El umbral de la Muerte

A veces tener la posibilidad de recordar instantes muy remotos resulta criticable. Para mi fortuna o desgracia, tengo recuerdos muy vívidos desde mi tierna infancia. Cuando he narrado esas impresiones muchas personas se mofan de mi y argumentan que eso no es posible. El mejor aval de que mis recuerdos son ciertos fue mi madre. Ella asentía con su cabeza y afirmaba que en efecto eran ciertos. Vagas imágenes de la maternidad y de las mujeres que vestidas de blanco se me acercaban, más que enfermeras las recuerdo como una especie de monjas con un extraño atuendo que les cubría su cabellera. (Era en e Sanatorio Español)

Otra imagen que recuerdo era en un recinto oscuro, una vela encendida y que un hombre me inclinaba rociándome agua en mi caebeza. (me bautizaron en la misma capilla del hospital). El más impactante de ellos fue el periodo de la lactancia. Recuerdo el seno de mi madre acercarse a mi, el color de su blanca piel , las líneas azules de sus venas que se traslucían y la leche que se derramaba en mi rostro antes de que pudiera sentir su extraño sabor. (cuando yo refería eso mi madre comentaba que en efecto, tenía tanta leche matrna que al descubrirse para amamantar, empezaba ya a derramarla) Lo crean o no, en mi memoria están.

A los cinco años fui internado de emergencia en el hospital infantil. Ahí permanecimos mi madre y yo cerca de 35 días. Recuerdo que estaba junto a mi lecho y tenía que subir sus piernas para que reposara de la hinchazón. En esos días fue la primer vez que entré enel umbral de la muerte. Para la mayor parte de las personas la muerte representa un episodio siniestro, Sin embargo, yo opino lo contrario.

Lo volví a experimentar a los trece años. Mi padre me había llevado a explorar la selva Lacandona. Un entorno de la selva alta de Chiapas (bosque de lluvia le llaman los americanos) que pudiera parecer paradisiaca pero que viviendo dentro de su oscuridad se torna en un verddero infierno. (si quieren leer un poema de esa experiencia tengo un poema en mi blog: juanokie.org aparece como BOSQUE DE NIEBLA y publicado tambien en filopalabra.com)

Después de cinco días de recorrido por la laguna de Miramar, rio azul y Lacantún, me habían ficado millares de veces los mosquitos y caí en choque anafiláctico. Me llevaron a una choza enel poblado de San Quintín. Mi cuerpo se empezó a inflar como globo, mis párpados apenas si dejaban entrar unas pequeñas ranuras de luz de tan hinchados que estaban. Mi respiración se tornaba más difícil y gracias a que mi padre era médico y llevaba unas tabletas de Kenacort (cortizona) logró sacarme de la crisis que duró 3 días mientras llegaba la avioneta a recogernos.

En un momento de esos, donde deliraba entre la conciencia e inconciencia volví a entrar a el tunel.

Es una extraordinaria experiencia. Se siente un placer inaudito. Flotas. Viajas a una velocidad increíble, hacia un fondo de extraordinaria luz blanca. Empiezas a ver imágenes de toda tu vida como si fuera un repaso maravilloso. Sientes la velocidad con la que viajas hacia ése placentero tunel donde por momentois ves difusas sombras de personas en una tonalidad gris.

El umbral de la muerte lo explican los expertos en neurociencias porque las cargas de dopamina y oytas hormonas contribuyen a anestesiar al cuerpo y quizás se produce ésa placentera sensación mezclada de delirio.

La tercera vez la experimenté durante una cirugía que me practicron (uvolotomía) y fui abruptamente reanimado y en torno a mi estaban los médicos, anestesistas y enfermeras. En un viaje de trabajo por Costa Rica y Guatemala platicando con el excelente Pediatra Sergio Graham y narrándole la última experiencia, me explicó que era muy común que durante esas cirugías se interesara un nervio que provocaba un paro respiratorio.

El hecho es que entrar al umbral de la muerte es una experiencia extraordinaria. Puedo solo decirles que es de un placer infinito y al que debemos dejarnos ir, soltarnos para poder llegar al final del tunel y tener un feliz tránsito hacia la muerte.