¿Para qué sirve el cerebro?

INGMRF-00159730-001

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si hago esta pregunta a mis lectores, la mayoría responderá que sirve para pensar. Lamentablente, la mayoría de nosotros desconocemos todo el potencial que tenemos no solo encerrado en ésa cajita de huesos que se llama cráneo, sino que el cerebro es tan importante que su capacidad sale de la caja a través de la inmensa red de terminaciones nerviosas que materialmente envuelve a todo nuestro cuerpo. Hasta la punta más remota de los dedos de la piel están las células nerviosas trabajando.

Existe el mito de que solo usamos el 10% de nuestro cerebro, lo cuál es muy iomprobable y no comprobable.

Nuestro cerebro (científicamente denominado encéfalo) funciona a base de interconexiones entre sus células especializadas llamadas neuronas. La capacidad de conectarse se le conoce como plasticidad cerebral. La buena noticia es que si lo usamos, establecemos mayores conexiones o sea mayor plasticidad y eso nos da la capacidad de ser más creativos, desarrollar habilidades y mantener sano el equipo. Si lo descuidamos y nos volvemos rutinarios, las neuronas asesinas proceden a eliminar todas aquellas zonas que están en desuso para ahorrar energía, ya que nuestras funciones cognitivas requieren 60% de la energía que ingesta nuestrio cuerpo. El ahorro de energía es fundamental para las neuronas.

El encéfalo está constituido por el hipotálamo, amigdala y neocortex. Cada uno tiene funciones específicas y popularmente se les conoce como cerebro reptiliano, mamífero o autónomo y racional. Este último es lo que comúnmente se le llama materia gris y es donde realmente se forma el pensamiento. Para que las señales nerviosas de entrada lleguen al neocortex se requiere aproximadamente de 40 a 60 minutos. Esto explica las razones por las cuales después de comer la señal o aviso de saciedad (estar satisfecho) nos avisa tarde. Y eso te permite entender la típica expresión de “Comí desmasiado” cuyas las consecuencias son el sobrepeso y posteriormente la obesidad.

El cerebro parece una nuez de castilla porque se ve arrugado, lleno de zurcos. Eso se debe a que conforme evolucionó la especie humana y gracias a la ingesta de DHA –Omega 3 y ácido fólico que las primeras mujeres de los Homo sapiens proporcionaban al organismo principalmente a través de alimentarse de los peces, generaron demasiado tejido neuronal por lo que la cavidad craneana fuera demasiado pequeña para tanta proliferación de neuronas. Así se fue arrugando la masa encefálica y provocó que para que los bebés pudieran nacer, su cráneo debía ser blando y continuar madurando después de ser recién nacido. De ahí que los bebés tengan fontanelas.

Como dijiimos anteriormente, el cerebro requiere de la plasticidad para desempeñarse óptimamente y de ahí es necesaria la estimulación continua a lo largo de la vida. No solo la mal llamada estimulación temprana que ofrecen en los gimnasios de bebés, sino de la estimulación que los padres y profesores dan en las etapas de formación educativa y la estimulación que debemos fomentar hasta el fin de nuestra existencia.

Lo que no se usa del cerebro, se atrofia y muere.

Lo más sorprendente es que no existe ningún curso a lo largo de tu educación formal que se llame “¿Cómo utilizar el cerebro y sacar el máximo provecho”. Nadie se preocupa por enseñarte a pensar y a que ejercites diariamente tu cerebro.

Es como tener un ático o un cuarto de “triques” en la azotea y dejar que todo se llene de polvo. Nadie lo sacude, nadie se preocupa por darle mantenimiento.

Ojalá que el cerebro sirviera para pensar y realmente pensáramos. Así todos seríamos innovadores, creativos, pro-activos, lúcidos, etc. Lamentablemente entre menos lo usemos, más conservadores, reaccionarios y fanáticos seremos.

Debemos empezar a cobrar consciencia de usar bien nuestro cerebro. Por eso es importante que lo conozcas, descubras las maravillas que posees y ejercites sus diferentes áreas para que vivas siempre en óptimas condiciones.