Noches de Fiebre

Seguramente tu que estas leyendo este texto coincides conmigo que cuando siendo niño y a media noche te debates con fiebre, no hay mejor bálsamo que el sentir la amorosa compañía de tu madre.

La mamá es quizás la persona más cercana en nuestros momentos de enfermedad y en retrospectiva siempre vienen a nuestra memoria los tiernos cuidados que recibimos de ella:

Las noches de fiebre se iluminan de tranquilidad cuando se enciende la luz de tu habitación y con una suave dulzura tu madre te toca la frente y te dice:

–Parece que tienes fiebre…

Después te coloca el termómetro y comprueba lo que con su palma de la mano e intuición de madre ha pronosticado.  Te descubre las cobijas y en ocasiones te quita la pijama para paliar el calor. Quizás te pone telas humedas en el cuello y en la frente mientras te trae el medicamento.  Casi como súplica te pide que tragues la tableta (si ya estás en edad de tragar) o hace caer las gotitas de la medicina en un vasito y así te ayudará a bajar la fiebre.

Pasada la angustiosa zozobra de bajar la temperatura, viene la calma.

Esa voz de ternura que posee toda madre te arrulla y quizás ella velará junto a tu cama toda la noche para que a la mañana siguiente –antes de llevarte al médico–, te sirva en la cama tu desayuno favorito, o si tu problema es estomacal, te estará hidratando con el infaltable “sidral”, el refresco de manzana que es un ícono de los remedios caseros.

¿Quién no ha vivido ésta experiencia donde Mamá es el personaje fundamental de nuestras noches de fiebre?

Y ahora de adultos ¿Quién no añora la presencia de su madre en los momentos de dolor o enfermedad?

La fiebre es un mecanismo de protección del propio organismo que hasta cierto punto contribuye a recuperar el equilibrio (homeostasis), sin embargo cuando los episodios de fiebre exceden los límites es necesario controlarla para evitar daños más graves.

La casi fatal ocurrencia de que siempre los episodios febriles son en las noches. La noche se convierte literalmente en un infierno.

Quienes acompañan a la persona con fiebre siempre tienen una sensación de angustia y desesperación al observar el termómetro que alcanza niveles altos que ponen en peligro a quien lo está padeciendo aunado a requerir la necesaria paciencia por esperar a que “baje la fiebre”.

Por varios años trabajamos en la difusión informativa de un medicamento para controlar y bajar la fiebre. Evidentemente se aprende mucho cuando uno maneja temas o productos específicos. En el ir y venir de entrevistas, redacción de textos y conferencias sobre el tema de los antipiréticos, surge siempre el importante referente de la mamá cuidando al pequeño con fiebre y refleja los episodios emocionales que la mayoría de las personas guardamos en nuestra memoria.

Los que no tuvieron el privilegio de contar con una mamá en casa, a lo mejor fue la abuela, la tía o el propio papá quién es recordado con gratitud. Pero invariablemente cuando vemos menguada nuestra salud siempre deseamos que fuera posible contar a nuestro lado con ése bondadoso ser que nos acompañaba en las noches de fiebre cuando éramos niños o adolescentes.