Gallinita ciega

La tía disfrutaba de tejer con sus enormes agujas mientras los niños jugaban a la gallina ciega. Esa tarde, Mariaté decidió ya no integrar a su prima al juego porque siempre causaba pleitos.

Recelosa la prima los observaba.

Cuando tocó el turno de que a Mariaté le vendaran los ojos y dando vueltas buscaba a ciegas encontrar a los niños, la prima pasó corriendo y se escuchó un alarido.

Mariaté se quitó la ensangrentada venda pero las cuencas de sus ojos ya estaban vacías.

La prima saltaba emocionada gritando: ¡Ahora sí eres una gallinita ciega!

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Microrrelato por Juan Okie