La calle de la vergüenza

En recientes fechas luce deshabitada la otrora famosa Calle de la Vergüenza.

En estos tiempos solo quedan una vivienda por ahí iluminada, otra en reparación pero la mayoría de los moradores de la citada calle han optado por mudarse.

 

Es una pena.

Antes lucía espléndida, parecía romería de tantos que la habitaban. Llegaban vecinos a cada rato, se hospedaban por días, meses…¡inclusive años!

No faltó algún día que hasta un vecino japonés se hizo “harakiri” de tanta vergüenza que le invadía.

Los suicidios por honor no se dejaban de notar y muchas personas iban al cirujano para que les reparara el rostro pues como ellos bien decían: “Se les caía la cara de vergüenza”.

 

Y no es para menos, les resultaba confortable tener vergüenza y mudarse al vecindario como una forma terapéutica de demostrar que si tenían valores.

 

Pero los tiempos cambian. ¡Sí! No cabe duda que son nuevas generaciones las que ahora pueblan el planeta.

 

Son díscolos, la mayoría cínicos. No exime su clase social, educación, ni siquiera la ocupación. Esta nueva clase de habitantes se rehúsa irse a vivir a la calle de la Vergüenza.

 

Es más, ahora ni siquiera visitan el Barrio de los Remordimientos.

Cometen sus canalladas, se toman “la selfie”, salen en ocho columnas en los diarios de mayor circulación, o en los noticieros diciendo sus perogrulladas y todavía pagan dinero para que a través de robots y hackers, eliminen a quienes los critican.

 

¡Uy, cuánto daríamos porque se recuperara la vitalidad de nuestra hermosa calle de la Vergüenza!

 

El afilador

afilador de cuchillos

 

 

 

Escuchó el lejano silbato del afilador de cuchillos.

Deambula por las calles y su agudo lamento penetra por mi ventana abierta.

Va en su desvencijada bicicleta llamando a las vecinas para que saquen sus cuchillos o tijeras y recobren el filo preciso para sus labores.

¡Oh! Hace mucho que no pasaba el afilador de cuchillos por mi calle.

¿Acaso será porque ahora los cuchillos o tijeras nunca pierden su filo?

¿O a lo mejor es que ya todo es tan eléctrico que hasta los cuchillos y tijeras no precisan de tener filo?

No.

Lo que pasa es que nos hemos convertido todos en “desechables”.

Los cuchillos como los pañuelos, pañales, vasos, platos, toallas, etc. todos son ahora utensilios desechables.

Y es así como, lamentablemente, las personas, los amores, los abuelos y familias…también son desechables.

 

El agudo filo del progreso ha hecho que cuando un cuchillo ya pierde su eficacia, el ama de casa lo tira, va al supermercado y compra los nuevos y revolucionarios cuchillos que anuncian “como los vio en TV”. Aprovechan la oferta del 2 X1 o se esperan a la liquidación para el hogar o a lo mejor, prefieren comprarlos en la promoción del mes al costo o del julio regalado.

 

El tiempo es el afilador que nos roba la agudeza de inteligencia, la memoria de los momentos más gratos de nuestra vida y lentamente, como a los cuchillos y tijeras, nos van convirtiendo en seres desechables.

 

 

Juan Okie