El bulto

Cuando nacemos y apenas empezamos a cobrar conciencia de nuestra relación con los otros y ya somos autónomos pues podemos caminar, correr y bastarnos por nosotros mismos en la mayoría de nuestras actividades, la sociedad o la familia nos impone cargar el bulto.

A partir de ése momento se vuelve habitual el hacernos responsables de la pesada carga de los bultos. Ya sea por ayudar o querer corresponder a los otros o inclusive, por cargar el bulto propio.

En algunos casos el bulto viene incluido en la religión que se nos inculca en la familia y llega a dimensiones insospechadas. Por ejemplo, quienes cargan el bulto de Adán y Eva. En otras ocasiones, es por la ideología imperante y hasta por los condicionamientos de las clases sociales con las que frecuentamos.

De un bulto que cargamos en un inicio terminamos cargando infinidad de bultos. Nos hacemos responsables de tantas cosas que si las pensáramos bien, coincidiríamos que no es justo responsabilizarnos de ellas.

La única forma de deshacernos de esos bultos es aprendiendo a perdonar, El perdonar no significa que automáticamente empecemos a padecer amnesia. No. Ni tampoco que olvidemos lo que generó el bulto. Perdonar no es olvidar sino asumir que aquello que otros hayan hecho o lo que nos hayan hecho a nosotros, no tenemos ni que cargarlos ni permanecer enganchados en el pasado o atrapados en el rencor. Simplemente es asumir que lo que pasó, ya fue y que no debemos seguir cargando esos malos episodios a cuestas toda la vida.

El bulto es en pocas palabras la culpa. La culpa que encontramos en los otros cuando algo no funciona y también la culpa que nos asumimos como propia y nos hace sentir mal.

Nadie tiene la culpa del error que cometieron los personajes bíblicos de Adán y Eva para que tantos miles de años después se anden sintiéndo culpables.

Tampoco podemos andar culpando a los demás de nuestros errores o de nuestros fracasos. Y más aún, no debemos sentirnos culpables de aquello que no funcionó y pensar en nuestro interior: “Yo tuve la culpa de todo”.

Para poder eliminar todos los bultos ajenos o propios, debemos empezar a manejar nuestra capacidad de perdonar. Perdonar a los que causaron algo, perdonar a los que les estamos achacando ciertas responsabilidades y sobretodo a perdonarnos nosotros mismos para no andar por los caminos de la vida lamentándonos con el terrible “complejo de culpa”.

Dejar de cargar el bulto te hará descubrir lo feliz que eres y la felicidad que puedes darle a los demás.