Alegría

Las palabras a veces, con solo pronunciarlas o escribirlas, transmiten ciertas emociones que reflejamos automáticamente.

Tal es el caso de alegría. ¿Una emoción, un sentimiento, una  expresión?

En el diario transcurrir de nuestras vidas vamos arrinconando emociones que deberían ser nuestro alimento cotidiano. Así, la alegría, ternura, gratitud, las sorpresas o el entusiasmo lo dejamos drenar por el lavabo ante nuestra primer mirada en el espejo.  Nos vemos reflejados y nos denostamos automáticamente:  «¡Que mal me veo, que fea estoy, estoy hecha una garra, ya ni me quieto ver en este espejo!» Son algunas de las frases que nos invalidan y programan para drenar las emociones positivas.

El otro día, al ir a recoger mi auto en el estacionamiento, los empleados tenían a todo volumen una canción de la Sonora Santanera, un espléndido ritmo tropical que mientras yo esperaba la entrega de mi vehículo, me despertó la alegría y empecé a acompañar el ritmo de la música con unos cuantos pasos de improvisado baile.
-Mira!– exclamo uno de los empleados–, baila bien!
Me dio mucha risa su comentario y baile con mayor entusiasmo, los demás muchachos empezaron a bailar con desenfrenada alegría.
Recibí mi auto, me subí al vehículo, bajé el vidrio y me despedí de todos.
Me dije en mi interior:
No cabe duda que la alegría se contagia, es tan fácil comopartirla, además te mantiene joven…la alegría es parte fundamental de la energía de la vida!