Mérida reunió 1,500 Mujeres de Calidad

El pasado 2 de Julio, Mérida reunió 1,500 Mujeres de Calidad. Constituyó el cierre de la ira que comprendió Guadalajara, León, Cd. de México y evidentemente, Mérida. Una fiesta de emociones, donde las mujeres gozaron y reflexionaron con las conferencias de temas adecuados a sus inquietudes. Espléndido elenco de conferencistas y con la inigualable energía de Janett Arceo en la conducción y la presencia estelar de Agustín Arana. El patrocinio corrió a cargo de la familia de productos PHARMATON:

En Mérida concluyó la convención Mujeres de Calidad

2 de Julio, 2011. El gran final de la gira de convenciones de MUJERES DE CALIDAD concluyó en la blanca y bella Ciudadde Mérida. Fue una fiesta de emociones, conducida por Janett Arceo, deleitada por la voz a capella de Agustín Arana y con la RELEVANTE PARTICIPACIÓN DE LOS PONENTES: Alicia Soltero, Rubén Carbajal, Lucy Serrano, Emir Dupeyrón, Leticia Calderón, Amapola Adell, Rosa Elba Benuto y Rosa Argentina Rivas. El agradecimiento de las mujeres meridanas no se hizo esperar, resultando un evento generosopor parte de los patrocinadores, la gran familia de productos PHARMATON.

El deseo de todas fue que en 2012 se vuelva a repetir esta gran experiencia.

Los profesionales de Mujeres de Calidad

Ale cumple 50

Hace muchos años conocí a una mujer extraordinaria. Siempre sonreía, siempre amable, con una paz interior extraordinaria. Era Alicia Matus de Valtierra.
Nos encontramos como en la vida se encuentran los seres afines; por casualidad. Yo era un muchachito que por primera vez iba a trabajar en una Agencia de Publicidad. Apenas había ingresado a la licenciatura de comunicación, me sudaban las manos y me sonrojaba por cualquier motivo. Ella, era una mujer de cabello ondulado, plateado, hermosa por dentro y por fuera.
Mi querida Alicia me recibió con su amistad en un medio que era bastante hostil para mi persona, ya que llegaba a suplir a una chica que era entrañablemente querida por el equipo de esa área de la compañía. Sin embargo, Alicia siempre fue amable conmigo. Tenía muchos hijos pero de todos, uno era al que daba especial atención. No porque fuera una mala madre, sino porque su pequeñito Alejandro tenía el síndrome de Down. Separada de su marido, ella era el eje económico de su hogar. Trabajaba con una diligencia admirable y salía del trabajo puntualmente para poder ir a recoger a su hijo que lo tenía en una escuela especial. Nunca la vi llorar ni quejarse de su destino, pero su alma inspiraba un ejemplo de entrega que se traducía en sus finas maneras.Yo dejé ese trabajo a los escasos dos años ya que me aburría y preferí aventurarme e inventar una empresa donde yo fuera el jefe.
Han pasado muchos años.
Un día Alicia se fue de este mundo como amorosa madre y ejemplar guía de muchos, partió discreta, rodeada de los suyos. Yo no me enteré hasta hace poco tiempo pero sentí mucho su partida. Hace poco, Susy, una de sus hijas me comunicó el deceso.
Susana, Paloma, Alma, Gloria, Angel, Javier son los hermanos de Ale y recientemente me invitaron a acompañarlos en la celebración de su cumpleaños. Ale acaba de cumplir 50 años. Fue una fiesta infantil con globos, teatro guignol y Winnie Pooh amenizaba. Es poco común que una persona con sindrome de down viva tantos años, pero es indudable que el cariño que le han prodigado, aunado a los cuidados y a su continua asistencia a la escuela especial, rodeado de amigos y maestros que le quieren y apoyan, da como resultado el poder celebrar cinco décadas de vida. No cabe duda que el ángel de Alicia está permanentemente presente, estimulando a sus hijos para que cuiden de él como ella maternalmente lo hizo hasta su último día en esta dimensión terrena. No todos los días se cumplen 50 años con síndrome de Down. Felicitemos a Ale, a sus hermanos y a la memoria de Alicia por este cumpleaños.

Juan Okie

La magia de Mujeres de Calidad

Hace nueve años creamos el concepto de una Convención para mujeres.
Podían ser mujeres dedicadas a las labores del hogar, mujeres que combinaran actividades laborales y el hogar, mujeres con hijos, mujeres solteras, mujeres abandonadas.
Lo importante fue crear un espacio dedicado a la reflexión de temas y situaciones que afectan directamente a las mujeres en su desarrollo. Nunca imaginamos la gran necesidad que existía en México de brindarles un espacio para que se reunieran y asimilaran conocimientos de los expertos.
Afortunadamente, la familia de productos PHARMATON a través de sus directivos y gerentes de marca logramos el patrocinio.
En este 2011 reanudamos las Convenciones (actualmente corresponde a la 7a. Convención). Durante dos años y medio, estos eventos estuvieron suspendidos debido a que hubo cambio de dirección general y de mercadotecnia de dicha empresa. Esas personas no creyeron en el concepto y eliminaron el patrocinio. Sin embargo, al cambiar nuevamente de directivos, la nueva administración encabezada por Lorena Cabré, Nayelli Moreno, y varios gerentes de marca, se interesaron por revivir este proyecto.
El sábado 25 de junio se llevó a cabo el evento con sede en la Ciudad de México y el próximo 2 de Julio se efectuará en la Ciudad de Mérida. Anteriormente estuvimos en Guadalajara y León.
Para la Ciudad de México, nuestros servicios de telemarketing reportaron 5,400 mujeres inscritas. Cifra record. Muchas mujeres llamaban porque eran «reincidentes» pero muchas otras eran «novicias». Tuvimos que suspender la convocatoria porque la demanda era excesiva a las capacidades instaladas de las que disponíamos en el World Trade Center.
Muchas empresas y organizaciones han intentado copiar nuestro concepto, inclusive organizaciones económicamente poderosas con recursos ilimitados, también algunos gobiernos de estados vecinos a la Ciudad de México.
Pero la magia de Mujeres de Calidad es extraordinaria, como extraordinaria ha sido la participación de importantes personalidades a lo largo de la historia de estas convenciones. La conducción de Janett Arceo es un factor indudablemente que contribuye a darle una energía maravillosa. Talentos como la Dra. Alicia Soltero, Dr. Rubén Carbajal, Rosa Argentina Rivas, Dra. Leticia Calderón, Dra. Amapola Adell Gras, Dra. Rosa Elba Benuto, Emir Dupeyrón, Dra. Denise Vázquez y actores como Agustín Arana, Angélica María, Paco de la O, César Costa, Silvia Navarro, Ernesto Laguardia, entre otros, han dado un esplendor extraordinario al evento.

El agradecimiento y entusiasmo mostrado por las mujeres que asisten a la Convención de Mujeres de Calidad es el incentivo más grande para continuar con esta labor. Nuestro país necesita de éste tipo de actividades que generan energía y pensamientos positivos, lejos de la violencia fomentada por «buenos y malos» que han secuestrado a nuestra patria. Estamos convencidos que son las MUJERES, en cada hogar, oficina o centro de trabajo, o en las parcelas, las que pueden ayudar a recuperar la paz y armonía que tanto anhelamos.

A

Mujeres de Calidad Ciudad de México

Finalmente llegó el día esperado de Mujeres de Calidad en la Ciudad de México. El pasado sábado 25 de junio se abarrotó el salón Mexica de Mujeres (y algunos hombres) entusiasmados por escuchar las ponencias de nuestros distinguidos expertos y la simpatía de Agustín Arana. Janett Arceo condujo el evento para que todos gozaran de pláticas motivantes, útiles y desafiantes encaminadas hacia la superación de la mujer.
En próximos días compartiremos más imágenes del evento y subiremos conferencias al podcast, mientras debemos expresar nuestra gratitud a las miles de mujeres (se inscribieron 5,400) que se volcaron al WTC para acompañarnos, a ellas, gracias.

El Cenote de Ek

Para Miguel Ek (estrella en Maya), la pirámide que estaba frente a su casa era el monte donde había jugado desde niño. Vivía con su Abuela materna. Ella se se dedicaba al comercio y se ausentaba frecuentemente del hogar.
Miguel siempre había creído que durante sus juegos lo acompañaban alushes, los pequeños duendes mayas que no eran visibles para los blancos ni para los llamados mestizos (mayas hechos ya a la manera de los blancos). Caminando en línea recta por el Zac-bé (antiguos caminos mayas apisonados de piedra caliza que comunicaban a las poblaciones mayas en la antigüedad) se llegaba a un hermoso cenote rodeado por una exuberante vegetación. Ek gustaba de nadar y lanzarse colgado de las lianas, para zambullirse en su fresca y cristalina agua color turquesa.
Ese día fue diferente. Habían llegado unos jóvenes estudiantes de ingeniería para realizar una investigación sobre ríos subterráneos y cenotes en la península de Yucatán. Le pidieron a Miguel que fuera el guía. Uno de los jóvenes le inquirió, ¿desde cuando conoces este cenote?, a lo que Ek respondió, uy desde que tengo memoria, aquí aprendí a nadar y siempre he querido bucear hasta donde se ve el resplandor pero no me alcanza el aire, dijo entusiasta el muchacho maya, Ubaldo, el líder del grupo, le comentó que traían tanques de oxígeno para bucear y que tenían uno extra por lo que le enseñarían a usarlo, así podría hacer realidad su ilusión. -¿A que resplandor te refieres? preguntó uno de los universitarios y Miguel respondió, a uno que está al fondo, donde se ve como una caverna. Empezaron a bromear los jóvenes, diciendo que de seguro eran tesoros de algún sacrificio humano. Se alistaron para sumergirse no sin antes haberle dado una breve lección de buceo a Miguel, quien demostró tener una habilidad extraordinaria. A medida que el grupo descendía por las transparentes aguas del cenote comenzaron a descubrir que en efecto había un resplandor, una luminosidad fuera de lo común en lo más profundo de una caverna del cenote. Quizás pensaron que era un río subterráneo que afloraría en alguna otra oquedad. A medida que avanzaban se estrechaba el túnel cuya luz resplandeciente les cegaba. Se hicieron señas para continuar. Nadaron por más de veinte minutos sin poder ver qué era lo que resplandecía. El suspenso se incrementaba a cada momento puesto que el oxígeno que contenían sus tanques sólo les permitiría avanzar diez minutos más y regresar. Súbitamente vieron que la bóveda superior del túnel se agrandaba y en una orilla había una especie de playón arenisco donde podían descansar parados. Se acercaron y salieron a la superficie. Vieron que era buena la calidad del aire y que podían respirar sin necesidad de usar los tanques. Miguel Ek caminó hacia la cresta de una duna arenosa de donde provenía la luz resplandeciente.
Lo que sus ojos vieron jamás se lo hubiera imaginado. Una ciudad subterránea se encontraba debajo de la inmensa bóveda caliza. Había extrañas naves anfibias atracadas en una especie de muelle.
Sólo pudo dar unos pasos más cuando fue rodeado por unos guardias. Eran como guerreros mayas que lo sujetaron firmemente. Con sorpresa entendió claramente las palabras que pronunciaron. Era la lengua maya que su Abuela le había enseñado. El de mayor autoridad le dijo: -¿Qué buscan? a lo que el aturdido Miguel Ek respondió, guiaba a los ingenieros que desean conocer los cenotes y ríos subterráneos, con voz firme el guardián le contestó, eso no será posible, ustedes ya han visto demasiado, y continuó hablando con energía, tus acompañantes serán sacrificados, tú en cambio, te quedarás cautivo hasta que se decida tu destino. Lo más seguro es que, como eres de los nuestros, aprenderás a convivir con nosotros. -¡Sí! respondió presuroso Miguel, soy Ek, soy maya como ustedes. Lo sabemos, respondió el guardián. Irás con nosotros a ver a nuestros señores, solo te explico que cuando los rubios barbados empezaron a querer sojuzgar a nuestros pueblos, los sabios, sacerdotes y nobles, decidieron ocultarse en las entrañas de la tierra. Ellos aprendieron las lecciones de las hormigas y construyeron las ciudades ocultas que hoy ves. Afuera, en las ruinas de nuestras ciudades y en los poblados de Mayapan, se quedaron los ignorantes, peones y esclavos. Sólo los nobles y elegidos se guarecieron en estos refugios subterráneos y subacuáticos. Aquí son nuestras bases. En las obscuras noches, salen nuestras naves hacia el espacio, a los otros planetas de donde somos originarios. Los blancos y barbados creen que son estrellas fugaces o cometas que caen del cielo. Nunca han podido descifrar los grifos de las estelas ni las claves de nuestra cultura. Para guiar a los viajeros, los zac-bé sirven de retículas señalizadoras y los blancos ignorantes piensan que solo fueron caminos en la antigüedad. Miguel Ek nunca volvió a ver a los ingenieros. Fue acogido como un Maya más en la metrópoli subacuática e hizo su vida como cualquiera de los pobladores extra-terrestres.
Cundió una noticia a los pocos días, informaban sobre los excursionistas universitarios que se sumergieron en el cenote de Ek y cuyos cuerpos hinchados y cianóticos fueron descubiertos flotando. El Diario de Yucatán publicó en las ocho columnas: Ahogados en el cenote, los estudiantes de ingeniería. Y la subcabeza rezaba: El cuerpo del guía maya, Miguel Ek, aún no aparece.

Juan Okie G.

Maniquí

Me llamó mi amigo Enrique, el médico perito que trabaja en los servicios médicos forenses. Cuando se les atoraba algún caso me pedía que le ayudara a resolverlo. Según él, mi imaginación como escritor de teatro fantaseaba de tal manera que siempre le ayudaba a crear líneas de investigación. Era temprano. Como a las 8 a.m. cuando llegué al elevado puente que cruza las barrancas de un barrio residencial. Me estacioné frente a la ambulancia de servicios periciales. Observé la escena. Una camioneta tipo van de carga ligera de color blanco estaba estacionada junto al barandal que da al precipicio.

Hola, Fernando, gracias por venir, Me dijo mientras se acercaba acompañado de un perito fotógrafo, ¿Es crimen o …? pregunté, en el momento en que me interrumpía para decirme, Parece más bien suicidio pero hay cosas que no concuerdan. Caminamos junto a la camioneta y Enrique continuó diciendo, Lo reportaron al filo de la una de la madrugada, mira saltó desde aquí, cayó, son más de 25 metros de altura, como un edificio de ocho pisos. Antes, tiró el maniquí para observarlo cómo caía. Dejó un recado escrito que decía que ya no podía seguir viviendo. Exculpa a quien pudiera resultar sospechoso. Le dije,¿Puedo ver la camioneta por dentro? Estaba cerrada con llave. En el fondo, junto al cadáver, estaba el llavero. Pregunté: -¿A qué se dedicaba?- tenía una fábrica de prendas femeninas, me respondió el fotógrafo asistente. Un perito con guantes abrió la portezuela. Aparentemente todo en orden. Miré hacia la parte de la carga y se veía yeso despostillado de los maniquíes, huellas de que el o los maniquíes habían sido arrastrados. ¿Son pesados los maniquíes? No, para nada respondió Enrique, son ligeros. ¿Cuántos maniquíes están al fondo de la barranca? Uno. El que está junto al cadáver, repuso el Doctor. ¿Investigaron cómo andaba financieramente el negocio? Rápido Enrique dice, Me reportan que aunque ya no venden tan bien como antes, por tanta importación china, la empresa está sana y produce dividendos suficientes. Solo tiene un socio, lo tenemos declarando, dicen que no tenían mayor problema, pregunté, ¿Es casado?, y me responde, Sí, con una mujer como veinte años más joven que el occiso que acababa de cumplir cincuenta y nueve años, la esposa es guapa, le ayudaba con las ventas, viste con elegancia, piel muy blanca, se nota que hace ejercicio pues se conserva delgada, eso sí, se arregla mucho.
¿Algún problema conyugal?, Inquirí mientras me volvía a asomar al precipicio, No, aparentemente nunca reñían, el hombre le era fiel. ¿Sabes si tiene testamento?, Sí, no tienen hijos, ella es la heredera universal. Para todo Enrique ya tenía la respuesta, sin embargo yo quería saber más, ¿Y qué es lo que no concuerda para que sospeches que no fue suicidio? Le dije a lo que contestó, la nota escrita a mano, aunque los calígrafos certifican que es su letra, la noto un poco inestable, como que transmite nerviosismo, bueno, cuando decides suicidarte, estás nervioso, no, me dijo, pero pareciera que brinca, como si la hubiera escrito en un auto en marcha. Le pidió al fotógrafo, que me mostrara una imagen digital de la nota, la observé y en efecto, se veía una escritura zigzagueante como cuando uno escribe en un vehículo en movimiento. Luego fuimos a la fábrica. Aún no regresaba el socio del interrogatorio, nos abrió el portón un joven vestido de overol, fornido, de unos treinta años, muy atento. Le pedimos permiso de ver el despacho donde laboraba el occiso. Era una construcción vieja pero en buen estado, el despacho era amplio, clásico, con muebles de madera de caoba, también con una antigüedad como de hace treinta o cuarenta años. En un extremo del escritorio tenía la foto de su esposa con él. Observé detenidamente la foto. Recordé la frase de mi maestro de comunicación no verbal: “El cuerpo habla, la ropa grita”, indudablemente era una mujer que emanaba sensualidad. Alcé la mirada y el joven obrero se turbó cuando me encontré con la suya. ¿En qué departamento trabaja usted?, Soy chofer, respondió rápidamente, ayudo en cosas de oficina, hago encargos, entrego mercancía, voy a los bancos. ¿La camioneta que llevaba el difunto era la que ud. usaba?, Sí, la encerraba a las 6 de la tarde cuando terminaba mi jornada. ¿Nunca se la prestaban para llevársela a casa? El muchacho dudó en responder y luego dijo, No, no, al señor no le gustaba que la usara en cosas personales. Aunque el patrón siempre manejaba sus autos con transmisión automática, la camioneta es estándar, nunca lo vi que la manejara. ¿Y la señora? Ah, es buena persona, me respondió, No, le dije, me refiero a que si ella le daba permiso de usarla para cosas personales, Bueno, a la Señora la llevo a veces al banco o cuando necesita ir al super, o si va a vender en una zona difícil de estacionarse, ¿Y la casa de ellos? El joven respondió , ¿La de México?, ¿Conoce la de Cuernavaca o la de Acapulco? inquirí, sin saber acaso que los señores tuviesen una casa de campo, Sólo conozco la de Cuernavaca, la de Acapulco nunca he ido, Bonita ¿No? Y el joven de inmediato me dijo: Sí es muy bonita, tiene alberca y jacuzzi. ¿Jacuzzi? Yo no ví el jacuzzi. El muchacho me dijo, está en la recámara principal, quizá no entró hasta allá. No, nunca entré hasta la recámara como usted comprenderá.
Concluí y visitamos las bodegas, donde se apilaban los rollos de tela, los maniquíes y cargué uno de ellos para sopesarlo. Ya de regreso a la procuraduría, yo iba muy silencioso, hasta que Enrique me preguntó: ¿Y que piensas?, No fue suicidio, respondí, investígalo, nadie toma la camioneta de la fábrica para ir a suicidarse, ni la cierra con llave y salta con el llavero. ¡Qué diablos le importa a un suicida que se roben la camioneta! El hombre no tenía una patología mental como para ver con morbo cómo cae un maniquí antes de saltar. Y si observaste bien, dentro de la camioneta arrastraron a un maniquí que no pesa, despostillando el yeso. Evidentemente al occiso lo hicieron que escribiera el recado a la fuerza, mientras alguien manejaba la camioneta, lo llevaban en la parte trasera y al sacarlo para arrojarlo, lo arrastraron, antes hubieron forcejeos que despostillaron al maniquí. A éste último lo aventaron para persuadirlo, como chantaje de lo que le ocurriría, seguramente para que firmara algún documento y de hacerlo, le dieron la esperanza de que se salvaría. Al final, no fue así, luego lo arrojaron y quienes lo hicieron tuvieron que ser por lo menos dos personas en plenitud de energía. Finalmente como abandonaron ahí la camioneta, quiere decir que había un tercer cómplice que llevaba auto, eso quiero imaginarlo. El que cerró la camioneta llevaba guantes para que ni el manubrio ni el llavero tuviesen sus huellas, a menos que fuera el chofer habitual. Cerró la camioneta o porque esa era su rutina habitual para que no le roben el auto o la mercancía, o porque forma parte del inventario de la empresa.
-Bueno, Enrique, ya te di las líneas de investigación, que con mi fantasía de escritor de teatro pude configurar. Ahora ustedes averigüen el final.

Juan Okie G.

Pap

Así abreviaba la palabra PAPA cuando era niño. Se volvió costumbre y toda la vida le dije «Mi PAP».
Es mi padre.
Nunca digo era, porque para mi la muerte no existe, a quienes amamos simpre los tenemos presentes y su energía está reintegrada al cosmos.
Además, el siempre ha mantenido la idea de que los hijos son la mejor manifestación de que la rencarnación existe. Eso puede granatizar que el 50% de mi padre está presente en cada una de las células de mi cuerpo y no se diga del torrente sanguíneo. En mis venas corren unidos el amor de mi padre y mi madre.

Mi PAP es todo un personaje y quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo no dejeran que mienta:
Fuerte, voluntarioso, culto, inteligente, tosco, tierno, amoroso, gran conversador, excelente lector y muy estricto.

Hay muchas otras palabras que lo pudieran describir.
El mismo se describía como «el guapo del barrio» y a decir de mi madre, observar las fotos cuando joven y de las mujeres que lo acosaban, debemos admitir que tenía su «sex appeal».

En este sentido me acuerdo cuando yo cursaba la primaria. Mi Pap procuraba acudir a recogernos todos los días, a las dos de la tarde – a excepción cuando tenía operación o urgencias – llegaba a tiempo, con un libro o revista en mano. Aguardaba de pie, en el corredor a la salida de la escuela. Leía mientras esperaba a que llegáramos sus cinco pingüinos.
A veces me presentaba yo primero.
No faltaba alguna de las maestras o de las mamás de compañeros que estuviesen «platicando» con él.
Yo, evidentemente, no sabía nada de lo que era el flirteo, pero sentía las extrañas vibras que emanaban esas mujeres, platicadoras, curiosas y finalmente coquetas.

Mi padre fue discreto pero de que hubo más de una que se le «lanzó», ahora de grande lo entiendo.
Luego él mismo confesaría, poco antes de morir, que fue muy mujeriego pero que el único amor de su vida era mi madre.

Mi PAP era una combinación de sibarita (Bon vivant) y monje cartujo. Igual podías estar viajando hospedándote en el mejor hotel o comiendo en el más exclusivo restaurante, que estar bebiendo desesperadamente agua junto a un abrevadero de mulas después de una calurosa, intensa y agotadora «excursión burrera» como él las autodenominaba.
Un día antes de morir me dijo: «Lo único que lamento de lo que viene, es que ya no podré estar junto a ti, hijo mío».

Extendió sus brazos para que lo abrazara. Estaba muy delgado y postrado en la cama. Habíamos luchado cinco años y medio contra el cáncer, sin que nunca se quejara de dolor alguno. Estoico, había soportado el dolor en silencio.

Aguantándome el llanto le dije: «Al contrario Pap, estaremos más cerca porque la energía ya no tendrá barreras ni físicas ni espaciales. Estaremos más juntos que nunca»

No quería dejar pasar éste día, comercialmente publicitado como Día del Padre, para rendirle un pequeño homenaje al hombre que me enseñó a amar a México, amar la vida y a enfrentar los retos que el destino nos depara día con día.

Pensar… un viaje maravilloso