Matar a la pluma

En mis primeros días de preparatoria tuve la peregrina idea de preguntar el por qué en esa escuela no existía ni un periódico o revista donde pudiésemos escribir los alumnos. Yo venía de una escuela donde se facilitaba la creatividad literaria y periodística por lo que me parecía extraña la ausencia de ése tipo de publicaciones.Ni tardo ni perezoso formé un grupo de compañeros, eché mano del mimeógrafo manual que mi abuela me había regalado (lo usábamos para las travesuras que hacíamos en la colonia donde vivíamos) e imprimimos el primer numero de «La Fresa».

Desde las 7 de la mañana iniciamos la venta del primer número y llevaríamos escasamente unos veinte ejemplares vendidos en todo el plantel cuando de súbito apareció el prefecto en mi salón de clases. Llevaba un ejemplar del periódico. Lo mostró a los alumnos y dijo: «Esta publicación no está autorizada por la escuela y queda prohibida su circulación». Así fue salón por salón anunciando su prohibición. Fue un hecho afortunado pues las ventas del novel periodiquito se dispararon.

A media mañana estaba yo en un interrogatorio policiaco con el Director del plantel y en donde me pedían nombres de mis colaboradores, datos del financiamiento y la ideología que profesábamos los editores.

Me pareció ridículo el pobre hombre. Se notaban alterados porque habíamos venido a irrumpir un estilo de sometimiento escolar muy de los conservadores (callar y obedecer…prohibido pensar)

Yo no debía delatar a mis colegas que serían más frágiles ante la represión por lo que les di los apodos inventados de mis compañeros, aduciendo que yo era nuevo. El financiamiento era de mi mesada que me daban mis padres y la ideología era mía pues venía de una escuela que se acostumbraba que los alumnos tuviesen su propia revista o periódico. Sobre intenciones políticas les dije que no les entendía a lo que se referían. Ante la imposibilidad de hacer una cacería de brujas o de castigarme salí liberado con la amenaza de expulsión si reincidía.

El oficio de silenciar a quienes escriben es tan viejo como la aparición de la escritura en los grupos humanos. Sin lugar a dudas, los escritores y especialmente los periodistas han atravesado por periodos muy oscuros en las diferentes etapas de la historia del hombre y en los distintos países, sistemas políticos, etc.

La Inquisición, el Nazismo, los regímenes totalitarios del siglo XX, e incluive el Macarthismo de los Estados Unidos, todos sin excepción conculcaron la libertad de expresión. Basta decir que el índice del Vaticano donde se prohibían aquellos libros que eran considerados como anatemas o inductores del pecado apenas dejó de ser impuesto a mitad del siglo XX. El dictador Franco hasta su muerte exigía que todos los libros impresos en España debían ser antes censurados por un obispo. Ponían el sello de NIHIL OBSTAT.

México no ha sido la excepción, en tiempos de Miguel de la Madrid resurgieron los asesinatos de periodistas con el crimen de Manuel Buendía y la regresión que se dio a partir de Calderón con la primer persecución de Carmen Aristegui, que sería re-editada después por el hombre que no sabe leer pero se sienta en una silla como presidente, enfurecido ante la revelación de las CASAS BLANCAS (no es una, sino que son varios predios unidos amén de las de Videgaray en Malinalco, las 3 de Murillo en las Lomas, las de Osorio, etc.)

El incremento de asesinatos a Periodistas ha llegado a los excesos que hoy se padecen en nuestro país. Matar la pluma es el recurso más fácil, rápido y efectivo para callar a los que disienten, piensan o a los que no se les puede rebatir o argumentar con las ideas.

El mundo del pensamiento y la cultura pierde año con año, verdaderos tesoros de seres humanos sensibles, talentosos e inteligentes en manos de los “gorilas” que se hacen del poder y que se parecen mucho a los personajes de la serie de películas de “El Planeta de los Simios”.

Charles Chaplin, Ezra Pound, Mary Pickford, Douglas Fairbanks fueron algunos de los célebres creadores y actores de Hollywood y Nueva York perseguidos por el Macarthismo y cuyas delaciones fueron coordinadas por Ronald Reagan.

La muerte de Federico García Lorca es el mejor ejemplo de crímenes contra la cultura y el pensamiento libre. Sin embargo su obra poética trasciende a los asesinos que lo ultimaron. Su caso es altamente doloroso pues su creatividad fue truncada. Lamentablemente en su historia se encuentran las terribles traiciones de sus dos mejores amigos: Salvador Dalí y Luis Buñuel. Distanciados de Lorca, producen el filme surrealista de “El Perro Andaluz”. Título explícito contra su ex compañero y amigo de los tiempos de la Residencia para Estudiantes en Madrid. Ahí se inicia el ataque contra García Lorca que lo llevaría finalmente a ser perseguido político y ultimado entre el 17 y 19 de agosto (fecha imprecisa y lugar de enterramiento desconocido).   Buñuel sale de España refugiándose en México y posteriormente en Francia. Se consagra como director de cine. Dalí —después de haber sido señalado como el amante de García Lorca–, se alinea al Franquismo, realiza su matrimonio con Gala y se consagra como artista plástico.

“Matar la pluma” es asesinar a las ideas, castrar a la creatividad, es pretender callar a la inteligencia y desafortunadamente es el pasatiempo de los mediocres.

Cada periodista asesinado en México o en cualquier lugar de la tierra es señal de que entre los Homo sapiens sapiens, andan muchos Neandertales aún sueltos.