Cicatrices

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Trémula tierra despertó ansiosa de orgasmo;

hizo memorable su deseo un triste septiembre.

Abandonadas sus entrañas de ígneo semen

bastó sacudir su capa tectónica

para sembrar de escombros y muerte

la gris superficie del valle ultrajado.

 

Columnas de negro y etéreo tizne,

fétido olor de gas,

polvo de escombros, llantos, gritos

Después de sepultados vivos.

¡ Silencio !

Que campea la muerte.

Sobrevivientes en aturdido ambulantaje,

sin rumbo ni destino,

sombras en desolada superficie

donde la Catrina se enseñorea.

Como orgasmo: muerte chiquita.

Espigas de acero y concreto:

Desgarradas.

En fugaces instantes convertida en desolado camposanto.

Lo que ayer fuera bulliciosa esperanza,

hoy es sepulcro de incontables almas.

Aúllan las rojas cruces,

voluntario ánimo de civiles agotados.

Atónitos, se ocultan los cobardes de olivo

mientras el de la silla,

se retuerce entre sus heces.

 

La ciudad renace con frescas cicatrices;

fosa común sedienta de cadáveres,

Devora.

Sueños aplanados en eterna sepultura

ocultos ante infatigables topos que pretenden encontrarlos.

¡Ay mis hijos!

Lo que fuera leyenda, desde temprana hora,

ya es lamento.

 

La sibelina ardiente –en réplicas—

descarga su furor uterino.

En el hormiguero aturdido

no hallan ni calma ni reposo.

 

Corifeos cantan al emperador “México está de pie”

La realidad es diferente, como siempre, es otra.

Habrán de venir días de abigarrados estadios.

Pueblo y aficionados en loas le cantan:

¡Culeeeeeero, culeeeeero!

 

Ciudad de añicos, cambia de piel,

Viperina sobrevive a su propia historia.

Cargada de cicatrices,

Se retuerce en constante agonía.

 

Desafiante, reta a tlatoanis y virreyes

Se acabó la obediencia callada.

Sin rumbo ni destino,

desgarradas sus vestiduras,

la ciudad mutilada sigue viva

presa de sus propios miedos

en vigilia de zozobras inesperadas.

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Fotos: Fabrizio León Diez. La Jornada.

Poema publicado en: https://filopalabra.wordpress.com/2015/09/14/cicatrices/

 

Las redes todo lo encuentran…

Contrario a lo que deberían de hacer las redes de «enredar» las cosas, las redes sociales han dado una increíble posibilidad de encontrar lo que uno busca. Amistades lejanas, amores perdidos, compañeros de escuela, objetos perdidos. En pasadas semanas coloqué en mi blog el lamentoo de haber perdido la novela de Elena Quiroga: TRISTURA. Mi blog desde que lo construyeron tiene la disponibilidad de publlicar simultáneamente en «Facebook» así que mi lamento llegó a las redes sociales. Después de varias semanas, el amigo que se había llevado mi prestado mi libro, me contactó todo apenado y me ha hecho devolución de Tristura.

Les comparto mi alegría más que por el retorno del libro, por la mágica experiencia que todos los seres humanos ahora tenemos con estas valiosas herramientas fdigitales. Mucho bien harán las redes al encontrar todo sentimiento extraviado o perdido.

Gracias549