El orden de las cosas

A veces pienso que existen dos tipos de ORDEN.

El orden sistémico y el orden personal (orgánico o individual).

El orden sistémico es el orden que se da en los sistemas.

El más conocido por nosotros es el sistema solar. Hay un orden: El sol como centro, mercurio, venus, la tierra ,marte, etc.

Planets of the solar system, 3D rendering. The sources of the maps – https://svs.gsfc.nasa.gov/3615 and https://www.nasa.gov/sites/default/files/20140228_eclipse.jpg

El sistema del planeta Tierra lo explicamos como el sistema o reino vegetal, reino animal y mineral.

El comportamiento social es a base de un sistema y eso permite un orden para la convivencia humana. Sistema de gobierno, sistema legal, sistema civil, etc.

 

 

 

 

 

 

Por el otro lado es el orden que cada uno le ponemos a las cosas y a nuestra vida.

Es un orden de nuestro propio organismo. Lo que nos gusta hacer, el cómo organizar nuestras pertenencias, el sello que le ponemos a nuestro habitat y en donde guardamos o ponemos las cosas o pertenencias. Va desde un escritorio o ropero hasta nuestra casa, auto, etc. Es el orden individualizado, orgánico, personalizado.

Seguramente todos tuvimos algún altercado con nuestras familias o con nuestra propia mamá cuando llegábamos de la escuela y encontrábamos que nuestras cosas las habían acomodado.

Ella diría: “Te limpié tu cuarto y acomodé tus cosas”.

Nos poníamos furiosos, no encontrábamos las cosas, nos desquiciaba nuestro propio universo.

Cada ser humano genera su propio orden y su propio caos. Tenemos nuestro universo que armonizamos a nuestro leal entender y nuestros hoyos negros donde se da el caos de las cosas, donde se pierde el orden y donde se dan las ausencias que desequilibran nuestra armonía.

En la convivencia con otros seres (pareja, esposa, amigos, familia, etc.) se dan los choques de los sistemas de orden de cada uno y la tarea es “homologar”, hacer uniforme, comprender al otro y negociar un sistema de orden común.

Muchos de los rompimientos en las relaciones humanas se dan porque los sistemas orgánicos o individuales no logran empatar con el sistema del otro. Se llaman conflictos.

Escuchamos:

“Me gusta levantarme temprano pero a ella le gusta levantarse tarde”

“Yo soy muy desvelado pero en mi casa se acuestan muy temprano”

“No soporto como deja el baño después de bañarse”

“ Tiene hecha la recámara un caos”

“Tuve que poner un clóset para mis cosas porque el que compartíamos siempre era un desorden”.

Ya es clásico el comentario que se escucha de que: “…se divorciaron porque dejaba el tubo de la pasta dental siempre abierto”.

Y en efecto, nuestro sistema de orden debe compatibilizarse para lograr una convivencia armónica y pacífica.

El problema surge porque “Nos aguantamos y no decimos cómo quisiéramos tener un orden”. Hasta que llega el día en que nos colmamos la paciencia.

Para ello debemos anticiparnos al conflicto. La mejor forma es explicarle al otro cómo te gusta orgnizar tus cosas o cómo estás acostumbrado a poner tu propio orden y no tratar de obligar a la otra persona a que siga tu modelo. No. Para nada debes obligar a que todos tengan tu mismo sistema. Debes escuchar a la otra persona a que explique su modelo de orden y posteriormente negociar la forma en cómo podemos armonizar un orden común sin buscar el conflicto.

Parece sencillo y lo es.

El problema es un gusano que tenemos todos y que se llama ego. Ese gusano produce una enfermedad que se denomina “egoísmo”. Para inhibir al ego debemos aprender a usar al diálogo. El diálogo es un método de escuchar y expresar en forma circular para que cada una de las partes escuche al otro y exprese lo que piensa o siente. Finalmente al diálogo lo debemos aterrizar en acuerdos o negociaciones y de los acuerdos debemos proceder al respeto.

Respetar las reglas del orden convenido pone fin a la lucha por los territorios.

Si Mamá te hubiera dicho: “Voy a limpiar tu cuarto. ¿Quieres ayudarme? ¿Quieres que yo lo haga? Pero dime: ¿cómo quieres que te acomode tus cosas?”

Hubiera eliminado muchos conflictos y berrinches en tu infancia y adolescencia.

Aprendamos a construir sistemas de orden armónicos con los demás y eso mejorará nuestra convivencia. Pongamos el orden a las cosas y no lo impongamos a las personas.