Nace una canción 1a.parte

Previamente a la celebración de los cincuenta años como compositor de José Francisco Gabilondo Soler yo ya había conocido a Héctor Madera Ferrón. Él nunca se imagino que sería uno de los pocos privilegiados en poder departir tan memorable acontecimiento.

Héctor había estado colaborando en la XEW por bastante tiempo y mi socia, Juanita Guerra Rangel tenía la costumbre de escuchar a la radiodifusora y comentar los aciertos o desaciertos de las transmisiones con su amiga Amalia Gómez Zepeda. Así fue como primero Juanita conoció a Héctor. Fue de forma no presencial sino que tomaba el teléfono le marcaba y le comentaba si entre sus intervenciones radiofónicas había que felicitarle o a precisarle errores.

Después vino la oportunidad de que se conocieran en persona un 18 de septiembre cuando se celebraba el aniversario de “La voz de la América Latina desde México” también apodada “La catedral de la radio”.

Juanita Guerra Rangel
Juanita Guerra Rangel

 

 

 

 

 

 

 

 

En el auditorio Azul y Plata fue una sencilla ceremonia de la W y fuimos invitados. De los directivos de Televisa solo iba Amalia y el entonces director

Ignacio Martín del Campo.

Ahí conocí a Héctor Madera Ferrón. Delgado, vestido de forma anticuada, siempre llevando una boina, sus enormes lentes redondos que balanceaban su rostro delgado. Miradas inquisitivas, con un brillo de inteligencia, Al hombro un morral de cuero donde levaba sus escritos. Un romántico especializado en música y que en los últimos años se había enfocado a la música vernácula mexicana.  Dos vidas que tangencialmente se encontraron por la frecuencia del 900 de am: XEW. Juanita y Héctor.  Ella había sido 33 años la anunciante más destacada de la emisora al ser patrocinadora y productora de todos los programas de Nestlé. Más de 150 de los talentos artísticos de México fueron cobijados por sus patrocinios. Héctor llegó al XEW por un feliz accidente. Era maestro de Cultura musical en una secundaria y sus alumnos le dieron la sorpresa de haberlo inscrito para concursar en el Premio de los 64,000 pesos. A regañadientes fue a concursar sobre Beethoven y la música clásica del romanticismo y ganó su premio dando el llamado “zarpazo” de las llantas Uniroyal. Al ganador le daban esa suma y creo que un Volkswagen sedan con valor de 27 mil pesos. Así que el Maestro de secundaria de pronto había saltado a la fama y es como lo invitan a ser parte de la emisora.

Ya para el aniversario del compositor conocido por todos como Cri-Cri, Héctor ya no figuraba en la nómina de la “W” pero le daban oportunidad de ocupar un gris y oscuro cubículo donde tecleaba infatigablemente. Era el escritor fantasma de Jaime Almeida que capitalizaba sus conocimientos a cambio del abandono.

Remontándonos a la llegada de José Francisco apellidado Gabilondo Soler a la radio, se vuelve a dar una feliz coincidencia. Don Emilio Azcárraga Vidaurreta lo contrata por recomendación de Agustín Lara. Ambos pianistas de la casa non-santa que se ubicaba atrás del edificio de la Lotería Nacional y cuya concurrencia eran de “gachupines”, criollos y descendientes de españoles. Agustín de manos delgadas no lograba hacer una sonoridad suficiente como para acallar las vociferaciones de la concurrencia española. Pronto sería despedido con la fortuna de ser contratado por el Sr. Azcárraga. José Francisco en cambio, corpulento, de manos gruesas y grandes, tecleaba con fuerza y su música lograba sobresalir en el ambiente del lugar.  Ya colocado en la radio, Agustín empieza a crecer como la espuma en materia de popularidad y logra influir para que fuera contratado José Francisco. Se le asignó un programa nocturno de música mordaz: “El guasón del Teclado” en una de las estaciones del grupo radiofónico. Programa de muy corta vida porque casi a la semana siguiente el Sr. Azcárraga lo manda llamar –era un viernes para ser precisos–, y le dice que el lunes necesita un programa para público infantil porque Juanita Guerra lanzaba para Nestlé la Leche NIDO.

El reto que José Francisco Gabilondo Soler era inmenso y se encerró en su cuartucho de vecindad donde atesoraba un viejo piano vertical que se había traído de su ciudad natal. Ese fin de semana nacería Cri-Cri, el grillito cantor.

 

 

(continuará)

 

Nota: Los datos que se describen en esta historia vienen de las fuentes directas. José Francisco Gabilondo Soler, Juanita Guerra Rangel y Héctor Madera Ferrón. Cualquier otra precisión que encuentren en internet habría que validarla.