Me acordé de los huevos…

images-5La infancia deja imborrables huellas. Mi Mam nos daba una bella y emocionante experiencia con motivo de la pascua. Nosotros no fuimos una familia religiosa ni seguiamos los ritos de alguna iglesia, sin embargo la pascua se convertía en una fiesta infantil muy diferente. Antes de llegar a la pascua, muchos meses antes –enero para ser precisos– los huevos que consumíamos para el desayuno se les sacaba la yema y clara. La extracción era por un delicado orificio que ella le hacía con una aguja,  de tal forma que no se rompiera el cascarón.  Esto nos obligaba a pedir solo huevos revueltos durante los primeros tres meses. Lo hacíamos con mucho gusto porque sabíamos que pronto vendría el agasajo.

Lavaban bien los cascarones y los iban almacenando en una canasta. Previo a las vacaciones de Semana Santa, en algunas tardes aburridas, nos sentaba mi Mam alrededor de una mesa, nos daba pinceles y pìnturas de acrílico. Nos preparaban engrudo y adicionalmente pedazos de papel de china de colores y papel crepé.

Todos los hermanos nos poníamos a pintar los huevos. Hacíamos caritas de payasos, animales, niños,viejitos y especialmente conejitos. Con el papel crepé y engrudo se les confeccionaban gorros, pelucas, etc.  Luego mi mam y mi Abue los rellenaban de dulces y caramelos minúsculos que entraban por los orificios, sellándolos con el papel de china.

Los huevos ya decorados eran guardados hasta el día de pascua. Invitábamos a nuestros amigos y a una señal, con nuestras canastitas en la mano, salíamos al jardín a buscar los huevitos ocultos que supuestamente el Conejo de Pascua los había escondido. Eran colocados estratégicamente aparte del Jardín, en patios, garages, cornizas e inclusive en el comedor y la sala. Todos esos sitios eran lugares potenciales donde podríamos encontrar los huevitos.

Ya terminada la búsqueda, mi Mam que era excelente repostera, nos agasajaba con sus pasteles, pays de manzana, limón, nuez y galletas. Adicionalmente nos preparaban agua fresca y nos deleitábamos con los caramelos.

Ahora que están tan caros los huevos, me acordé que cuando fui niño, me dejaron un «caro» recuerdo. La pascua del conejito fue siempre sinónimo de alegría y delicia.

Gracias a quienes tejieron los recuerdos en nuestra memoria de niños.

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