos dijo que Noviembre 11 era un día muy importante para el mundo ya que era el día del “Armisticio” con el cual se había puesto fin a la Primera Guerra Mundial. Sus ojos se habían enrojecido y derramó unas cuantas lágrimas mientras sacaba un pañuelito con encajes bordados es sus orillas y se limpiaba el discreto llanto. Carraspeó y nos pusimos a trabajar.

Nunca explicó aspecto alguno de su vida privada ni se “victimizó” por su experiencias en las dos guerras. Sabía yo que algo muy fuerte la había causado en sus sentimientos. Aparentemente rígida, dura emocionalmente, pero con las cicatrices de las guerras que marcan las vidas de la humanidad y esconden la ternura del ser humano.

Martha S. de Vries fue la maestra que me enseñó a entender la importancia del armisticio y que con su ejemplo personal me mostró la bondad de convivir en paz.

La partida

La celebración de todos santos o “Día de muertos” en México se ha revitalizado en los años recientes. La euforia por rescatar los altares de muertos, ir a los panteones así como las recientes innovaciones de las exposiciones en la vía pública de cráneos decorados, personas desfilando vestidas de calaveras por el Paseo de la reforma y en las alamedas o plazas y las infaltables “Catrinas” con sus originales atuendos que fueron inmortalizados por el grabador artista y periodista José Guadalupe Posada.

En la reciente película de Lady Gaga, “Nace una Estrella” la letra de una de las canciones: “Maybe its time” (quizás es tiempo) d se menciona:
Nobody knows what waits for the dead
Nobody knows what waits for the dead
Some folks just believe in the things they’ve heard and the things they read
Nobody knows what awaits for the dead

Nadie sabe que le espera a los muertos.  Nadie sabe que le espera a los muertos. Algunos “cuates” solo creen en aquellas cosas que han escuchado y de lo que han leído.  Nadie sabe que le espera a los muertos

Lo que nos remite a que en muchas de las películas ha sido representada visualmente la agonía. La muestran como un tunel oscuro con una intensa luz blanca en el fondo y un vertiginoso movimiento hacia la luz.

Estoy casi seguro que es una representación muy cercana a la realidad ya que yo la he experimentado tres veces en mi vida.

La primera de ellas cuando estuve internado más de quince días y tendría escasamente cinco años. Es un recuerdo lejano y mi madre me dice que en efecto estuve a punto de morir.

La segunda fue a los trece años a raíz de un choque anafiláctico.

Estaba de excursión con mi padre en la selva Lacandona. De tantas picaduras de moscos empecéa tener algo más que una intensa comezón y ví como me inflamaba todo mi cuerpo, mis dedos y manos parecían como los guantes de latex inflados ya que su hinchazón me impedía moverlos. Se me fueron cerrando los párpados de losojos por la hinchazón, mi respiración se dificultaba y me quedé inconsciente. Sin embargo, recuerdo haber visto ésas imágenes del tunel y sentí que flotaba. Iba a una velocidad impresionante. Me acercaba a la luz resplandeciente mientras que e me venían imágenes de distintos episodios de mi vida. En és aro de luz intenso percibía unas siluetas difusas como de personas que supongo me esperaban. Una especie de recepción. Es una sensación de extremada paz, tranquilidad y placer. Es un viaje sumamente grato.

La tercera ocasión fue después de un paro respiratorio durante una cirugía de garganta (uvolotomía). Me regresaron del tunel y estaban los médicos alrededor de mi seguramente haciendo las maniobras de reanimación. Ellos no quisieron decirme de ése episodio pero yo lo asociaba por su similitud con mis experiencias anteriores y después, platicando con un buen amigo, el Dr. Sergio Graham me explicó que seguramente era eso porque es una cirugía que compromete fácilmente al sistema respiratorio

La partida o la agonía es un proceso que suena a algo demasiado fuerte y que nos aterra a la mayoría. Los que hemos tenido cerca de nosotros el presenciar la agonía de una persona querida sabemos que es un momento muy dramático que nos deja huella para toda la vida y más aún, cuando las asociamos a nuestras propias experiencias como las que mencioné.

Creo que presenciar la agonía de quienes amas es áun más fuerte que la tuya propia.

La primera vez que viví esa experiencia fue con mi abuela materna. Quizás tendría un poco más de los dieciocho años. Ella había estado en terapia intensiva y la bajaron a su habitación, inconsciente y entubada. Su respiración por la boca impactaba con su sonido y ver que las mucosas se le resecaban con los equipos de respiración asistida.

Aunque todo mundo dice que cuando la persona está en coma no se da cuenta, comprobé que era falso. El sentido del oído es muy poderoso y se mantiene alerta. Me quedé solo con ella sentado junto a su cama por espacio de un tiempo razonable. Le tomé su mano y acariciándosela le dije que si me ella podía escucharme por favor me respondiera con un leve movimiento de uno de sus dedos.

Le pregunté: “¿Hay una razón por la que no te quieres ir?” Noté que intentaba abrir sus ojos ya que levemente se movieron sus cejas pero por la debilidad que tenía no pudo hacerlo.

Nuevamente le hablé: “¿Me escuchas?”

Y quedé maravilado cuando con su dedo meñique sentí el movimiento de afirmativo sobre la palma de mi mano.

–¿Estás esperando a despedirte de tu hijo?—y me volvió a mostrar el movimiento.

Le dije que venía de los Estados Unidos, que su vuelo llegaba a las 23 hrs. Y que calculaba estaría con ella a las 24 hrs.

Le agaradecí lo maravillosa que había sido conmigo manifestándole que la amaba.

Me respondió con un leve movimiento de sus dedos como si fuese una despedida.

Mi tío llegó a las 12 de la noche y en menos de cinco minutos mi abuela tuvo un estertor final y falleció. Lo había esperado para despedirse de él.

La otra ocasión fue la partida de mi madre.

Ella estaba en su recámara en fase terminal. Le puse un dvd de música clásica que le encantaba. La tarde empezaba a dar paso a la noche. La enfermera que nos ayudaba en aplicarle su quimioterapia había ido a una visita de rutina y aunque la encontró muy bien, habíamos notado que tenía unos movimientos involuntarios en una de sus piernas. Le llamé a su médico y me indicó que si continuaban esas leves convulsiones le diera cierto medicamento. Mi mamá empezó a mostrarse muy inquieta –nerviosa, agitada—, la cuidadora y la enfermera me dijeron en voz baja que posiblemente ya era su partida.

De pronto me paralicé sin saber qué hacer. Mi amigo Arturo se colocó junto a ella, pasó el brazo alrededor de su espalda y empezó a hablarle con una ternura infinita pidiéndole que se relajara.

Poco a poco ella empezó a entrar en un sopor como si se estuviera arrullando. De súbito hizo un ronquido profundo.

Arturo nos miró asintiendo con la cabeza.

Me acerqué a ella y traté de sentir su pulso. Era tanto mi nerviosismo que yo mismo me engañaba diciendo que estaba viva. Me hicieron ver que era mi propio pulso lo que yo sentía. Fue hasta que le pusieron un espejo y al ver queel vidrio no se empañaba me convencí que ella ya se había ido.

Nadie sabe qu le espera a los muertos pero gracias a nuestra ancestral cultura y forma festiva de celebrarlos hacemos que la partida sea menos lúgubre.

Nuestra partida de este plano o dimensión puede aligerarse si la vemos como una oportunidad de transitarla con gratitud por lo vivido e ilusión por lo que posiblemente estamos iniciando con nuestra propia muerte.