Cuando llegué al final del túnel, la brillante luz blanca parecía cegarme. Una difusa silueta de hombre se veía. Extendí la mano para saludarle y con su voz ronca me dijo: “Bienvenido al infierno”.
Sorprendido, le dije ¿Qué no es el cielo? ¿ Todo tan luminoso y sin fuego?
Río de buena gana y finalmente me dijo:
—¡Todo ha sido propaganda!—, el Señor es un excelente cuentista y ud. comprenderá que en esto de la creatividad, él se las gasta solo. ¡Es único!
Al darme la espalda vi que no tenía rabo y le colgaban infinidad de llaves.