El Chiquero

Para un foro de mi Maestría en literatura, referido a la poesía norteamericana de fines del siglo XX, escribí el texto que les comparto a continuación:
EL CHIQUERO

Si imaginamos a los Estados Unidos como un gran y bello estanque, podríamos decir que es un límpido espejo de agua.

Pero si en ese estanque, nos sumergimos o por lo menos metemos una vara para sondearlo, descubrimos que en el fondo, hay fango, estiércol, excrecencias y animales en estado de descomposición. En esta etapa de la poesía norteamericana, empezamos a encontrar voces del disenso.

Los poetas vienen a romper la reflejante calma del espejo acuoso para escarbar las entrañas que oculta.

Así encontramos a un William Carlos Williams que hace de la cotidianeidad americana, de la típica granja con una carreta roja, pollos blancos y fresca lluvia que exalta los colores. Esa imagen bucólica se rompe con la frase:

“so much depends upon” Lo interpreto como mucho de lo que se construyó en el imaginario norteamericano depende en gran medida, de una carreta roja, una carreta sin conductor, estacionada…vegetando junto a los pollos blancos. Y sólo te digo que engullí lo que tu guardabas para el desayuno, es decir me abalancé sin respetar lo tuyo. Soy intrusivo, egoísta y cínico.

T.S Eliot muestra la irreverencia, aplasta, destruye y logra la ironía. Es la recesión, la gran crisis de una nación que se soñó rica y poderosa para amanecer empobrecida.

Digo irreverencia porque ya no respeta los cánones clásicos de la literatura y de la poesía. Rompe, se burla y llega a cuestionarnos.

«En algún lugar al que nunca he viajado…» E. E. Cummings muestra un erotismo plagado de romanticismo. Nos demuestra que la poesía amorosa no debe ser necesariamente alambicada y la sensualidad es un ingrediente imperativo del erotismo.

Robert Lowell declama en «Epílogo» el fin de las estructuras convencionales de la literatura. En realidad debería llamarse “Epitafio”. Lowell hace una paráfrasis con la fotografía instantánea que se diluye con el paso del tiempo hasta llegar a ser irreconocible, de tal forma que la rima y el ritmo se han desvanecido en la poesía moderna.

Allen Ginsberg retoma el tema de América para burlarse, destrozar la mítica patria y mostrarla en su dimensión precaria, cotidiana y simplista. Es subversión poética.

Sylvia Plath comete el parricidio poético. El padre que se desmorona por su autoritarismo y se le compara con el nazismo alemán, muestra su desprecio por el brutalismo fascista del Papi (la autoridad, gobierno, patria), un sistema vampírico que merece ser destruido.

Charles Bukowski en su poema «Dinosauria, We» hace una crítica descarnada del sistema, rechaza el estilo de vida impuesto y muestra que la causa de toda esta decadencia es nacer en un lugar que se está pudriendo para finalmente invitarnos a ver el siguiente capítulo.

«Mañana, pensando en el imperio» de Raymond Carver, reniega del futuro y saca del límpido estanque el asqueroso fango de una cotidianeidad sin sentido. El imperio no es el tranquilo estanque de agua que refleja el cielo de nuestras ilusiones, es en realidad la laguna de fermentación a donde se arrojan los orines y el estiércol de los cerdos.