La mesa

Hablamos del origen del hogar y su referencia a la importancia del cuidado del fuego como elemento central. De ahí se deriva el concepto de hogar y se asocia al de “calor de hogar”.

Nuestras vidas, queriéndolo o no, se desarrollan en un hogar cuando hay ternura, cariño y apego.

Conforme fueron evolucionando las sociedades humanas las cocinas se convirtieron en el punto de reunión de los habitantes de la casa solariega.

Departían, narraban historias, platicaban frente al lugar donde se preparaban y cocinaban los alimentos. Se convirtieron en el punto de encuentro humano.

Saciaban la sed, se reponían de sus jornadas y se alimentaban En una sola palabra se resumía todo esto, se “restauraban”.

De ahí proviene el concepto re “restaurante” o sea el lugar donde se restaura el cuerpo bebiendo, alimentándose y especialmente: conversando socialmente con otros.

En cierto momento del desdarrollo humano se hizo necesario un mueble que les permitiera colocar los enseres y alimentos propios para alimentarse.

¿Quién inventó la mesa? ¿Cómo fueron las primeras mesas que construyeron los humanos?

Son preguntas un poco difíciles de contestar sin contar con la evidencia.

Lo que sí podemos estar seguros es que fue un invento genial.

La mesa entonces se convierte en el lugar de encuentros humanos.

Los participantes, sean familias o amistades, en lugar de reunirse en torno a la hoguera, lo empiezan a hacer más civilizadamente en una mesa.

La mesa empieza a convertirse en un poderoso lugar donde se van a dar y se siguen dando los más grandes acontecimientos de la vida humana.

Es en la mesa donde se encuentran las futuras parejas. Ahí detectan sus afinidades y seguramente acudirán en múltiples ocasiones ala mesa hasta que un buen día deciden unirse en matrimonio. ¿Dónde se declaran el deseo de unirse en matrimonio? En la mesa.

Para informarle a los padres y parientes de los futuros cónyuges, todos se reúnen en torno a una mesa. Dependiendo de la cultura “se pide la mano”, se da el dote, se firman convenios, etc.

Para celebrar la boda: la mesa.

Para anunciar el próximo nacimiento de un vástago, será la mesa un mudo testigo, al igual que el bautizo o la circuncisión, o los acontecimientos de las distintas religiones.

En la mesa se anuncia la vocación que cada hijo tiene y que desea seguir en su futuro ya sea como profesionista, como ministro de culto, rabino o monja y hasta el trágico anuncio del hijo deseoso de abandonar los estudios.

Ante los conflictos familiares se convocan a reunirse en la mesa. Y ante las “pataletas” alguien se levanta de la mesa y abandona el comedor.

La violencia y las ofensas se desatan en la mesa. Todas las emociones concurren en ése espacio.

En la mesa se deciden negocios, se anuncian contratos, se inician querellas, se destruyen familias, se acuerdan divorcios.

La mesa es la cancha simbólica de futbol o beisbol donde se enfrentan los humanos, el campo de batalla donde argumentan y se definen los vencedores y vencidos. Similar lo hacen al declararse o terminar las guerras. Es en las mesas de negociación cuando se firman tratados, amnistías, rendiciones.

Los conflictos laborales se resuelven en las “mesas” de negociaciones.

También es en la mesa donde se reúnen después del sepelio o para leer el testamento del difunto.

El duelo se vive en la mesa.

Y en la intimidad también nos acompaña una mesa.

¿Quién no tiene una mesita de noche junto a su cama? ¿Cuántas mujeres quisieran tener una larga mesa en su tocador donde les cupieran todos sus perfumes, cosméticos, afeites y joyas? Cuántas veces no escuchamos: “Necesito una mesita para poner mis cosas”.

Así vamos descubriendo la importancia de una tabla (generalmente de madera) con cuatro patas –para mantenerse estable–, y que permita verse los unos a los otros.

Puede ser cuadrada, rectangular o redonda como es el caso de la célebre historia del Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda.

 

 

 

 

 

 

 

 

¡En fin!

Las vidas de todos nosotros siempre giran en torno de una mesa.