De mapas y reinos imaginarios

En el Renacimiento, después de la epidemia de peste se acuñó una palabra en latín: Imago Mundi. Es la imagen del mundo que es precisamente detonada por el descubrimiento del nuevo continente por parte de Cristóbal Colón.

Como todos sabemos, el cartógrafo Américo Vespucio fue sin querer el culpable de que su patromínico se adoptara para el nuevo continente. Lo llamaron: América.

Los mapas empezaron a cobrar relevancia mucho antes del Renacimiento. Ya los podemos ver en los códices prehispánicos, en la antigua China y en un sinfín de muestras gráficas donde los humanos nos vemos necesitados de plasmar en alguna superficie, los espacios, los destinos, los recovecos geográficos que nos rodean.

Junto con los mapas, se crea un ilimitado y fértil campo de la imaginación humana donde se inventan reinos fantásticos rodeados de leyendas que han cautivado a toda la humanidad.

Así nacieron Cíbola, Quivira, Shangrilá, Tiguez, Totonteac y California, entre muchos otros. No olvidemos Amazonas y el Jardín del Edén. Son lugares de la imaginación como lo ha sido el Paraíso o Aztlán y en nuestros tiempos actuales Harry Potter o El Señor de los Anillos son referentes inevitables de esos reinos, lugares o santuarios donde todo es posible.

La utilidad de los mapas siempre se centra en buscar la forma de ubicar a los seres humanos.

California fue y es un lugar apartado que siempre h resultado ser atractivo para la imaginación.

 

 

 

 

 

Así como los mapas del tesoro que fueron muy profusos en las historias de Piratas y que sonaban a nuestra fantasía de aventureros infantiles como algo maravilloso, llegar al sitio donde está un cofre repleto de tesoros, monedas, joyas o dinero a fin de cuentas: Lo material.

 

 

 

 

 

 

 

Con la tecnología, hemos desplazado los maravillosos mapas del National Geographic por el Google Maps o el Waze. Instrumentos digitales para ubicarse y en muchas ocasiones perderse o meterse por sitios complicados para llegar a un destino.

En el campo de la psicología y metafísica se habla de Mapas Mentales y Constelaciones familiares. Herramientas subjetivas que contribuyen nuevamente a ubicar a las personas.

¿Cuál es la angustia subyacente de todo esto?

Es el miedo a perderse, a extraviarse, a no encontrar nuestro destino. Regresamos entonces a la infancia y cómo nos sembraron ése miedo infundado a través de Hansel y Gretel, Alicia en el País de las Maravillas, Robison Crusoe, Viaje al centro de la tierra o las 200 leguas de viaje submarino.
Es precisamente el miedo a lo desconocido lo que nos impulsa a aferrarnos de algo que nos ubique, que nos haga recuperar la tranquilidad y la confianza. Ese satisfactor es el mapa de cualquier tipo y es una forma muy realista de ubicarnos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por el otro lado, nuestra manía de “inventarnos” los reinos mágicos o fantásticos contribuye siempre a una necesidad de escapismo, de huir de alguna realidad y fabricar el lugar de ensueño, el sitio idílico.

En síntesis, los humanos por un lado queremos estar bien plantados con los pies  la tierra y ubicados (mapas) pero por el otro, nos engañamos con fantasiosos paraísos que nos prometen aquellas cosas que no poseemos en realidad (reinos imaginarios).

Cuando nos encerramos en nuestra mente, o en nuestro hogar y nos vemos constreñidos a enfrentarnos con nosotros mismos, descubrimos por un lado la realidad para lo cual nos puede resultar trabajar los mapas mentales olas constelaciones familiares y explicarnos un poco lo que somos y por qué somos así pero por el otro lado, la incertidumbre de no saber cuándo y cómo voy a salir de mi prisión voluntaria, nos aparece la angustia nuevamente y buscamos calmarla, paliarla imaginando que muy pronto saldremos sanos y salvos al mundo feliz que todos deseamos tener y que infelizmente nunca encontramos porque no nos hemos dado cuenta de que el reino mágico está dentro de nuestra capacidad de ser y amar.

El reino imaginario lo encontramos con el sencillo mapa que nos conteste las preguntas básicas:

¿Quién soy?

¿Cómo soy?

¿Por qué soy así?

¿Por qué reacciono así?

¿Cómo quiero ser?

Y …¿Cuál es mi fin en ésta vida?